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Naturaleza y peluchólogos

Historias naturales

En casa de mis padres, cuando era niño, no debíamos tener una gran imaginación lúdico-festiva. Sólo así se explica que los dos ositos con los que me acostaban, en lugar de llamarse, no sé, Yogui o Melindro, se llamaran el limpio y el sucio. Me los debían traer de muy pequeño porque no recuerdo el día que me los regalaron, ni haber abierto caja alguna, ni que en otra época el sucio estuviera menos sucio. Hay que decir que el limpio, tampoco destacaba por su limpieza. La diferencia es que el sucio era de un tejido de lona, de un color clarito, que pillaba toda la porquería, mientras que el limpio era de terciopelo, como algunos sofás de la época, con una carita simpática. Contribuía a ello que, a diferencia de el sucio, conservaba los ojos. Me gustaba más el sucio porque tenía un cuerpo humanoide, era como una persona de pie, mientras que el limpio estaba artificialmente sentado. Soy un defensor de causas perdidas y prefería tener un oso andrajoso, sin ojos, que un oso risueño de terciopelo brillante. Si aparecieran en algún armario estaría contentísimo, no hay ni que decirlo. Porque, según los psicólogos, los ositos de peluche son mediadores de ternura y afecto que nos ayudan a comprender nuestras emociones.

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Cuando nuestro chaval era pequeño no le regalamos ninguno ni él nos lo pidió. Pero un cliente del hostal de mi madre, que siempre daba la campanada con sus regalos, le trajo uno tan enorme al que el chico, muy irónico, puso ositón, con una mezcla de diminutivo y aumentativo genial. No fue un juguete preferido, tan grandote, pero nos recuerda tiempos felices y no nos hemos desprendido de él. A veces se lo enseñamos al gato.

LV

Todo esto viene a cuento porque según un equipo de expertos peluchólogos de la Universidad de Montpelier, los osos de peluche nos alejan de la naturaleza. El primer bicho con el que te relacionas y no se parece en nada a los animales de verdad. Los ositos proporcionan una belleza reconfortante y protectora. Pero la naturaleza, que es bella, no siempre es protectora ni reconfortante. Por ese camino empieza la deriva hacia la artificialización del mundo natural (y también de emociones y sentimientos, añado yo, metido a peluchólogo). La revista norteamericana BioSciencie ha publicado un estudio que constata que como más alejados están de los osos reales, mayor es el éxito de los ositos. Fíjense en los ositos de Tous.

Los osos de peluche son el primer paso que nos aleja de la naturaleza, según los peluchólogos

Ni a mi hijo ni a mi nos afectó dormir con osos de peluche y hemos sido unos apasionados de la naturaleza. Pero entramos dentro de la excepción. Mientras acurrucábamos en su camita a el limpio, el sucio o al ositón, salíamos a la montaña y había miles de insectos, ratones de bosque, comadrejas y serpientes. Si la gente no tiene ningún contacto con la naturaleza porque cada vez hay menos espacios naturales y menos biodiversos ¿la culpa será de los ositos?