“Un día en el colegio supimos que un compañero de nuestro hijo estaba en acogida. Nos pareció algo muy bonito. Años más tarde, una amiga nos habló del proceso y decidimos dar el paso.” Así empieza el relato de Mayra. Ella y su pareja, Pepe, tienen tres hijos. Además, decidieron convertirse en familia acogedora y, hasta ahora, se han hecho cargo de siete bebés. Son una de las familias que acogen a cerca de un millar de niños y niñas en Catalunya, asumiendo temporalmente las funciones que no puede ejercer su familia de origen.
En Catalunya, cerca de 280 menores de seis años viven en centros residenciales de la Direcció General de Prevenció i Protecció a la Infància i l'Adolescència (DGPPIA). Detrás de esta cifra hay historias de criaturas que no pueden convivir con su familia y necesitan un hogar que les proporcione afecto y seguridad. Por eso, el compromiso del Govern es claro: todos los niños, especialmente los más pequeños, deben poder crecer en familia. Y eso solo será posible si hay más personas dispuestas a acogerlos.
Con este objetivo, la Generalitat ha lanzado una estrategia para doblar el número de familias acogedoras. El plan prevé aumentar en 2,3 millones de euros la dotación económica para reforzar los equipos técnicos, agilizar los trámites, ofrecer más apoyo a las familias acogedoras y aplicar mejoras fiscales.
Crecer en familia favorece el desarrollo emocional, físico y social de los menores
El acogimiento puede ser de urgencia y diagnóstico, como en el caso de Mayra y Pepe (para bebés y niños pequeños). Pero también existen otras modalidades: el simple (de uno a dos años de duración), el permanente (cuando no se prevé el retorno a la familia de origen), el especializado o el acogimiento de vacaciones y fines de semana. En Catalunya, hay 798 familias de acogida que atienden a 908 menores. Además, 134 familias colaboradoras acogen a 134 niños y niñas los fines de semana o durante las vacaciones.
“Me siento querida de verdad”
Cuando Laura tenía ocho años, llegó a una familia de acogida. Hoy tiene veinte, sigue viviendo con ellos y estudia Educación Social. “Tuve mucha suerte. Me dieron una segunda oportunidad. Me siento querida de verdad”. Laura recuerda que, cuando cumplió dieciocho años, tenía mucho miedo. “Todo el mundo pensaba en sacarse el carné de conducir o en salir de fiesta, pero yo solo pensaba si tendría que irme de casa. Por suerte, pude quedarme. Y gracias a eso, estoy en la universidad.”
El proceso para convertirse en familia acogedora incluye formación, entrevistas y seguimiento posterior. El Institut Català de l’Acolliment i l’Adopció (ICAA) acompaña a las familias y ofrece apoyo económico, psicológico y material. “Estos niños y niñas llevan una mochila importante. Necesitan más que nunca un entorno seguro y afectivo”, explica Elena Lledós Monsó, directora del ICAA.
Faltan familias acogedoras para ofrecer un entorno seguro a la infancia
Ese entorno lo han encontrado en familias como la de Mariona y Joe. En 2015, cuando sus dos hijos tenían seis y nueve años, acogieron a una niña de cuatro. “Primero empezamos saliendo del centro y haciendo actividades juntos; la llevábamos a casa unas horas. Después se quedó”, recuerdan. Hoy tiene trece años y es una más de la familia. “Ella tenía muchas ganas de integrarse e hizo todo el esfuerzo del mundo”, explica Mariona con orgullo.
Crecer en familia: un derecho, una necesidad
Está demostrado que vivir en familia favorece el desarrollo emocional, físico y social de los menores de edad. Por eso, la Generalitat trabaja para reducir al máximo la estancia de los niños y niñas en centros residenciales y anima a todo tipo de familias a dar el paso.
Testimonios como el de Laura, acogida en familia, son el mejor ejemplo: “Me haría mucha ilusión que cada vez haya más gente que pueda tener la suerte que yo he tenido”. Junto a su pareja, tiene claro que quiere acoger. “No adoptar, acoger. Dar una segunda oportunidad, como la que yo recibí.”