Parias conscientes

DE ARTIS UTILITATE

Parias conscientes
Salut Ibáñez

El acceso a ciertas verdades a menudo se encuentra soterrado, requiriendo una búsqueda intencionada.

El lugar que busco está algo oculto, soterrado, pero consigo llegar. Es julio, me acompañan en esta visita gotas que serpentean mi cara y mi espalda. Me asalta la idea de que el sudor de mi rostro no es sino un prolegómeno, un mero rocío si me atrevo a equipararlo con el que brota por la inclemente realidad de otros.

Mery Sales se sitúa como visitante activa, entre la muralla islámica y los “Parias conscientes”.  Al fondo, con “Cuerpo”, nos invita a una interacción plural pero común y afectiva.

Mery Sales se sitúa como visitante activa, entre la muralla islámica y los “Parias conscientes”. Al fondo, con “Cuerpo”, nos invita a una interacción plural pero común y afectiva.

Salut Ibáñez

La realidad del “otro”, la que queda velada por la aséptica mirada occidental con la que estoy a punto de enfrentar mis ojos con los suyos. Los del “otro”, el diferente, el que llega para ocupar nichos laborales que rechazamos: bajo la canícula o en periodos vacacionales. Alimentando el capital del país, pero también el odio de las facciones más radicales, que mercantilizan y explotan para su beneficio el malestar social sistémico, atribuyendo a la inmigración cualquier mal. Léase Torre Pacheco.

La quimera de una transmutación alquímica maravillosa queda entonces diluida, sus gotas de sudor no se convierten en perlas. Son lágrimas. De sudor y dolor, por arriesgar la vida en embarcaciones tan precarias como lo sería nuestra economía sin ellos.

Me pregunto si este texto es solo un cliché moralizante más, sin calado ni alcance. Puede ser. Esto hace que se reafirme mi convicción del poder de la imagen sobre la palabra y la utilidad del arte, más todavía tras visitar la exposición “Parias conscientes [24 de 48]” en la Galería del Tossal (hasta el 1 de octubre). Un afortunado hallazgo fortuito hace que coincida en la sala con la artífice, la artista Mery Sales (València, 1970, ganadora del 1er Premi Senyera 2020, entre otras muchas distinciones). Está inmersa en una de sus visitas guiadas de los miércoles a las 18:00h. Es consciente de la importancia de transmitir el mensaje, de desentrañar un contenido complejo y oculto tras la aparente simplicidad de la exposición y de la pintura figurativa. Para la artista, el pensamiento -en su caso vectorizado por el arte- es inerte sin la acción. Sales quiere movernos a actuar, resonando con la filosofía de Hannah Arendt, una de sus declaradas “influencers”.

Sales quiere movernos a actuar, resonando con la filosofía de Hannah Arendt, una de sus declaradas “influencers”

Lo hace a través de 24 retratos, inspirándose en otro de sus referentes, Gerhard Richter. Sales revisa y actualiza su obra, “48 Portraits” (1972): si el artista alemán retrataba a personajes ilustres representantes de la cultura y el saber universal, el objetivo de la valenciana es representar otro saber necesario, el liminar -el que queda al margen de las enciclopedias, el de los afectos humanos- simbolizándolo mediante estos 24 retratos de parias conscientes: con una mirada directa, dignificando su condición humana al pintarlos a modo de un retrato del Barroco; de algún noble, como hiciera José de Ribera ennobleciendo a “El lisiado”. Y desde el anonimato, provocándonos a ver en ellos un espejo de nosotros mismos, porque nuestra común condición humana nos hace a todos susceptibles de sufrir y actuar del mismo modo, sea cual sea nuestra realidad. La obra de Sales nos conmina a ponernos en la piel de ellos, como ellos mismos se ponen en la de la artista al vestir el mono de trabajo de Mery, que, “colgado” al fondo (“Cuerpo”), parece incitarnos a portar. Con su color rojo, encarna el pensamiento a través del arte; y la acción, pues es también la ropa de mancharse, la de involucrarse con otros, en un mundo que es plural y común. Todos portan la misma indumentaria, por lo que el desajuste de la prenda en sus cuerpos es evidente: la artista está materializando el desajuste social de un paria.

Pero un paria consciente, como la propia Hannah Arendt con su experiencia judío-alemana. Conscientes de una condición de marginalidad que no niegan. No disuelven su identidad y particularidad para integrarse en la sociedad a cualquier precio: renuncian a ello y, en un acto de resistencia y rebeldía, exponen su diferencia y exigen su reconocimiento ante sistemas que pretenden homogenizar y negar la alteridad. Defienden la dignidad humana desde un pensamiento crítico, independiente. Es la misma lucha por la libertad y la pluralidad de Arendt. Es una “otredad” necesaria, como defendió Unamuno, para la construcción del “yo” desde la relación con el “otro”: la existencia del otro es indispensable para la autoconciencia. Una interacción potencialmente conflictiva pero vital: la confrontación de ideas y voluntades es el motor de la vida y de la cultura.

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Salut Ibáñez
De seda azul medianoche” (Soledad Sevilla, 2018) 
en la exposición Ritmos, tramas, varibles, IVAM

El espacio expositivo es difícil, alargado, casi angosto, pero esto contribuye a potenciar el simbolismo subyacente en toda la obra. Una pared irregular contiene las 24 miradas que me interpelan; frente a ellos, un tramo de muralla islámica: ¿es refugio que abraza o barrera? Yo lo decido, el espectador lo decide, la propia sala nos coloca ineludiblemente en una posición comprometida, entre el muro y la libertad de futuro reclamada metafóricamente en el lienzo en blanco pintado tras cada figura. El forzado recorrido y “lectura” de la obra de derecha a izquierda me pone, de nuevo, en la piel del “otro”, del igual, como también me hace ver la artista con los cambios de escala para buscar semejanzas en lo desigual, con el detalle de “Mundo”, y con la totalidad de “Cuerpo” visualizando que no somos la suma de unidades sino fragmentos de un todo.

Me marcho de la exposición pensando que pronto llegarán mis vacaciones, que también me embarcaré, pero sin precariedad, y que cuando esté rodeada de agua salada puede que ésta no sea solo de mar, sino también de lágrimas. El rostro sonriente de un lienzo situado junto a la salida, sin embargo, me habla de un final abierto y esperanzador.

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