El Teide ha registrado esta madrugada un nuevo enjambre sísmico, con más de 700 pequeños terremotos, que se han localizado al suroeste de Pico Viejo, en las Cañadas de Tenerife. Entre las 2.50 horas de este jueves y hasta las 7.30 (hora local) se han producido estos 700 sismos de magnitud inferior a 1 y que no han sido sentidos por la población. Los eventos se han producido a una distancia de 10 kilómetros de profundidad.
El registro de estos movimientos ha sido posible gracias a la extensa red de de vigilancia que tiene desplegada en la zona el Instituto Geográfico Nacional (IGN), que controla de forma precisa todo movimiento que puede darse en el Teide, que en el año 2004 registró una reactivación volcánica que, pese a la alarma inicial, se apaciguó aunque no desapareció, con una sismicidad y enjambres que se han mantenido en el tiempo.
Los sismos, producidos a 10 kilómetros de profundidad y de magnitud inferior a uno, no han sido oídos por la población
Desde 2016 la sismicidad en Tenerife ha ido en aumento, al igual que la emisión de dióxido de carbono, lo que ha llevado a extremar la vigilancia. En enero además se registró una deformación en la isla de Tenerife de un centímetro acumulado en un año. El de hoy es el sexto enjambre sísmico que se detecta en la zona desde 2016. El capítulo ya se ha dado por concluido, como explica Ithaiza Domínguez, director del IGN en Canarias.
Como explica, “hay que estar atentos y no se puede tomar a la ligera” esta actividad anómala que se está registrando en las Cañadas del Teide, en la zona próxima a Pico Viejo, pero tampoco hay motivo para preocuparse. “Lo preocupante sería si se repitiera de forma continuada estos enjambres o si los sismos fueran más fuertes”, explica Domínguez, que achaca este nuevo capítulo a la “actividad sísmica inherente” de la isla de Tenerife.
Según el IGN
Por ahora no se requiere un incremento del nivel de alerta, ya que se considera “algo habitual” dentro de la actividad en el Teide
En lo que llevamos de año se han detectado en Canarias cerca de un millar de sismos, la mayoría de ellos en Tenerife. En 2004, cuando la reativación volcánica del Teide, se produjeron más de 3.000 terremotos en un año y además de elevada magnitud y sentidos por la población, como explica Domínguez. “No estamos en ese nivel”, indica, si bien, advierte de que no se “baja la guardia” por lo que pudiera pasar.
El IGN ha comunicado el nuevo enjambre sísmico a las autoridades canarias pero por el momento no se requiere un incremento del nivel de alerta puesto que “es algo habitual” dentro de la actividad en el Teide. Como explica el director del IGN en Canarias, lo ocurrido esta madrugada en el Teide “no tiene nada que ver” con la actividad de La Palma, cuando en 2021 hubo una intrusión magmática que derivó desde el principio en fuertes terremotos por encima de magnitud 3 y acabó en la erupción volcánica del Tajogaite el 19 de septiembre de ese año.
El director del IGN apunta a que estos enjambres no implican que haya una intrusión de magma en la isla de Tenerife, como ocurrió en 2021 en La Palma y en 2011 en El Hierro -con la erupción de un volcán submarino- pero sí se asocian al magma que se acumula bajo la isla de Tenerife. “Está claro que hay calor ahí abajo y que genera fluidos hidrotermales lo que no podemos prever es cuando puede intentar salir ese magma que se está acumulando, si pasarán semanas o años”, indica Domínguez, que, en cualquier caso, afirma que el IGN “está vigilante” a lo que puede ocurrir. “Por ahora no hay nada que apunte a eso”, agrega.
En abril del 2023, el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) publicó un trabajo junto a la Universidad de Granada en el que se apuntaba a la existencia de un “corazón caliente” de lava debajo de la isla de Tenerife. La tomografía tomada entonces evidenciaba que en la corteza por debajo de la caldera de Las Cañadas había pequeños reservorios magmáticos a profundidades inferiores a los 5 km. El informe advertía de la posibilidad de que estos reservorios de magmas basálticos se enfriaran y evolucionaran a magmas fonolíticos, un tipo de magma potencialmente explosivo. “Estos reservorios magmáticos pueden ser la fuente de erupciones muy explosivas como la que ocurrió hace alrededor de 2000 años en Montaña Blanca”, se señalaba en el informe.