Dos visiones compartidas. La primera, el impacto económico que genera el sector turístico en la ciudad, y la segunda, la necesidad de recuperar el prestigio o la reputación del turismo entre los barceloneses. La forma en cómo abordar ambas cuestiones, no siempre compartida entre sector público y privado, ha sido el eje motor del Foro de Turismo y Desarrollo Urbano impulsado por el grupo hotelero Hotusa. Gobierno central, Generalitat y Ayuntamiento defendieron la necesidad de regular la actividad para reducir los impactos negativos, mientras que el sector privado alertó precisamente del exceso de tasas y normativas, que relacionó con una falta de planificación a medio y largo plazo.
“Hasta ahora se ponía en el centro al turista, pero ahora ponemos también al residente de la ciudad si queremos mantener la sostenibilidad económica de nuestro modelo turístico y la sostenibilidad ambiental y social”, advirtió el ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu. El también exalcalde afirmó que “es evidente que Barcelona tiene que seguir creciendo pero de una manera cada vez más centrada en la calidad, por eso necesitamos mejores aeropuertos y más conectados”. La ampliación del aeropuerto, no solo como filón para el turismo de ocio sino también para el de negocios y congresos, fue la otra gran reivindicación compartida.
Los hoteleros cuestionan la sobrerregulación y la turismofobia y piden más visión estratégica
Arrancó la jornada esta mañana el presidente del grupo hotelero Hotusa, Amancio López, quien criticó el incremento de la tasa turística y alertó de fenómenos como la turismofobia. “Como empresario no estoy a favor de impuestos que van creciendo cada año; un sector de éxito como este no puede ser penalizado. No lo hace ningún país”, dijo. López propuso que se financien los servicios públicos más tensionados por la actividad turística con impuestos como el IVA, en lugar de la tasa que grava las pernoctaciones hoteleras, y pidió “altura de miras, luces largas y proyectos virtuosos” en el ámbito del turismo, al tiempo que aplaudió que se eliminen los pisos turísticos en los bloques residenciales.
El president de la Generalitat, Salvador Illa, recogió el guante: “Estamos a favor del turismo y vamos a desplegar una ley a su favor, no para frenarlo, pero un sector que ha tenido tanto éxito hay que regularlo, hay que desestacionalizarlo y diversificarlo, porque las externalidades negativas que tiene sobre la ciudad, en el uso del espacio público, la vivienda o la seguridad puedan ser corregidas desde las instituciones públicas”.
Illa apoyó la decisión del alcalde de Barcelona de eliminar las licencias de pisos turísticos a partir de 2028. “Es una decisión firme”, redundó Collboni, que defendió el incremento de la tasa turística. “Barcelona se avanza a los debates y medidas que se tomarán a nivel mundial”, proclamó el alcalde, que compartió el modelo de los tercios: uno de turismo de ocio, otro de turismo cultural y un tercero de congresos. Y sobre cada uno de estos tercios pivotaron las mesas redondas.
El director adjunto de 'La Vanguardia', Miquel Molina, moderó a Kim Logchies (Moco Museum), Arturo Mas-Sardà (Port Aventura) y Josep Maria Bartomeu (Barça)
En la primera, sobre Experiencias que dejan huella , moderada por el director adjunto de La Vanguardia , Miquel Molina, la propietaria de Moco Museum, Kim Logchies, insistió en el potencial de Barcelona como irradiador cultural y en su apuesta por la ciudad: “Cuando tengamos más espacio nos plantearnos nuevos proyectos que vayan incluso más allá del edificio”. Para Logchies, la ligera bajada del volumen de turistas de los últimos meses “no hay que verla como un problema, sino como una oportunidad para repensar el turismo”.
Para el presidente de Fira Barcelona, Pau Relat, “falta una visión estratégica clara, ¿cómo queremos que sea al turismo a diez o quince años vista? Debe ser un turismo que deje legado, hay que tener visión, coraje para aplicarla y buscar aliados”.
A modo de conclusión, el director general de Turisme de Barcelona, Mateu Hernández, defendió un sector “que sirva a la ciudad, que haga que tenga mejores conexiones y mejores inversiones” y desplegó tres propósitos: explicar al mundo qué hace Barcelona en materia de cultura, fomentar el turismo de congresos por el legado que implica y mejorar la reputación del turismo: “No podemos vivir en una ciudad que vive del turismo y que sea escéptica“.


