Jorge Rodríguez ha vuelto a elevar, ya veremos por cuanto tiempo, una vieja y latente demanda: la reforma de la Ley Electoral Valenciana con el objetivo de rebajar la barrera electoral del 5% al 3%, a nivel provincial. En términos electorales, la ley valenciana es casi una “anomalía” en un mapa autonómico donde en la mayoría de cámaras legislativas este listón está instalado en ese ansiado 3%. Y no son pocas las voces, dentro y fuera de la política (especialmente en el mundo académico) que han calificado el caso valenciano como poco democrático en la medida que dificulta que haya una pluralidad de voces en les Corts Valencianes. Bien al contrario, esa barrera ha supuesto, en el pasado, un duro obstáculo para no pocas fuerzas que se han quedado sin opción de escaño.

El alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez, durante la celebración de la noche electoral.
En la historia de la política valenciana se han vivido episodios significativos. Bien lo saben en el Bloc Nacionalista Valencià, Bloc: en las autonómicas de 1999, obtuvo el 4,6% de los votos emitidos, un total de 102.000, y en 2003 el porcentaje fue de 4,7%, con 114.000 votos. En ambos casos, la barrera del 5% dejó al Bloc como fuerza extraparlamentaria. Aún no se había ensayado, con éxito, la fórmula de Compromís, la suma del Bloc, Iniciativa PV y Els Verds. No es el caso de otras autonomías. En Catalunya, por ejemplo, la barrera es del 3%; si fuera como la ley valenciana, partidos como el PP se habrían quedado fuera del Parlament catalán más de una vez. Dato importante. El pasado 28-M, por ejemplo. Unides Podem tampoco logró entrar en las Corts Valencianes, a pesar de haber logrado el 3,57% de los votos.
Pero el debate es aún más antiguo. De haber existido la barrera del 3% en lugar del 5%, la Unitat del Poble Valencià, UPV (precursora del Bloc) habría logrado escaños autonómicos en 1983 (con el 3,1% de los votos) y en 1991 (3,7%). En aquellos tiempos, el PSPV, hegemónico y con Joan Lerma de president, no quería ni oír hablar de esta posibilidad; se sentían seguros. A partir de 1995, con la victoria de las derechas (PP y UV) el debate quedó congelado: lo que menos deseaba Eduardo Zaplana era dar espacio a fuerzas a la izquierda de un PSPV que ya había iniciado su particular travesía del desierto, que duraría 20 años. El PP, además, quería lo que logró: asumir bajo sus siglas a todo el electorado de las derechas, desmembrando el espacio electoral de los secesionistas de Vicente González Lizondo.
Tras el triunfo de las izquierdas hace tres legislaturas, con gobierno del Botànic y con Ximo Puig de president, se planteó el compromiso de modificar la Ley Electoral Valenciana. En esta ocasión, el PSPV y Compromís parecían haber comprendido que era una oportunidad para garantizar y ampliar la presencia de sensibilidades de la izquierda y emular a lo que ya sucede en otros parlamentos autonómicos. Pero cuando parecía posible el acuerdo (es necesaria una mayoría cualificada de dos tercios de los diputados de Les Corts) Ciudadanos, que creyó que su proyecto político iba a ser eterno, se negó a colaborar por orden de Toni Cantó, a pesar de que ya lo tenía pactado con el Botànic. Nunca se estuvo tan cerca de lograrlo.
Siempre seguirá siendo injusta una barrera del 5% que, según en qué escenarios, ha dejado fuera y puede dejar fuera la voz de decenas de miles de valencianos, casi una anomalía en el estado autonómico español"
Es, por ello, un debate recurrente, pero que nunca ha llegado a concretarse. Visto con perspectiva, en el pasado hubo miedo de que fuerzas de izquierda nacionalista encontraran hueco en les Corts Valencianes. Con el tiempo, y confirmada la fragmentación del mercado electoral, los hay que creen que incluso con una barrera del 5% el Parlament valenciano puede ser plural: en la pasada legislatura hubo seis fuerzas políticas con representación en la cámara valenciana: PSPV, PP, Compromís, UP, Ciudadanos y Vox. Pero siempre seguirá siendo injusta una barrera que, según en qué escenarios, puede dejar fuera la voz de decenas de miles de valencianos. Aunque lo probable es que pasen otros tantos años y esta injusticia siga sin resolverse.