Un espectáculo de 25 estrellas que brillarán de un modo gradual sobre un fondo que evoca al cosmos al son de una sinfonía creciente lucirá estas Navidades sobre las fachadas del Ayuntamiento y de la Generalitat en la plaza Sant Jaume. El ejecutivo del alcalde Jaume Collboni reafirma de este modo el destierro decretado el año pasado de aquellos controvertidos pesebres que tantos debates ciudadanos desataron.
Simfonia d’Estels no se trata de un mapping al uso, de un relato en evolución. En verdad, tal y como señaló su autor, el diseñador Xavi Bové, el show se inscribe más bien en el marco de las experiencias inmersivas a fin de que el visitante sienta una suerte de abrazo sideral. También es supertransversal a la par que muy trasncultural, tanto que todo el mundo ha de poder disfrutarlo, sean cuales sean sus creencias. El tinglado en cuestión lucirá desde este 22 hasta el 5 de enero, desde las seis y media de la tarde hasta las diez de la noche, y hasta las once los viernes, los sábados y los festivos y sus vigilias.
Imagen virtual de la decoración navideña del Ayuntamiento de este año
Problemas técnicos impiden que la estrella del año pasado luzca estas fiestas en algún barrio
El aspecto que tendrá la fachada de la Generalitat
Hace ya un par de años que el concejal de Cultura Xavier Marcé planteó la necesidad de reorientar la decoración de tan insigne plaza en tan señaladas fechas. Durante las anteriores fiestas Sant Jaume lució una estrella muy comprensible. Las discusiones en torno a este montaje entre partidarios y detractores fueron mucho menos intensas. El año pasado una gran estrella inauguró esta etapa más aséptica, una estrella que planeaban instalar estos días en algún barrio periférico pero que finalmente no saldrá del almacén por problemas técnicos. Este miércoles el edil de Cultura insistió en que no tiene sentido que las instituciones hagan apuestas diferentes a cada lado de la plaza, que la decoración de Sant Jaume ha de guardar cierta armonía con la iluminación que penda en el resto de la ciudad, que Barcelona ha de plantear una apuesta unitaria, con sentido e intención... Además, el pesebre tradicional que se ubicará en las dependencias municipales triplicará las dimensiones del dispuesto un año atrás.
Pero tras este discurso subyacen también otros pareceres que explican esta nueva orientación municipal. Porque en verdad el alcalde Collboni está del todo resuelto a vivir unas fiestas en paz y exentas de polémicas ciudadanas. Porque aquellos controvertidos pesebres de Sant Jaume no hacían otra cosa que poner en tela de juicio a la clase política barcelonesa. La gente llegaba a la plaza. A unos les gustaba el montaje, a otros no... Un abuelo se indignaba ante lo inteligible de la composición, su nieto lloraba desconsoladamente... Y de ahí pasábamos a la evaluación del gasto público, de cómo los políticos van y se gastan los impuestos que pagamos todos. En realidad se trataba de una de las grandes tradiciones navideñas de Barcelona, a la altura de asistir a la cabalgata de los Reyes Magos con el rostro emocionado.
Pero Collboni entiende que la desafección ciudadana hacia sus instituciones no necesita más leña. De ahí su analgésica apuesta. De todas formas el tiro aún puede salirle por la culata. El presupuesto del espectáculo de las luces de estas Navidades en la plaza Sant Jaume es de unos 250.000 euros, un montante que a buen seguro a más de uno le frunce el ceño cuando se entere. Que nadie subestime la capacidad de indignarse del vecino barcelonés.
