Creímos, algunos, que el resultado de la consulta de la lengua en los colegios, que ha ganado por la mínima el valenciano (¿Qué hubiera pasado si gana el castellano?), había paralizado la obsesión, de un sector del PP y de todo Vox, por seguir debilitando la presencia, y la promoción, de nuestra lengua propia. Esa consulta ha trasladado con claridad que esta es una geografía bilingüe en la que la convivencia del castellano y el valenciano es enriquecedora y que era un error pretender confrontar prioridades, más aún en el sistema educativo. Pero nos equivocamos. Porque esta semana hemos comprobado cómo los presupuestos diseñados por el Consell de Carlos Mazón, con el concurso de las fuerzas de Santiago Abascal, han aplicado un fuerte recorte a la Academia Valenciana de la Lengua, AVL y para la promoción del valenciano. En ambos casos, justifican desde el PP, por la presión de la derecha extrema, que con esta imposición gana una batalla más en su clara guerra cultural (¿tiene similitudes con lo que Donald Trump, muy admirado por Vox, hace con el castellano en EE.UU.?).

Foto de archivo de una concentración en defensa y promoción del valenciano
Las ganas de debilitar y, si se pudiera, de acabar con la AVL, ya quedó evidenciado en la primera rueda de prensa que el conseller de Educación y Cultura, José Antonio Rovira, realizó tras formar Carlos Mazón gobierno. No deja de ser curioso que la entidad que el propio PP, con Eduardo Zaplana al frente, impulsó para pacificar el conflicto lingüístico en los 90, se quiera ahora dejar sin recursos, con una rebaja del 25% que Vox quiere que sea del 50%. Y el PP cediendo. Como no pueden desactivarla, al ser un órgano estatutario, se busca dejarla sin oxígeno. Sobre la academia se lanzan ahora todo tipo de ataques (el más importante que es una entidad “catalanista”) y se intenta, en paralelo, “mimar” a otras entidades culturales secesionistas de la lengua. Nada es casualidad, llevan años intentando torpedear la institución, pero con Vox todo se ha acelerado. Existe un sector de la derecha valenciana que entiende que volver a polarizar el conflicto lingüístico es la mejor manera de dañar el uso social del valenciano, y seguramente tienen razón. Convertir la lengua propia en materia inflamable es una razonable solución para alejarla de mucha gente.
Con el recorte a la promoción del valenciano se ejemplifica que para ese sector lo ideal es que nuestra lengua propia se quede recluida a elemento decorativo para actos folklóricos. Siguen sin entender que se pueda usar para trabajos académicos, para estudiar, para formarse, al margen de todos los otros usos de un idioma, desde comprender el mundo hasta amar. Pero de eso va el tema, de que no solo no aman el valenciano, sino que intentan marginarlo, y además es un estorbo para que el castellano acaba convirtiéndose en la única lengua de los valencianos. Es pretender borrar la identidad de, por ejemplo, esas centenares de miles de familias que desean que su vida compatibilice sin traumas el uso del castellano y el valenciano. No lo entienden y nunca lo entenderán: porque observan una de esas dos lenguas como un incordio, para ellos, para sus hijos y para el trabajo. Los hay, incluso, que llegan a decir que el castellano está amenazado en la Comunidad Valenciana, literal.
Con el recorte del PP a la promoción del valenciano en los presupuestos por exigencia de Vox se ejemplifica que para ese sector lo ideal es que nuestra lengua propia se quede recluida a elemento decorativo para actos folklóricos".
Su desconocimiento de la realidad sociolingüística valenciana es tal que siguen sin entender que hay decenas de miles de votantes del PP, y no pocos de Vox (miren el caso de Nàquera), que tienen el valenciano como lengua materna, aunque algunos intenten politizar el uso del idioma (a derecha e izquierda). Que si insisten en fomentar esa fractura solo lograran polarizar más la sociedad valenciana y generar indignación en personas que van a sentir su personalidad atacada. Que esa batalla no la van a ganar nunca, más bien lo contrario: cuanto más acosen al valenciano más valencianos se sentirán agredidos y defenderán aún más esta lengua, que es lo que ha sucedido con la consulta. Es esa una constante histórica en esta compleja geografía que el PP comprendió en el pasado, buscando levantar puentes, establecer consensos y calmar una situación que convertía a València en punto permanente de tensión, durante décadas. Pero algunos parecen desear que volvamos a los peores tiempos: podría ser el inicio de una reacción (hay sectores del PP preocupados) que el partido que lidera Carlos Mazón acabe pagando caro en las urnas en beneficio, justamente, de Vox.