El 23 de mayo de 2023, cinco días antes de las elecciones que sepultaron al Botànic, desde el área de Presidencia se difundió una de esas notas de prensa que carga el diablo: Ximo Puig, acompañado de la consellera de Justicia e Interior, Gabriela Bravo, se personaba en el Centro de Coordinación de Emergencias 112 para seguir la evolución de la lluvia caída sobre la Vall d’Albaida y el Comtat. Nada que ver con la dana del año 2019, que azotó con severidad a la Vega Baja, y, por supuesto, en las antípodas de la reciente de octubre.
Aquel fue un episodio de precipitaciones sin importancia que el propio Puig —desde esa base operativa de l’Eliana que más tarde se ha hecho tan archiconocida como el despacho oval de la Casa Blanca— consideró muy beneficioso para el campo. Aún así, el comunicado de la Generalitat informaba que se había activado un dispositivo de 800 efectivos, hasta ese momento “centrados en labores de prevención” pero “preparados para actuar ante cualquier incidencia”.

Reunión en el Centro de Coordinación de Emergencias 112 para conocer la situación y evolución del episodio de lluvias que afectaba a la Comunitat Valenciana el 23 de mayo de 2023
De los integrantes de aquella reunión únicamente Jorge Suárez, el subdirector de Emergencias, se mantiene en el cargo. Puig es embajador de España ante la OCDE; Bravo acaba de renunciar a su escaño en las Corts; José María Ángel cesó como secretario autonómico de Emergencias y ahora es comisionado del Gobierno para la reconstrucción; Salvador Almenar, por entonces director general de Interior, ejerce como director de comunicación de Adif, y Pere Rostoll, que era director general de Relaciones Informativas, comanda la comunicación del ministro de Transportes.
A todos ellos les sustituyó el llamado “Gobierno de los mejores”, Mazón dixit, amputado por la espantada estival de Vox y remozado de nuevo tras la catástrofe otoñal. No hemos alcanzado el ecuador de la legislatura y de los primeros nueve consellers apenas continúan cuatro. Pero el president, qué remedio, saludó la última ola de cambios aplaudiendo la entrada de “gente que sabe, gente preparada”, lo que ya de por sí no dejaba en buen lugar a los presuntos “mejores”.
No hemos alcanzado el ecuador de la legislatura y de los primeros nueve consellers apenas continúan cuatro"
Nuria Ruiz Tobarra, la titular del juzgado de instrucción número 3 de Catarroja, parece decidida a desentrañar la capacitación real de los gobernantes que capitanearon la respuesta al peor cataclismo que se recuerda. Dispone de una imagen muy precisa de la tragedia sufrida en lʼHorta Sud y de copiosa información aparecida en los medios.
Cuando cite a declarar a la exconsellera Salomé Pradas, tendrá ante sí al testimonio más valioso posible: a la persona que teóricamente dirigía la emergencia, aunque su mirada perdida durante el día de autos transmitiese justamente lo contrario. Comparar aquella estampa con la de Puig, Bravo, Ángel y compañía en el centro de mando de lʼEliana un día cualquiera de mayo resulta estremecedor. Como si el mismísimo diablo hubiese captado la foto.