Girona empieza a derruir las insalubres y ruinosas naves de la calle Barcelona

Urbanismo

Las obras se alargarán hasta principios del años que viene y tienen un coste de 400.000 euros, que asumirá el Ayuntamiento

Una máquina ha empezado a desbrozar el solar, paso previo al derribo de seis de las naves abandonadas de la carretera de Barcelona en Girona.

Una máquina ha empezado a desbrozar el solar, paso previo al derribo de seis de las naves abandonadas de la carretera de Barcelona en Girona.

Mar Duran / Nord Media

El Ayuntamiento de Girona inició ayer los trabajos previos de derribo de las destartaladas naves de la calle Barcelona, la principal puerta de entrada a la ciudad por el sur que suma más de quince años de dejadez y degradación. En concreto, actuará en seis de estas naves, las situadas entre los números 148 y 152 que presentan “riesgo de colapso”, según un informe elaborado por los arquitectos municipales. 

El insalubre espacio se había convertido en hogar para una quincena de personas sin techo e incluso alguna empresa ilegal de albañilería lo utilizaba para guardar el material y las furgonetas, según habían denunciado los vecinos de la zona en más de una ocasión.

Un informe municipal ha detectado riesgo de colapso en estas edificaciones, lo que ha llevado al Consistorio a actuar de forma subsidiaria

Durante los primeros días se eliminará la vegetación que durante todo ese tiempo ha inundado el solar, de unos 5.000 metros cuadrados, y las basuras que se han ido amontonando y, en los próximos días, una empresa especializada empezará a retirar el amianto, material nocivo presente en lo que había sido antes un complejo fabril. 

No será hasta dentro de cuatro o cinco semanas cuando se procederá al derribo de las estructuras, que amenazan ruina. En el informe técnico municipal se explica que el riesgo de colapso es “muy alto” en cuatro de las seis naves de una de las fincas, pero aun así se ha decidido actuar en todas ellas porque existe peligro de que cedan las débiles paredes y forjados que aun siguen en pie. 

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Los trabajos se alargarán hasta comienzos de 2026 y tienen un coste de unos 400.000 euros que asumirá el Consistorio de forma subsidiaria. El Ayuntamiento había requerido a los dueños de estas naves en desuso una actuación urgente, que nunca llegó, al ser propiedad de un fondo de inversión en concurso de acreedores sin capital para acometer ninguna actuación. El administrador concursal que tutela las naves está intentando buscar algún inversor que adquiera el solar y que asuma la deuda. Una deuda que incluirá también el coste del derribo. 

El alcalde de Girona, Lluc Salellas, explicó ayer que la demolición será “el inicio de la tan esperada transformación urbanística” que debe convertir la carretera Barcelona “en una avenida” y en un espacio “más amable, seguro y digno”. En esta puerta de entrada por el sur se ubicará también la Casa de la Tecnologia, que deberá cambiar la fisonomía de esta arteria viaria.

Hoy se inicia una esperada y deseada transformación urbanística, que convertirá la calle Barcelona en avenida

Lluc SalellasAlcalde de Girona

Hacía años que los vecinos más próximos a esta zona reclamaban una actuación de urgencia por parte del Consistorio, que finalmente ha llegado. Seguirán en pie la antigua fábrica Simon, que albergará el futuro instituto Ermessenda y en la que malviven decenas de personas sin techo y una nave propiedad de la Generalitat.

David Martín, vecino de una calle cercana, explicaba ayer que en este espacio habitualmente había peleas, gritos y trapicheos. También se han originado incendios, sin víctimas. Algunos de los residentes tienen problemas de alcoholismo. 

Algunas de las personas que malvivían en las destartaladas naves, ayer las abandonaron con sus pertenencias a cuestas.

Algunas de las personas que malvivían en las destartaladas naves, ayer las abandonaron con sus pertenencias a cuestas.

LV

En las últimas semanas desde la Policía Municipal se había instado a los indigentes a abandonar las naves. Algunos como Byron Bendeck, un joven hondureño, que vivía en ellas desde hacía un año lo hicieron la noche antes del inicio de obras. “No hemos tenido otra opción, no sé lo que voy a hacer, siempre nos quedará ir debajo de un puente”, explicaba ayer en sus inmediaciones, cargando sus pertenencias en un carrito de la compra.  El alcalde explica que en las últimas semanas los Servicios Sociales han trabajado para buscar una solución a las personas más vulnerables. 

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