“Solo pienso en trabajar”

Segunda oportunidad

La subdelegación del Gobierno en Girona ha tramitado la solicitud de asilo a 1.419 personas en el 2025, de los cuales 252 son de Mali, país en guerra desde hace más de una década

Boubacar Doukanse, un joven originario de Mali solicitante de asilo y que estuvo acampado en el Parc Central de Girona. Pere Duran / Nord Media

Boubacar Doukanse, fotografiado frente a un mural en el barrio de Santa Eugènia de Girona

Pere Duran / NORD MEDIA

El maliense Boubacar Doukanse, ahora ya con la condición de refugiado, solo tiene en mente trabajar. Más pronto que tarde. Era su objetivo cuando en el 2023 emprendió un viaje que le llevó a salir de su país natal, en guerra desde hace más de una década, para tener simplemente un futuro. Una decisión que no fue fácil. Al ser el mayor de todos sus hermanos, era también cabeza de familia junto a su padre y sentía la responsabilidad de tener que sostener a los suyos. Trabajaba de campesino en una pequeña aldea en la región de Kayes, al oeste del país subsahariano, en la que vivían poco más de 35 familias. Pero la guerra ya le había quitado demasiado cuando decidió emigrar: cuatro hermanos fallecidos en el conflicto, destrucción, pobreza… Demasiadas heridas, en el alma y en la piel, como lo demuestran un balazo en una pierna y cortes en varias partes del cuerpo que se señala mientras conversamos en el local que Cruz Roja tiene en el barrio de Santa Eugènia de Girona. “Subirme a la patera era mi única opción para sobrevivir”, explica este joven refugiado de 30 años.

“La gente habla del conflicto de Mali como algo generalizado, pero en los pueblos la situación es dramática: los yihadistas maltratan a mujeres, a niños, a adultos… Nos roban el dinero y te dejan sin nada, si no les das lo que tienes, te disparan”, afirma. “Hay que huir si uno no quiere ser reclutado o esclavizado; huir para no morir”, explica Doukanse, que ha sido uno de los 252 ciudadanos malienses a los que la subdelegación del Gobierno en Girona ha tramitado la solicitud de asilo a lo largo de este año.

“Subirme a la patera fue mi única opción para sobrevivir; en los pueblos, la situación es dramática”

Doukanse llegó a Girona en junio del 2024, tras un largo periplo que le llevó a cruzar Mauritania, Argelia y Marruecos antes de subirse a una patera, con otras 70 personas más, entre ellos niños, mujeres y jóvenes, con la que llegó a las costas de Almería. Tras un breve paso por la provincia andaluza, recorrió Madrid y Bilbao antes de llegar a Girona, donde asegura que no conocía a nadie. Durante casi un año vivió en la calle, varios meses en el entorno de la estación de tren, en el Parc Central, donde se creó un campamento improvisado, formado mayoritariamente por ciudadanos malienses que, como él, esperaban iniciar los trámites administrativos de solicitud de asilo. Una espera que en el caso de Boubacar se alargó durante ocho meses.

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Este joven migrante reside ahora en un hostal que deberá abandonar antes de marzo, cuando dejará de contar ya con la ayuda de las administraciones y de Cruz Roja, que le han guiado y orientado, tras obtener el resguardo de protección internacional. La oene­gé atiende sus necesidades más básicas, desde la alimentación hasta un techo donde dormir. También le ayudan en el papeleo. “Llevo a África en el corazón, pero España ahora es mi tierra, mi casa, y quiero vivir aquí”, explica Boubacar, enormemente agradecido con lo que las administraciones y la oenegé han hecho por él. Tras realizar un curso de industria y almacenaje y echar varios currículums, espera una oportunidad.

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“Quiero dejar atrás todo esto, el estrés, el miedo, la guerra, y trabajar; lo necesito, tengo muchas ganas”, dice. “De lo que sea, de mozo de almacén, en una fábrica, en Amazon, limpiando empresas… no estoy para elegir. Me gusta mucho la cocina, sé cocinar, aunque no soy profesional”, dice Boubacar, sin cerrarse puertas. Un empleo para abrirse un futuro.

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