El debate de Política General de la Comunitat Valenciana reveló la estrategia del PP de Carlos Mazón de azuzar el debate identitario con críticas a la AVL, un enésimo anuncio de una ley de señas de identidad y la propuesta estrella de intentar que los estudiantes valencianos puedan elegir entre el examen de valenciano y castellano en las pruebas de la PAU. Una iniciativa en que, pese a la negativa del Gobierno, el conseller de Educación insiste incluso con un vídeo interpelando directamente a los alumnos (y futuros votantes). Una apuesta política, en un momento complicado para el PP, que vuelve a cuestionar si esta cuestión todavía da votos.
En una entrevista reciente con el sociólogo Vicent Flor con motivo de la publicación de su libro Contra la llengua dels valencians. Una batalla per la cultura (Editorial Afers, 2025), este doctor en Sociología apuntaba que si el PP lo hace es porque entiende que electoralmente le beneficia. En su libro, Flor analiza la base social secesionista (aquellos que opinan que el valenciano y el catalán son lenguas distintas) y el resultado es bastante claro.
El autor examina el fenómeno a través de la incorporación en encuestas del CIS de los años 2001, 2002, 2003 y 2004, a iniciativa del gobierno valenciano de entonces, de una pregunta, “bastante cuestionable”, sobre la unidad de la lengua. A los encuestados les preguntaron: “Respecto a la identidad del valenciano, ¿con qué frase se identifica usted en mayor medida?”. Dos eran las posibles respuestas: “Una lengua diferente y diferenciada del catalán” o “la misma que se habla en Cataluña y las Islas Baleares”. Aunque Flor defiende que la cuestión de haberse planteado de forma diferente el resultado sería distinto -por ejemplo, haber preguntado si consideraban el valenciano una lengua compartida con Catalunya que se denomina valenciano- el resultado del CIS era contundente. “El secesionismo lingüístico sería claramente mayoritario, oscilando entre el 62,6% y el 72,5%”.
De las encuestas, a Flor le llama la atención la diferencia entre porcentajes con tan solo un año de diferencia (2002 y 2003) ante un mismo diseño muestral y un mismo número de encuestados y recoge las tesis de Rafael Castelló que “ante una pregunta que el entrevistado no está en condiciones técnicas de responder, la aleatorización de la respuesta por parte del entrevistado es muy mayor”, lo que explicaría el salto porcentual.
La tabla con las encuestas del CIS que aparece en el libro de Vicent Flor.
Con todo, las cifras son bastante evidentes y, como apuntaba Flor en la entrevista del pasado fin de semana en La Vanguardia, demuestran en este campo, “los discursos de la identidad valenciana hegemónicos son los que promueve la derecha”. El sociólogo subraya los efectos de una transición democrática con vencedores y vencidos en la batalla de València, lo que explicaría la posición de la izquierda (como se ha visto ahora que Mazón vuelve a agitar esta bandera) de rehuir el debate.
Y es que, según se recoge en Contra la llengua dels valencians. Una batalla per la cultura (Editorial Afers, 2025), antes de la batalla de los 80, los números eran diferentes. Explica Flor que El Consell preautonòmic del País Valencià “encargó una encuesta que —a pesar de la cautela que hay que tener, puesto que los resultados eran favorables a las posiciones del presidente socialista de entonces, Josep Lluís Albinyana— otorgaba al secesionismo idiomático una base de un tercio aproximadamente de la población valenciana: un 35% de personas consideraría que catalán y valenciano eran dos lenguas diferentes frente a un 49% que defendería la unidad lingüística”. Unos porcentajes que se dieron la vuelta en 20 años.
En una encuesta anterior del Consell preautonòmic, el resultado sería favorable a los partidarios de la unidad de la lengua
Las encuestas del CIS son trabajadas por Flor que apunta datos que, aunque hayan podido quedar desfasados, dan pistas sobre las bases sociales del fenómeno secesionista. Así, señala que el secesionismo sería más grande en las mujeres que en los hombres; en las personas grandes que en los jóvenes -lo cual podría ser consecuencia del superior capital educativo-; en las comarcas de Alicante, donde el castellano tiene una presencia más significativa (contrariamente, haber nacido o no en el País Valenciano no aporta diferencias significativas); más en las personas sin estudios que con las que tienen estudios secundarios o universitarios y entre jubilados y amas de casa que en estudiantes. “Es decir, el secesionismo idiomático se daría en un grado más alto entre las personas con menos nivel de escolarización”.
Una circunstancia que puede hacer que los porcentajes hayan cambiado de forma considerable durante lo últimos años en una sociedad con un mayor nivel de estudios donde, recordemos, se enseña que el valenciano es la misma lengua que el catalán.


