Jerónimo Pacheco, teniente coronel de la Guardia Civil, lo afirma a este diario con determinación: “no descansaremos hasta encontrar a los tres desaparecidos”. Se refiere el responsable del operativo de búsqueda a Elisabet Gil Martínez, de 38 años y madre de dos hijos menores de edad, desaparecida en Cheste; Francisco Ruiz Martínez, Paco, de 64, arrastrado por las aguas en Montserrat; y a Francisco Javier Vicent Fas, Javi, de 56, visto por última vez en Pedralba. Son las tres piezas que faltan, desde hace más de dos meses, para cerrar el capítulo de las víctimas mortales que son, hasta el momento, 223.
Los operativos trabajan sobre el suelo, en el agua e incluso desde el aire para encontrar a los desaparecidos
El teniente coronel comenta que “seguimos con los operativos activos trabajando en todas las zonas y no descartamos ninguna hipótesis”. Se trata de efectivos de la Guardia Civil y de la Unidad Militar de Emergencias, UME, que rastrean sobre el suelo, en el agua e incluso desde el aire, las áreas donde podrían encontrarse los cuerpos de estas tres personas. Subraya que además de los operativos hay un equipo de “investigación” para auditar cualquier indicio que pueda servir de pista. “Sabemos que es complejo, la dana arrastró mucho material, pero no descansaremos”, insiste. Con “material” se refiere a la ola de fango y lodo que se originó con la riada y que sepultó viviendas, vehículos y personas.
Jerónimo Pacheco mantiene informadas a las familias de los desaparecidos de todos los movimientos de los equipos operativos. Extremo que confirma Saray Ruiz, hija de Francisco Ruiz Martínez. “No perdemos la esperanza, pero esto es muy doloroso; porque no podemos tener el cuerpo de mi padre, ni darle sepultura, vivimos sometidos a la pesadilla de la incertidumbre”. El 29 de octubre Paco se quedó encaramado en el techo de su coche con sus dos nietos, Ruth, de 5 años, y Alejandro, de 10, los hijos de Saray. El vehículo, un Kia pequeño, se había quedado empotrado, por fortuna, entre una farola y una palmera, en la calle Obrers, en el polígono de Montserrat. Los niños, milagrosamente, se salvaron, pero el abuelo fue arrastrado por la dana.
No perdemos la esperanza, necesitamos encontrar su cuerpo"
Esta mujer reconoce que la Guardia Civil “nos llama regularmente, nos informan de dónde están buscando, de qué es lo que quieren hacer, eso ayuda mucho porque al menos no nos sentimos solos”. Añade que esta atención no la han recibido de la Generalitat Valenciana: “a día de hoy, nadie de esa institución nos ha llamado para nada”. Subraya su enfado “ante tanta mentira política, ante tanta falta de sensibilidad” pero reconoce que no quiere “entrar en batallas, solo quiero que mi padre sea encontrado y podamos despedirlo”. Y concluye que “hemos perdido la confianza en algunos políticos”.
Ernesto Martínez es el tío de Elisabet Gil y se expresa en términos similares: “sabemos que es casi imposible que sobreviviera a la dana, pero no tenemos su cuerpo y eso es una tortura para toda la familia”. Elisabet, de 38 años, viajaba con su madre en el coche desde Cheste hacia su trabajo en un hotel cercano a la A-3, donde ambas eran empleadas como camareras de piso, cuando fueron sorprendidas por el agua tras el desbordamiento del Barranco del Poyo. El cuerpo sin vida de su hermana fue encontrado unos diez días después del suceso, mientras su sobrina Elisabet, madre de dos hijos, sigue desaparecida.

Despliegue de efectivos de la Guardia Civil en búsqueda de desaparecidos en la Albufera de Valencia
En conversación telefónica reconoce también que la Guardia Civil está en permanente contacto con él, pero que nadie de la Generalitat Valenciana les ha dado ningún tipo de atención. “Hay cosas con las que ya no contamos, y ahora toda la familia está centrada en la esperanza de encontrar el cuerpo, porque necesitamos cerrar este capítulo tan doloroso”, añade.
La Guardia Civil y el Ejército no piensan tirar la toalla.
De momento, las familias tampoco pueden reclamar la indemnización por fallecimiento de 72.000 euros del Gobierno Español. Para que sean considerados así deben haber pasado tres meses desde su desaparición, según el código civil. Pero los familiares consultados dejan claro que eso es lo que menos les importa. Solo quieren encontrarlos. Cuentan con buenos aliados, la Guardia Civil y el Ejército, que no piensan tirar la toalla.