Tras dos años de conflicto, el alcalde de Premià de Mar, Rafa Navarro, rubricó ayer el acuerdo entre el Ayuntamiento y la comunidad islámica Al-ttauba para que ésta abandone el local de la antigua escuela Voramar, donde el Consistorio tiene previsto construir la segunda guardería municipal.
Desde el año 2002 la comunidad musulmana ha venido utilizando como oratorio la planta superior del antiguo colegio a través de convenios que iba renovando con el Ayuntamiento. Fue a mediados del 2023, con el convenio caducado, que el consistorio decidió no progrrogarlo aduciendo, entre otros preceptos legales que la comunidad no cumplía, como los requisitos de seguridad establecidos por la ley, tales como limitación de aforo, salidas de emergencia o accesibilidad.
En el año 2024, una mayoría de los grupos municipales premianenses, votaron a favor de destinar la totalidad edificio a una segunda escuela infantil, lo que permitiría generar unas 80 plazas más, muy reivindicadas por la comunidad educativa local.
La decisión, sin embargo, generó un intenso conflicto con la comunidad Al-ttauba, cuyo interlocutor inical, anunció que se negaba a abandonar el edificio apelando entre otros motivos, al derecho de uso adquirido, un argumento que ya ha sido desestimado por el Juzgado Contencioso Administrativo ante el que presentaron la demanda contra el Ayuntamiento.

El grupo de autoridades y mediadores que suscribieron el acuerdo entre Al-ttauba y el Ayuntamiento .
La tensión llegó a extremos insostenibles, ya que algún líder de la comunidad llegó incluso a posicionarse políticamente y hacer campaña contra el alcalde, tomando partido por algun partido de la oposición durante la campaña electoral. Además, habían anunciado reiteradamente su negativa a abandonar el edificio, en el que según ellos habían invertido 90.000 euros.
Con el conflicto enquistado durante dos años y el ayuntamiento habiendo informado que el grupo liderado por uno de los representantes del oratorio rechazaba sistemáticamente las propuestas de diálogo, el alcalde, Rafa Navarro optó por pedir la mediación de otros líderes de la comunidad islámica a nivel de Catalunya.
Sin posibilidad de diálogo
Entre tanto, el Ayuntamiento y un mediador designado llegaron a denunciar públicamente que el grupo liderado por el expresidente de Al-ttauba había rechazado sistemáticamente las propuestas de diálogo, y mantenía la ocupación del edificio de forma irregular, lo que duró más de un año.
A Premià de Mar han acudido, a parte de Mohammed El Masnoudi, el nuevo presidente de la asociación Al-ttauba, el secretario de la Federació del Consell Islàmic de Catalunya, Mohammed Halhoul; el presidente de la Unió de Comunitats Islpamiques de Catalunya y el exdiputado socialista, Mohammed Chaig, ahora presidente de la fundación Ibn Battuta, para conseguir un acuerdo. Un acuerdo del que fue testigo el director de Afers Religiosos de la Generalitat, Ramon Bassas.
Finalmente, ayer se acordó que Al-ttauba se comprometía a abandonar el edificio de la calle de la Mercè número 2 y facilitar las obras previstas para la construcción de la nueva guardería municipal. A cambio, el Ayuntamiento se compromete a facilitar “dentro de los límites de la legalidad” las gestiones necesarias para hacer posible un nuevo espacio que la comunidad pueda arrendar o comprar “con medios propios” y otorgar los permisos para su uso como espacio religioso.
Una vez que la comunidad islámica incorporó nuevos interlocutores y aceptaron la mediación de los líderes catalanes, tanto el Ayuntamiento de Premià como Al-ttauba sellaron su agradecimiento “por los años de convivencia y colaboración” en el edificio Voramar. Ambas partes se emplazaron a “una nueva etapa de colaboración y buen entendimiento” con la voluntad renovada de “promover la convivencia ciudadana y vecinal”.
Nuevas generaciones más progresistas
Los conflictos en la comunidad Al-ttauba no sólo se han limitado al enfrentamiento con el gobierno municipal por la mezquita, sino que también han encontrado oposición interna en la llamada Comunidad Islámica de Premià de Mar, formada por “hijos e hijas de los fundadores de la asociación Al-ttauba y personas comprometidas con su legado”. Éstos aseguran que se han visto obligados a fundar una nueva comunidad y construir una nueva mezquita en una nave de 1.300 m3 con capacidad para casi 300 personas en el torrent Malet. El nuevo oratorio no ha sido bien recibido entre algunos musulmanes, los más conservadores, concentrados en torno a un minoritario grupo de la comunidad Al-ttauba. Los musulmanes más jóvenes, por su parte, abogan por una acciión más aperturista y por “condenar cualquer acto o discurso que fomente la tensión o confrontación” en clara referencia al anterior presidente de Al-ttauba, manteniendo siempre en el recuerdo los “lamentables incidentes de los años 2.000”.