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Vicent Flor: “El PP está yendo más allá con la lengua y rompiendo los consensos históricos”

Entrevista

El sociólogo acaba de publicar 'Contra la llengua dels valencians, una batalla per la cultura' donde analiza todas las aristas del conflicto lingüístico que hoy vuelve a estar en la primera línea del debate político

El sociólogo valenciano Vicent Flor, autor del libro 'Contra la llengua dels valencians' 

LV

El sociólogo Vicent Flor (València, 1971) propone en su nuevo libro una batalla por la cultura en un momento de máxima tensión política, social y lingüística en la Comunidad Valenciana. El que fuera director de la Institució Alfons el Magnànim recibe a La Vanguardia en los jardines cercanos al MuVIM, donde ahora ejerce de gestor cultural y conservador. En pleno debate identitario, Contra la llengua dels valencians, una batalla per la cultura no podría estar de más actualidad.

¿Cómo nace la idea del libro?

El ensayo recoge una parte de mi tesis doctoral y otros trabajos sobre el secesionismo lingüístico que no estaban publicados aún y que pienso que pueden ser muy útiles en un contexto en que, pese a que algunos opinan que el conflicto está superado, hay gente que todavía considera, contra el consenso de la comunidad filológica, que el valenciano y el catalán son lenguas diferentes. Sucede al igual que cuando hay un gran avance médico y crecen los antivacunas o que, pese a los avances científicos, crecen los terraplanistas.

A ello, hay que añadir que hay una serie de dirigentes e instituciones del PP que usan este discurso, aunque no se lo creen, para evitar que Vox le muerda una parte de los votantes. Es un recurso que, además, sirve de cortina de humo de los 229 muertos de la dana. Una estrategia que, y eso no es menor, refleja el contexto actual de crecimiento del populismo y de las  derechas extremas en el que no pasa nada aunque los políticos digan barbaridades. Trump es un buen ejemplo. Está de moda e incluso se aplaude que los políticos hagan afirmaciones contra los consensos académicos y científicos.

Está de moda e incluso se aplaude que los políticos hagan afirmaciones contra los consensos académicos y científicos”

En el libro, usted defiende que los conflictos lingüísticos no son patrimonio únicamente de los valencianos.

Los conflictos lingüísticos son muy frecuentes porque son conflictos políticos en torno a la oficialización y el estatus de la lengua y de sus hablantes. Hay conflictos en la zona de Quebec o secesionismo lingüístico en la Alsacia y Lorena respecto del alemán. Todos los nacionalismos de Estado defienden su lengua y su unidad (el castellano es un ejemplo pese a su gran diversidad), pero se apuesta por el secesionismo para debilitar los intentos de equiparación lingüística entre el valenciano y el castellano.

¿Por qué en Baleares esa problemática no es tan latente?

En Baleares su estatuto afirma que la lengua oficial de las islas es el catalán.

Vicent Flor tras la entrevista, en los jardines del MuVIM.

LV

¿Se equivocó el PSPV al permitir la inclusión de la terminología 'idioma valenciano' en la reforma del Estatut de 2006?

Fue un intento de pactar con Francisco Camps, que también quería forzar esa dinámica de remarcar el valenciano como lengua diferenciada del catalán. Hay dos tipos de secesionismo lingüístico en Europa: el que trata de crear una lengua diferente, pero para normalizarla y utilizarla (sería el caso del eslovaco); y existe otro que no es sincero. No se separa el catalán y el valenciano para usar este último, sino para debilitarlo y usarlo menos.

En 'Contra la llengua dels valencians', usted pone en duda la idea de España como país acogedor y habla de ciudadanos excluidos culturalmente.

