El Ayuntamiento de Girona dará el próximo lunes un paso adelante hacia la dignificación del acceso sur de la ciudad. El pleno municipal prevé aprobar la modificación puntual del planeamiento general que permitirá avanzar en el derribo de las degradadas e insalubres naves industriales abandonadas de la calle Barcelona en las que malviven una cuarentena de personas sin techo, y en la construcción del futuro instituto Ermessenda, que se levantará en el espacio que ahora ocupa la antigua fábrica Simon.
Tras ese trámite urbanístico, se deberá aprobar el proyecto de urbanización y reparcelación, imprescindible para poder ceder el solar a Educació, que será el encargado de construir el equipamiento docente.
La transformación de la calle Barcelona es uno de los retos pendientes del actual gobierno municipal
L por la que diariamente transitan más de 25.000 vehículos, es uno de los “retos pendientes” que el alcalde Lluc Salellas (Guanyem) planteó en el ecuador del mandato.
“Ordenar la entrada sur de la ciudad tras tantos años es una de las prioridades de nuestro gobierno”, indica Salellas. Por su parte, el edil de Urbanisme, Lluís Martí, señala que el desarrollo urbanístico de esta gran superficie de la calle Barcelona, que incluye nuevos desarrollos residenciales con reservas de vivienda protegida, “es una pieza clave para el presente y futuro de la ciudad”
La actuación comprende unos 30.000 metros cuadrados y afecta parcelas residenciales y suelos destinados a equipamientos y espacios verdes, como los que se anexionarán al futuro instituto para dotarlo de un entorno más seguro para el aliumnado.