Un equipamiento con 133 años de historia a la fuerza tiene que irse renovando. Más todavía si se trata de un zoo, porque nada tiene que ver la relación con el mundo animal del 2025 con la de 1892, cuando se inauguró, en la Ciutadella, la “sección zoológica del parque municipal”. Muchos han sido los hitos que han marcado la historia del recinto, desde la llegada del primer elefante, de nombre Baby -aunque los barceloneses le llamaban Avi- hasta Copito de Nieve, el gorila albino que aterrizó en 1966 procedente de Guinea Ecuatorial y falleció en 2003 tras dejar una prole de 21 hijos. Por el camino, la gran ampliación aprobada en 1956 que permitió renacer tras los crudos años de posguerra, el fallido zoo marino del 2008 para dar usos de ciudad al Fòrum, el reciente cierre del delfinario o el derribo, en 2022, del histórico Aquarama, donde vivió la orca Ulises, otro ilustre inquilino. Ahora, desde 2019, el Ayuntamiento tiene entre manos un plan de modernización del que este lunes se han aportado nuevos detalles. Para 2030 se espera que estén terminados un espacio interactivo que explicará la evolución de las especies (de nombre Bioscope), el proyecto Aïllats, dedicado a la singularidad de los animales que viven en islas; una inmersión en la flora y la fauna mediterránea, y, por último, el paseo ciudadano que cruzará el zoo y que permitirá conectar a pie desde la calle Wellington hasta el corazón de la Ciutadella.
El nuevo modelo de zoo se aprobó en un pleno municipal en mayo del 2019. Se habló entonces, y la hoja de ruta sigue siendo la misma, de “preservación de la biodiversidad”, de “sensibilizar y educar” y de “respetar la conservación de la naturaleza”. También se hablaba del deseo de “renovar el espacio físico”, cosa que ya ha cogido cierta forma con la eliminación de las estancias destinadas a los animales marinos. Los últimos delfines viajaron a Valencia en el 2016 (dos ejemplares) y a Atenas en el 2020 (los últimos tres), mientras que la orca Ulises, a la que el Aquarama se le quedó pequeño, se marchó en 1994 camino del parque Sea World San Diego a bordo de un Jumbo 747.
En los últimos años, además de teoría e ideas, ya se han registrado algunas mejoras: inauguración del espacio Sahel (en el 2020, nueva residencia de los leones), el recinto de los dragones de Komodo y el nuevo hogar de los de invertebrados (ambos en el 2022), y el inicio, este mismo año y con la idea de terminar en 2026, de las obras de la reserva destinada a albergar a los animales que se vean afectados por las obras. “Será como la casa de la suegra”, bromeaba este lunes el director del Zoo, Sito Alarcón, en el cargo desde abril del 2017.
El alcalde comparte los detalles del futuro Zoo de Barcelona, este lunes
Ahora en la Ciutadella pueden verse unas 200 especies distintas, una cifra que decrecerá pero que se compensará, explican los responsables del recinto, con nuevos espacios inmersivos y con experiencias más acordes a los tiempos que corren. El Bioscope será la joya de la corona. Con una inversión de 18 millones que correrá a cargo de la empresa municipal BSM, será “un nuevo edificio singular de la ciudad”, en palabras de la arquitecta jefe del Ayuntamiento, Maria Buhigas, y nacerá de un concurso internacional que se convocará en los próximos días para que pueda estar terminado en el 2030. Propondrá un viaje interactivo por el origen y la evolución de las especies y será, en palabras del alcalde, “un observatorio de la vida”. Estará situado en la esquina de Wellington con Pujades, la zona que más a gritos pide una renovación. Tendrá 3.000m2 más otros 7.000m2 exteriores y la idea, ha sostenido Buhigas, es que el “edificio forme parte de la experiencia”.
Lo que viene
Con Aïllats, el visitante podrá bucear por el mundo de las especies insulares, auténticos “laboratorios de la evolución”
Siguiendo la línea de la calle Wellington, el visitante de la próxima década se encontrará con el espacio Descobrim la Mediterrània, una área en la que bucear por la biodiversidad de kilómetro cero, con flora y fauna autóctona. Justo al lado, otra novedad: el ya citado Aïllats, donde también de manera interactiva (y con animales activos, claro), se podrá comprobar la evolución peculiar de las especies insulares. El mejor ejemplo: la tortuga gigante de las islas Galápagos. En definitiva, “auténticos laboratorios de la evolución”.
Por último, aunque esto no es una novedad porque se anunció en enero pero sí forma parte del pack de reformas, el zoo también tiene en tareas pendientes el nuevo acceso al parque de la Ciutadella a través de la reserva animal. Se abrirá una puerta en la calle Wellington que llegará hasta el jardín, de manera que los vecinos de la Vila Olímpica no tengan que dar la vuelta por el incómodo paseo de Circumval·lació (otro espacio, por cierto, que pide a gritos una transformación y que está muy condicionado por las vías del tren de la estación de França). El acceso será un compartimento estanco, es decir, no tendrá relación directa con el zoo, que transcurrirá por debajo. Si nada lo evita, debería estar terminado en el 2027. El conjunto, sin embargo, podrá cortar la cinta, o ese es el deseo del Ayuntamiento, en el 2030, un año al que se le acumulan las efemérides.


