Después de varios años de noticias negativas en torno a la natalidad, de lecturas que rayaban el catastrofismo, el instituto vasco de estadística, Eustat, ha dado a conocer esta semana la primera estadística positiva en más de un lustro: los nacimientos han crecido en el primer trimestre del año. Se trata de un incremento pequeño, de apenas un 2,4%, y de un dato trimestral, aunque cabe preguntarse si se trata del inicio de una tendencia positiva o, siquiera, de una estabilización.
En concreto, la estadística recoge que en el primer trimestre del año nacieron 3.191 niños y niñas, frente a los 3.115 del mismo periodo del año anterior, con un ligero aumento de los nacimientos entre madres autóctonas y un leve descenso de los nacimientos entre madres de nacionalidad extranjera. En el primer trimestre del año, el 26,6% de los recién nacidos en el País Vasco fueron hijos de mujeres extranjeras, un porcentaje que se mantiene estable en los últimos años.
El horizonte 2027-2028
El demógrafo Unai Martín, doctor en Sociología y profesor de la Universidad del País Vasco (EHU), considera que es prematuro hablar de un cambio de tendencia, aunque cree que sí podría llegar en pocos años. “Estamos jugando con números muy pequeños y puede ser incluso una cuestión aleatoria. El resto de trimestres del año nos mostrarán si estamos ante una estabilización. En todo caso, creo que en 2027-2028 sí podríamos empezar a experimentar que los nacimientos se incrementan. Los comportamientos de las personas son difíciles de predecir. La mortalidad es mucho más fácil de predecir que la natalidad, que depende de cambios culturales o de si conseguimos darle la vuelta a este sistema”.
Ese eventual incremento de los nacimientos en los próximos años se podría producir por el paulatino aumento de las personas que se situarán en las franjas en las que hoy se tienen hijos. No en vano, desde mediados de los años 90 en Euskadi se vivió un progresivo aumento de la natalidad que llegó a su techo en 2010 y 2011, los dos años con más nacimientos desde principios de los 80. A los nacidos en aquellos años en Euskadi hay que sumarles un considerable aporte de la inmigración, de manera que el número de personas en edad de tener hijos se incrementará en el corto plazo.
En los 90 se tocó fondo
Desde esa misma lógica, el descenso de los nacimientos en los últimos años también se explica en parte por aquel descenso de la natalidad que se vivió desde los años 80 y, singularmente, entre mediados de los 80 y mediados de los 90, con 1994 y 1995 como los dos años en los que se tocó fondo.
“En aquellos años no sólo el número de nacimientos tocó fondo, sino también la tasa de fecundidad, el número de hijos por mujer, que llegó a situarse en el 0,9. Después remontaría hasta situarse por encima del 1,3 (1,37 entre 2014 y 2016). En todo caso, la primera mitad de los 90 fueron años de muy pocos nacimientos”, añade Unai Martín.
Según la última estadística del Eustat, quienes fueron madres en el primer trimestre del año tenían en su mayoría entre 30 y 34 años (el 34,1% se situaba en esa franja) o entre 35 y 39 (el 33,9%), de manera que, teniendo en cuenta ambas franjas, el 68% de las madres habían nacido entre la segunda mitad de los 80 y la primera mitad de los 90. Es decir, están siendo madres quienes vinieron al mundo en los años en los que menos nacimientos se registraron en el País Vasco.
En opinión de Unai Martín, no obstante, a la hora de abordar la cuestión de la natalidad habría que atender a un contexto más amplio. “Hablamos de una decisión muy social y muy poco individual. La gente decide tener hijos en un contexto determinado. En Euskadi tenemos un contexto muy antinatalista. La emancipación residencial es muy tardía y difícil, y la estabilidad laboral y vital es también tardía y complicada. A nadie le apetece tener hijos en casa de sus padres. Uno de los problemas es que el primer hijo se retrasa tanto que a mucha gente no le da tiempo a tener el segundo, porque hay una cuestión biológica que está ahí”, añade.
En esta línea, advierte también de la “desigualdad de género en el cuidado” como un factor central que frena la natalidad, ya que el “coste de oportunidad” de tener hijos o, en su caso, de tener más de uno, se vuelve inasumible para muchas mujeres “en un momento en el que la maternidad no es la única vía para la realización de las personas”.
“Ese cambio es crucial. Hoy tener hijos es una decisión, no hay una biografía tan marcada en la cual tener hijos es lo que tienes que hacer. Además, hay un desajuste con lo que se exige a esas personas que deciden tener hijos a nivel profesional: la edad de tener hijos es la más exigente a nivel laboral. El cuidado también es más exigente que nunca y, finalmente, el Estado no favorece una red de cuidados que permita conciliar. El sacrificio es tan grande que hay personas que igual no están dispuestas a hacerlo, ya que tampoco eso le reporta tanto como antes identitariamente”, añade.
La fecundidad insatisfecha
En todo caso, el demógrafo subraya que el verdadero reto pasa por acercar las expectativas reproductivas de la población a la fecundidad real. “Existe una brecha considerable entre lo que la gente desea y lo que finalmente sucede. A pesar de los cambios culturales y de las dificultades económicas y sociales, las encuestas reflejan una fecundidad insatisfecha: la mayoría desearía tener dos, pero la tasa actual en el País Vasco se sitúa en apenas 1,2. Esa diferencia se explica por factores estructurales —laborales, residenciales y vitales— que impiden cumplir un derecho básico como es el reproductivo. Las políticas que realmente podrían revertir la situación son costosas y exigirían replantear el sistema productivo, situando los cuidados y a la infancia en el centro. Medidas como las ayudas económicas por hijo son positivas porque mejoran el bienestar de las familias, pero sabemos que no valen para que la gente tenga más hijos”, concluye.
Los discursos culpabilizadores y el factor 1975
En opinión del demógrafo Unai Martín, existe un discurso “muy culpabilizador” en torno a la natalidad y una tendencia, por parte de los medios, a amplificar las noticias que se consideran negativas. “Tradicionalmente ha existido ese discurso y siempre las ideologías o las religiones han dado un dogma de lo que tiene que ser. En este momento hay mucho discurso que culpabiliza y acusa de egoístas por no tener hijos o por no tener los hijos que piensan que deberían tener. Es cierto que la natalidad es baja, pero es el resultado de una eficiencia demográfica, es decir, antes había una mortalidad muy alta y teníamos que tener muchos hijos, hoy nos podemos permitir tener menos”, explica. En esta línea, señala que singularmente en el caso vasco se interpreta la historia desde una época muy excepcional, como son los años 70. “Las estadísticas empiezan en el año 1975, cuando sabemos que en aquellos años hubo un incremento de los nacimientos muy inusual. Entonces, nos parece que estamos viviendo un descenso muy acusado. La realidad es que desde 1994-1995 aumentó la natalidad hasta un 50%, con los años 2010-2011 como los años con más nacimientos desde los 80 y el periodo 2014-2016 con la fecundidad más elevada. Ahora ha habido unos años en los que ha bajado progresivamente. Durante aquellos años en los que la natalidad subía, desde mediados de los 90 y hasta hace muy poco, no era noticia”, señala.