Se aprobó una Constitución en la que se indica que todo el mundo tiene la obligación de conocer el castellano, pero no el resto de lenguas cooficiales. Uno de los problemas que tiene España es que no hace propia su diversidad cultural. Y más algunos partidos que consideran que hablar euskera, catalán/valenciano o gallego en las instituciones es un ataque a las mismas. El castellano es una lengua fantástica, pero usar otras lenguas no es ninguna amenaza para los castellanohablantes. En Suiza, todas las lenguas están en una situación de equiparación lingüística; en Bélgica, el neerlandés es oficial en Flandes y el francés, en Valonia; en Finlandia, hay unas islas donde el finés no es oficial. Con respeto y con voluntad se puede equiparar. Aquí hay un intento de considerar el castellano como la lengua del Estado, la lengua nacional y el resto como lenguas regionales, locales, autonómicas. Cooficial quiere decir igual de oficial, no suboficial. Si un ciudadano no puede ir al médico y que le atiendan en su lengua o no puede dirigirse a un Guardia Civil o un Policía Nacional en una lengua oficial, estamos en una situación de subordinación lingüística.

No se separa el catalán y el valenciano para usar este último, sino para debilitarlo y usarlo menos”

Señala la existencia de un trato injusto y discriminatorio empíricamente demostrable para los valencianos.

A diferencia de lo que sucedía en el franquismo, donde el valenciano no era una lengua oficial y estaba reprimida, ahora hay muchos ciudadanos que legítimamente ya no hacen el cambio lingüístico. Cuando esto sucede es cuando surge un conflicto lingüístico, porque alguien le dice: hábleme en español. No hay una situación de igualdad lingüística.

¿Y este tratamiento a su juicio discriminatorio cambia en función de quién gobierna en España?

Desgraciadamente, hay una izquierda jacobina, claramente, pero la derecha española, tradicionalmente, con excepciones, ha sido mucho más contundente porque su idea de nación es más monolingüe y contraria a la diversidad. Ahora parece que el Gobierno, presionado por sus socios, está intentando dar pasos, por ejemplo, a favor del uso de las lenguas cooficiales en la Unión Europea

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¿Le queda sabor al chicle?

Salvador Enguix

Hablemos del contexto político y social. Recortes a la promoción del valenciano, tijeretazo al presupuesto de la AVL y cuestionamiento público de esta institución normativa. El compañero Salvador Enguix se preguntaba metafóricamente hasta cuando se puede estirar el chicle, si el tema lingüístico todavía tiene sabor.

Soy sociólogo, no futurólogo, pero lo cierto es que es un discurso que determinados partidos consideran que es útil, porque, de lo contrario, no lo usarían.

¿Y todavía da votos?

No tenemos una base empírica para correlacionar claramente y poder demostrar que da votos, pero deben de pensar que sí. Pensar que los dirigentes del PP son tontos es un error. Son inteligentes. Intentan convencer a una parte de la población de que esto es así. También es verdad que tenemos que tener en cuenta que el hecho de que se actúe como si fueran lenguas diferentes (se puede hacer la declaración de la renta en valenciano o en catalán) también ayuda a hacer más verosímil ese discurso.

El autor de 'Contra la lengua dels valencians'.

LV

Hablábamos de la utilización que hace la derecha de reavivar continuamente el conflicto lingüístico, pero también quería preguntarle qué le parece la posición de la izquierda, que parece que evita entrar en el debate y no confronta.

En este campo la derecha tiene la hegemonía. Los discursos de la identidad valenciana hegemónicos son los que ellos promueven. Y esto, a través de un mecanismo de control social, la mayoría de medios de comunicación, una posición insistente en este tema, una presión social clara que hizo que la transición democrática tuviera vencedores y vencidos, lo alimenta. Yo creo que esto es un error, sinceramente. Creo que, sin caer en las trampas de la derecha, a la sociedad valenciana se le pueden decir las verdades. Entre otras cosas, porque hemos visto desde tiempos de Joan Lerma que ese intento de apaciguar a la derecha a través de no provocarla no ha funcionado. Si se me permite la metáfora, viene provocada de casa.

Es un error de la izquierda no confrontar con la derecha, ese intento de no provocar no ha funcionado”

Lo que estamos viendo ahora es que, incluso, hay una voluntad de romper los consensos históricos. La Llei d’Ús i Esenyament del Valencià contó con la abstención de Alianza Popular. El acuerdo de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, fue entre el PP y el PSOE y se incluyó en el Estatuto. Están yendo más allá de sus propios acuerdos, están intentando romper los consensos. También es verdad de que el contexto influye. El pacto de entonces a nivel estatal entre PP y CiU facilitó el acuerdo de la AVL. Pero ahora, cuando el PP se ve con la cuerda al cuello, sobre todo a raíz de la dana, usan estos discursos porque piensan que les dan el rédito electoral. Es una manera de conflictuar el valenciano que tienen asociado a una determinada ideología, cuando el valenciano tendría que ser de todos: de la gente de izquierdas, de derechas o de personas más moderadas.

