Hace varias noches que nadie oye los gritos de F. Esta mujer de unos 60 años, siempre tan abrigada que pocos tienen claro su rostro, vive desde hace pocos años en un banco de la avenida Mistral, en Sant Antoni. Muchas madrugadas las pasa rondando, dando alaridos. A veces son estremecedores. La gente la rehúye. En la fundación De Veí a Veí cuentan que en estos momentos está ingresada de modo involuntario y que técnicos de los servicios sociales les explicaron que antes o después exigirá el alta y regresará a su banco.
Este cronista calcula que unas 50 personas pasan las noches en unas pocas calles en los alrededores del mercado municipal. Al Ayuntamiento de Barcelona le salen unas cuantas menos. Algunas de estas personas vivieron en los asentamientos de la Ciutadella, el parque de la Estació del Nord, el de Joan Miró… hasta que lo echaron. Y unas cuantas docenas más acuden todos los días al barrio para pedir limosna, rebuscar en los contenedores, aprovechar el día de los trastos viejos… Luego, un buen puñado, a última hora de la tarde, montan el mercado de la miseria en la ronda Sant Pau. Esta gente vive en las faldas de Montjuïc, en las chabolas de la Sagrera, en la tiendas de campaña de la Zona Franca… Todo ello está desatando en Sant Antoni una gran inquietud, polarizando el debate, alimentando los extremos. El plan de choque dispuesto este agosto por el gobierno del alcalde Jaume Collboni tras las quejas de varias asociaciones de vecinos y comerciantes está reforzando la limpieza, incrementando la presencia de la Guardia Urbana y retirando un montón de bancos… La verdad es que lo que ocurre en este lado del Eixample es un reflejo de lo que pasa en el resto de Barcelona.
Una persona sin hogar duerme en plena calle en las proximidades del mercado de Sant Antoni
Tiendas de campaña bajo las marquesinas deñ mercado de Sant Antoni
Los vecinos también rehúyen a un hombre con problemas con las drogas que ronda por Aldana. Muchas veces se muestra agresivo. A veces lo vieron desnudo. En la fundación De Veí a Veí también explican que los técnicos de los servicios sociales trataron de acercarse a él tres veces estas semanas, pero fue en vano. Otro siempre camina hablando solo, muchas veces con los pantalones por los tobillos. Tender puentes con el sistema de atención es difícil. Las idas y venidas por Mistral del conocido como el violador del Eixample también alimentan las preocupación de muchos vecinos.
Otro que acostumbra a pedir monedas en la calle Manso nunca se muestra agresivo, pero luego fuma heroína en cualquier esquina. A. Cuenta a quien la escuche que su pareja O. La maltrata, pero que en las calles sale más a cuenta que te maltrate un conocido a que lo hagan mil desconocidos. L., una mujer trans con problemas de diabetes que acostumbra a pasarse los días cosiendo en la puerta de un supermercado, tuvo el otro día una fuerte discusión con la propietaria de un restaurante. El joven procedente de Europa del Este que tantas veces se acomoda en la puerta del Bon Àrea de Manso tiene mejor aspecto desde que dejó de lado unas compañías nada recomendables. Últimamente también se busca la vida en el mercado de la miseria , vendiendo en la acera lo que encuentra. Muy cerca, en Manso con Borrell, junto a una panadería, siempre se pone Y., un joven subsahariano la mar de afable, sonriente y simpático. Acostumbra a departir con las señoras que bajan a comprar una barra. Muchas vecinas le dan comida. Siempre se muestra tremendamente agradecido. Los técnicos lograron durante estos meses incluir en planes de mejora a ocho personas que viven de estas maneras. Otras cuatro se encuentran al menos en seguimiento.
De Veí a Veí reparte cada día 50 comidas ya preparadas. Esta entidad nació como agrupación vecinal espontánea nada mas arrancar la crisis del ladrillo. Luego se constituyó como oenegé, y recientemente como fundación. Durante años atendió principalmente a familias del barrio que nunca antes habían tenido que recurrir a la asistencia social. A muchas les daba tanta vergüenza que De Veí a Veí tuvo que montar unos sistemas de reparto de comida tremendamente discretos. Pero tras la pandemia la pobreza comenzó a manifestarse aquí como nunca lo había hecho. Poco a poco. En realidad de un tiempo a esta parte toda Barcelona está dejando atrás todos sus registros: el número de personas sin hogar ya se acerca a los 2.000. El gobierno municipal dice que nos enfrentamos a un problema de país, que el Ayuntamiento no puede afrontarlo solo, que necesita de una mayor implicación de la Generalitat.
La pesadilla de una escalera del Raval
Se trata de una historia muy escabrosa. Al menos cinco vecinos de un edificio de la calle Cendra del Raval, a tiro de piedra de Sant Antoni, denunciaron ya ante los Mossos las agresiones, insultos y amenazas que sufrieron en los últimos meses por parte de un persona sin techo a todas luces con problemas mentales y con las drogas que de tanto en tanto se cuela en su escalera. Varios vecinos solicitaron también órdenes de protección. Al parecer esta persona, añadieron, mantiene una relación con otra persona que le facilita la entrada en el edificio. Estos vecinos también relatan que el 112 ya no atiende sus quejas, que ninguna policía ni ninguna otra administración trata de solucionar esta situación de un modo decidido, que están estresados, angustiados, desesperados... “También tiene momentos de lucidez, y dos vecinos lo acompañaron al centro de atención a drogodependientes de Baluard. Pero en realidad ninguna administración le atiende, y su abandono es también el nuestro”.
En De Veí a Veí dicen que las fórmulas de toda la vida ya no funcionan, que los servicios sociales están no pueden estirar el chicle hasta la extenuación, que igualmente en Sant Antoni no dan abasto. “Lo intentan. El barrio es una prioridad. Pero no tienen más recursos…”. Y hasta ahora el plan de choque municipal está comportando principalmente mejoras en la limpieza de los entornos escolares. Cada mañana limpian el rastro de los nuevos pobres. También se retiran cada día unas cuantas jeringuillas. La mayoría de comerciantes celebra los refuerzos policiales. A pesar de que la Guardia Urbana no pueden frenar el mercado de la miseria sí que está alimentando el sentimiento de seguridad.
Una persona durmiendo en un banco de la ronda Sant Antoni
Lo que sí que chirría es la retirada de bancos en la supermanzana. El Ayuntamiento cifra en 39 personas las que últimamente duermen en estas calles, y destaca que el mayor descenso se está dando en los ejes verdes. El Consistorio recordó este viernes que las obras de la urbanización definitiva de la parte baja de la supermanzana comenzarán el en pocos meses. El proyecto muestra espacios de carga y descarga, una plataforma única, más árboles… y muchos menos bancos. Este verano el ejecutivo ya dijo que al menos el 60% de los puestos en la supermanzana serían trasladados o retirados. Las obras de mejora de la red freática sirvieron para adelantar este proceso. Ahora es más sencillo encontrarte con alguien durmiendo en el suelo a medida que te acercas al Paral·lel.



