Alcanzado el acuerdo para la “singularidad” en la financiación catalana, aún por concretar, la única reacción valenciana razonada de este pacto entre el Gobierno y la Generalitat de Catalunya ha sido la del informe del IVIE. Un informe que apunta a que extender la fórmula propuesta “podría” beneficiar a las autonomías peor financiadas, siempre que se cumplan varias condiciones: transparencia, cálculo del cupo y solidaridad interterritorial, con el objetivo de igualar los recursos para atender los servicios públicos en el Estado, y revisión de los privilegios forales para que participen en la solidaridad. Sugiere una senda posible y transitable, si este fuera en realidad el objetivo final del gobierno central; pero esto último es discutible.

La vicepresidenta del Gobierno, ministra de Hacienda, y candidata del PSOE-A a la Junta de Andalucía, María Jesús Montero
En el terreno político la respuesta ha sido, bien al contrario, exclusivamente acotada a posiciones partidistas sin un análisis riguroso sobre el beneficio o el perjuicio que el citado acuerdo tendrá para los valencianos. Carlos Mazón ha seguido la doctrina que mantiene el partido a nivel nacional: rechazo absoluto. En el caso del PSPV no se ha ofrecido una sola reflexión razonada en clave valenciana, y a día de hoy desconocemos la visión de Diana Morant. Compromís insiste en un cambio de modelo de financiación, demanda que ahora se ve alterada por el documento acordado en Catalunya y que exigiría ahora de los valencianistas una conclusión. Si ampliamos el foco, el caso valenciano ofrece la “singularidad” de que la clase política ha sido incapaz de articular una respuesta unitaria en todo este tiempo en el que se ha negociado el acuerdo catalán para contraponer una solución propia. Existe una fractura política al respecto que enerva a la patronal y a los sindicatos presentes en la Plataforma Pel Finançament (mesa de diálogo que parece condenada a la irrelevancia). Debería abrirse un debate en clave valenciana más allá de ofrecer discursos sucursalistas condicionados por la voluntad de las direcciones nacionales, porque lo que está en juego es el futuro de los valencianos. La nuestra es una autonomía que paga como rica siendo cada vez más pobre.
Porque de momento, ni Gobierno ni el PP han dirigido su mirada a la situación valenciana, y así llevamos muchos años. Esa es, al fin, nuestra auténtica “singularidad” valenciana”
A la incapacidad del Gobierno para proponer un cambio de financiación autonómica que resuelva la situación valenciana se suma la del PP para ofrecer una propuesta que genere complicidad en todas las autonomías donde gobierna. Por eso, el acuerdo catalán, más allá de demonizarlo, debería servir de base para abrir un debate sobre su utilidad o no en clave valenciana, o sus consecuencias para los valencianos, con el rigor de los especialistas y académicos, como el documento del IVIE. Porque de momento, ni Gobierno ni el PP han dirigido su mirada a la situación valenciana, y así llevamos muchos años. Esa es, al fin, nuestra auténtica “singularidad” valenciana. Una singularidad que bien podría traducirse por irrelevancia política. Si el acuerdo alcanzado ayer para Catalunya es “generalizable” y se sustenta en una concepción “federal”, es el momento de que las fuerzas políticas y los actores sociales valencianos tomen la palabra al gobierno.