Hablaba de conflictuar. ¿Cree que el conflicto en torno a una lengua acaba perjudicando su uso?

Sin duda. Por eso lo hacen. En el castellano nadie cuestiona la normativa, pese a que esta no se ajusta a la forma que se habla en muchos pueblos. ¿Por qué en el valenciano no hacen lo mismo? En el castellano nadie plantea no estudiar a García Márquez ni a Borges en las escuelas, ¿por qué esto sí sucede con el valenciano? El objetivo de conflictuar una lengua es no conseguir la igualdad. 

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Usted ha sido director de la Institució Alfons el Magnànim. ¿Qué le parece la creación de la nueva colección filológica que cuestiona parte de la actual normativa de la AVL?

Me parece mal que los políticos se metan a ordenar colecciones. Es un error usar las instituciones para eso. Yo tuve dos responsables políticos que no me dijeron en ningún caso qué libro se tenía que publicar y cuál no. Tampoco lo hubiera aceptado. Un político, lo que tiene que hacer es aceptar los consensos estatutarios. Como usuario yo puedo discutir los acentos diacríticos, pero como director del Magànim, cuando se produjo el cambio normativo en estos acentos, los aceptamos como no podía ser de otro modo. No soy nadie para cuestionar la normativa del valenciano. Muchos políticos harían bien en no meterse en estas cuestiones. Si realmente el presidente de la Diputación de Valencia, Vicent Mompó, quiere fomentar el uso del valenciano, estos debates no ayudan.

Me parece mal que los políticos se metan a ordenar colecciones de libros”

¿Qué mensaje traslada un gobierno que, en una campaña institucional como la del 9 d'Octubre, utiliza un término que no está aceptado por la AVL?

La idea que el valenciano es prescindible, que se puede escribir de cualquier manera, que no es una lengua seria, que no es una lengua de cultura y que, en general, no nos la tenemos que tomar seriamente. Y esto es una gran irresponsabilidad. Y merece la condena social. Esto no lo harían en el castellano. Enseguida hubieran corregido las faltas y hubieran pedido disculpas.

En el epílogo del libro usted se pregunta por el futuro del valenciano y admite que es de las personas que ven el vaso medio lleno, a pesar de todas las encuestas sobre la bajada del uso social de la lengua. ¿Qué le hace ser optimista?

Las encuestas reflejan una realidad que es producto de muchos procesos, pero hay uno muy importante: el cambio demográfico. En 60 años, se ha duplicado la población. Una parte de esa emigración no se ha integrado lingüísticamente. También porque en el franquismo no había ni incentivos para la integración lingüística. Es cierto que una parte de los inmigrantes sí que ha hecho un esfuerzo para favorecer que sus hijos y nietos estudien en valenciano.

¿Qué me hace ser moderadamente optimista? El hecho de que hoy hay más usuarios que nunca alfabetizados en valenciano, que se compran libros que nunca o que se consume mucha música en nuestra lengua. Además, a pesar de las dificultades, muchos padres hablan en valenciano y  escolarizan a sus hijos en esta lengua. La consulta del valenciano en las aulas, ha demostrado que muchos progenitores, también castellanohablantes, han optado porque el valenciano sea una lengua del futuro. Así, a pesar de todo, sigue siendo una lengua viva. Esto me hace ver el vaso medio lleno. También significa que queda mucho para llenarlo. Tenemos un reto sobre el uso lingüístico de los jóvenes, sobre las plataformas digitales y las nuevas tecnologías. Se ha incidido mucho y bien en la escuela, que es un factor, pero hoy hay otros muchos factores de socialización de los jóvenes y allí tenemos muchos retos. No haré un discurso autocomplaciente, pero no podemos olvidar que los que quieren que el valenciano sea una lengua subordinada también quieren que estemos deprimidos y que seamos pesimistas.