Santa Tecla, en el diván

Los peligros del éxito

El fuerte crecimiento de las fiestas en los últimos años hace planear en Tarragona los riesgos de la masificación

El Seguici Petit enceta les aparicions dels elements més representatius de la festa.

La Aguileta Petita bailando en la plaza de la Font de Tarragona junto a quienes perpetúan las fiestas

Alba Marine

La dimensión de Santa Tecla, potente expresión festiva en una ciudad de más de 141.000 habitantes, ha sido una de sus virtudes. Un festejo abarcable, sin las incomodidades de las grandes masificaciones. Una fiesta mayor protagonizada por los tarraconenses y disfrutada mayoritariamente por los tarraconenses. Nada que ver con lo que sucede a poco más de una hora de distancia.

Su autenticidad, lejos de ser una fiesta de escaparate y postín, ha sido uno de sus mejores reclamos. También las calles y plazas de la Part Alta, centro histórico herencia del esplendor romano. Hasta ahora con muchos más vecinos que turistas, el escenario principal de la fiesta mayor atrae cada vez más visitantes de fuera, muchos turistas rebotados por la masificación de las grandes capitales.

Los protagonistas, los tarraconenses, ven como el éxito de la convocatoria genera varias incomodidades

El resultado: cada año son más lo que caen rendidos a los encantos de Santa Tecla, con un descomunal despliegue de elementos festivos tradicionales y una po­derosa identidad de más de 700 años. El aniversario del viaje que se hizo desde Tarragona para ­traer la reliquia del brazo de Santa Tecla se celebró en el 2022 con un gran despliegue. Las fiestas han aparecido desde entonces más que nunca en televisión y son recomendación reiterada en las redes sociales y las guías turísticas.

TV3, ahora 3Cat, ofreció en directo el pasado año la magnética Baixada de l’Àliga. Se trata del ­acto más multitudinario de Santa Tecla. Manifestación cada año más masiva que lleva al límite de la saturación la Part Alta. Si la lluvia no la ha frustrado, la Baixada de l’Àliga volvió a hacer vibrar a miles de jóvenes la pasada noche.

Que Santa Tecla se haya abierto y crecido no es necesariamente algo malo. Para restaurantes, comercios o establecimientos hoteleros es un regalo en el final del verano. El temor principal es que si se mantienen el ritmo y la velocidad de expansión, Santa Tecla pierda parte de su esencia. El debate sobre la masificación se abrió hace más de dos años. En la calle y en el Ayuntamiento, con reproches políticos. Hay síntomas que invitan a la reflexión. Hay tarraconenses que cuentan que ya no disfrutan como antes de su Santa Tecla, que incluso han dejado de reservarse vacaciones para vivir con la máxima intensidad los días más grandes de las fiestas: ayer, con el pregón de Viviana de Salvador; hoy, con la previa, y mañana, con la festividad de la patrona. Tampoco es buena señal que la masificación expulse de la Baixada de l’Àliga a algunos adeptos.

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El seguici es uno de los actos más concurridos 

Alba Marine / Colaboradores

La masificación se transforma en incomodidad en cuanto a movilidad se refiere, especialmente para quienes vienen de fuera. Poder aparcar este fin de semana en Tarragona ha sido casi misión imposible, con parkings públicos y privados completos. También es un reto para la seguridad, aunque no se han registrado incidentes.

La suerte para Tarragona es que todavía está a tiempo. Como también lo está la Part Alta de ­poner limitaciones al boom de pisos turísticos y a la gentrificación. Otro síntoma preocupante es la deserción de parte de los tarraconenses de su amado centro histórico. Empujado por la euforia del éxito de las fiestas, el alcalde Rubén Viñuales anunció hace un año la voluntad de buscar el reconocimiento de la Unesco como patrimonio mundial de la humanidad. La dificultad de lograrlo ha enfriado aquel deseo. Quizás un regalo no buscado para custodiar la autenticidad de Santa Tecla.

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