El Puntal se desborda una vez más: botellón masivo, basura y un parque natural al borde del colapso

Turismo

Vecinos y autoridades locales denuncian que la concentración de turistas en las playas de Somo se ha multiplicado por dos respecto al 2024

Foto de los botellones multitudinarios en el Puntal

Foto de los botellones multitudinarios en el Puntal

X: @JuditGutirrez

Un año después, nada ha mejorado en El Puntal de Somo. Todo lo contrario. El pasado sábado, cerca de 3.000 personas -la mayoría jóvenes turistas que llegan de Madrid- participaron en un nuevo botellón masivo sobre las dunas protegidas de esta playa cántabra, declarada espacio natural. La escena ha dejado, una vez más, consecuencias severas: grandes cantidades de basura, contaminación acústica y un parque natural cada vez más degradado.

“Se ha multiplicado por dos respecto a 2024”, afirmó Ricardo Tricio, gerente de uno de los chiringuitos de la zona, que ese día optó por cerrar a las 18 h ante el caos. Las imágenes muestran a cientos de personas concentradas frente a los locales, sin cobertura móvil y sin ningún tipo de control efectivo. “Solo hay que ver las imágenes. Fue tremendo”, explicó a El Diario Montañés el alcalde de Ribamontán al Mar, Francisco Asón.

Asón, admitió que la situación “se ha ido de las manos”. Fue él mismo quien contactó con la Guardia Civil, que desplegó dos embarcaciones para controlar el tránsito por vía marítima. Pero en tierra, la capacidad de actuación es mínima: solo tres agentes de la Policía Local frente a miles de asistentes. La Ley de Costas atribuye al Ayuntamiento la gestión de los residuos, pero no faculta a la Guardia Civil a intervenir directamente en los botellones o por exceso de ruido.

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El problema es estructural, denunciaron desde la Asamblea en Defensa de la Senda Costera. Su portavoz, Marisa Maliaño, reclama un acuerdo inmediato entre Ayuntamiento, Gobierno de Cantabria y Costas para frenar el deterioro del entorno: “Es una dejación de funciones. Esto no se arregla con tres policías ni culpando a los chiringuitos. Se necesita un Plan de Control y Protección con medidas firmes”.

La acumulación de residuos, explicaron, va más allá de lo visible: colillas, microplásticos y restos que acaban en el mar resultan mucho más difíciles de eliminar que las botellas o bolsas. Mientras tanto, el municipio estudia soluciones legales para sancionar a negocios que, aunque indirectamente, alimentan estas aglomeraciones.

Para los vecinos, lo ocurrido no es un incidente aislado, sino otro síntoma de un modelo turístico desbocado que convierte los espacios naturales en escenarios de fiesta sin control. “Los cántabros hemos protegido estas dunas durante generaciones”, lamentó Maliaño, “y ahora vienen a arrasarlo todo”.

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