Una saga de lutieres: el comercio centenario que resiste a la turistificación del centro de València

Sociedad

El Taller Luthier Gaspar, fundado en 1908, continúa su negocio artesano en Ciutat Vella tras sortear un cierre por jubilación 

El lutier Naza Gadán trabaja en su taller de la calle Moro Zeit.

El lutier Naza Gadán trabaja en su taller de la calle Moro Zeit.

Antonio Cantos

No es fácil encontrar el Taller Luthier Musical Gaspar. En una calle sin salida (Moro Zeit) y frente un descampado que promete desde hace tres décadas convertirse en un hermoso parque, se ubica un comercio que resiste en un centro histórico cambiante donde muchos negocios tradicionales han cerrado la persiana para no abrirse más, para convertirse en otro supermercado o incluso para convertirse en un piso turístico. En la puerta de esta emblemática casa de artesanos hay una pegatina con un mensaje en inglés (don´t disturb) para evitar que los turistas que, por casualidad, se encuentran con el local, llamen a la puerta y entren para fotografiar el sinfín de vistosas guitarras que se acumulan para ser reparadas. “Entraban sin saludar, interrumpiendo cualquier proceso de fabricación, grababan un video y sin mediar palabra, se iban”, comenta Naza Gadán, el lutier que ha recogido el testigo de una saga, los Gaspar, que llevan desde 1908 fabricando y reparando guitarras, bandurrias, laudes o mandolinas.

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Pese a los cambios experimentados en el barrio en los últimos años, este lutier argentino ha dado continuidad a una familia de artesanos que fundó un pequeño taller en 1908 y que siempre ha vivido en diferentes emplazamientos del centro de València. “Estaría cerrado ya si no ofreciéramos un servicio singular, pero nuestros clientes son fieles y, pese a las dificultades de movilidad y acceso, siguen acudiendo desde otras zonas de la ciudad y del área metropolitana”, explica Gadán a La Vanguardia durante una plácida conversación rodeados de instrumentos y herramientas. En la actualidad, el taller tiene más de 60 guitarras en proceso de reparación. Entre sus clientes, músicos de la talla de Andreu Valor o Borja Penalva. 

Durante la charla salen a la palestra las cifras de un estudio del Ayuntamiento de València que subrayaba que en Ciutat Vella había un 17,7% de comercios cerrados; el informe advertía de la reconversión de tiendas pensadas para los vecinos en negocios destinados hacia los visitantes. Frente a este proceso de turistificación Naza es claro: “Yo siempre he tenido muy claro que no me quiero ir del barrio”.

Por ello, cuando este argentino recibió en 2009 la oferta de su suegro que se iba a jubilar de coger las riendas del negocio, no dudó ni un momento en aceptar el reto.

Salvador Gaspar en su negocio de la calle Alta, 54.

Salvador Gaspar en su negocio de la calle Alta, 54.

Familia Gaspar

Salvador Gaspar García (1874–1942), discípulo del renombrado Salvador Ibáñez, abrió su primer taller en la calle Alta nº 54 de Valencia en 1908. Este artesano rápidamente destacó por la calidad de sus guitarras de concierto. De hecho, participó en las Exposiciones Regional y Nacional de 1909 y 1910, donde fue premiado con dos medallas talladas por Mariano Benlliure, que la familia todavía guarda con mucho cariño. Tras su fallecimiento, fue hijo Agustín quien se hizo cargo del negocio que se trasladó, en 1960, a la calle Moro Zeit. 

Listado de precios de la tienda de Agustín Gaspar.

Listado de precios de la tienda de Agustín Gaspar.

Familia Gaspar

El negocio familiar continúa con Vicente Gaspar, el nieto del fundador, pero amenaza con truncarse en el cambio de siglo, pues ninguno de sus dos hijos tienen intención de continuar con el taller de guitarras. 

Durante años, todo parecía encaminar el ya centenario negocio al cierre hasta que, Naza Gadán, la pareja de Pilar Gaspar (hija de Vicente), empezó, casi sin darse cuenta, a aprender el oficio. “Tras conocer a Pili, me vine de Argentina y, como ella estaba estudiando y no conocía a mucha gente, me pasaba horas en el taller y ayudaba a mi suegro en lo que podía. Empecé a especializarme en las guitarras eléctricas”, cuenta mientras saborea junto a pareja un mate que va rellenando poco a poco. 

Nazan Gadán durante la fabricación de una guitarra.

Naza Gadán durante la fabricación de una guitarra.

Antonio Cantos

Explican Naza y Pilar que los lutiers, acostumbrados a los instrumentos clásicos, tenían ciertas reticencias a trabajar con las guitarras eléctricas. Y a Naza, como técnico de sonido, se le daban bien este tipo de instrumentos cada vez más frecuentes en el panorama musical de los 2000. Poco a poco esta colaboración fue creciendo hasta que, cuando ya veía cerca su jubilación, una noche en una sobremesa, Vicente le preguntó: “¿Qué planes tienes de futuro?”. La respuesta fue un sí inmediato. Durante los años de transición, Naza fue aprendiendo con más detalle el oficio, negociando directamente con los clientes y asumiendo más responsabilidades en el negocio familiar. Una circunstancia que evitó otro cierre por jubilación y que el histórico taller no se haya convertido en un negocio más para turistas.

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