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València-Barcelona, tan cerca, tan lejos

Diario de València

Salvador Enguix Periodista

Juan Roig, valenciano y presidente de Mercadona; y Josep Sánchez Llibre, catalán y president de Foment del Treball. Ambos coincidían ayer en denunciar que las segunda y tercera capitales de España, Barcelona y València, no estén conectadas aún por alta velocidad. Días antes, el ministro Óscar Puente anunciaba que entre Madrid y Barcelona se podrían alcanzar los 350 kilómetros por hora, y que la distancia de 647 kilómetros se podría recorrer en dos horas. Con el Euromed, el tiempo que se tarda en ir de Barcelona a València, unos 350 kilómetros, es de más de tres horas, más tiempo del que se tardaba cuando se inauguró este modelo de ferrocarril, hará unos veinte años: se tardaban dos horas y cuarenta y cinco minutos. Entre Madrid y València, con una distancia similar, el tiempo es de una hora y media. Barcelona y València tan cerca en lo geográfico y tan lejos en el recorrido en tren; en coche pueden llegar a ser cuatro horas. Si añadimos lo que se tarda desde Alicante a Barcelona, 523 kilómetros, casi cien menos que entre Madrid y Barcelona, el tiempo de recorrido actual es de más de cinco horas.

El Euromed cruzando Tarragona 

Propias

La España circular, la que representa el corredor mediterráneo, sigue a años luz de la España radial, la que conecta Madrid con el resto de capitales españolas. Óscar Puente, sin embargo, ofreció ayer un mensaje de esperanza: “València y Barcelona estarán conectadas por alta velocidad en 2027”.  Lo  dijo en València, en la cumbre empresarial organizada por la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) que las obras del litoral (porque el corredor mediterráneo también contempla, sorprendentemente, el trazado desde Algeciras a Madrid y de Madrid a Barcelona), entre Almería y Francia, estarán finalizadas en ese mismo año. Quedan, reconoció, muchos tramos por finalizar y cuellos de botella por resolver. No dijo nada del caso del túnel pasante o de la futura Estación Central de València, de la que apenas se tiene noticia de su avance. Sin en túnel pasante, el corredor mediterráneo encontrará en València un “tapón”, un problema grave que dificultará la fluidez de los trenes de mercancías y pasajeros. El Gobierno recordó, y eso cierto, que ha metido mucho dinero en esta infraestructura, y lamentó las “prisas” en los plazos; pero el problema es que es inevitable comparar cómo otros trazados radiales se construyen a un ritmo acelerado, en beneficio principalmente de Madrid, mientras que los trazados transversales o en malla siguen castigando los tiempos de desplazamiento. 

Cualquiera que viva en València o Barcelona conoce la dificultad para organizar una jornada laboral en una de las dos capitales si se traslada en Euromed o Intercity. Mínimo tres horas, más los retrasos habituales. Casi imposible organizar una jornada laboral con garantías si se pretende ir y volver en el mismo día. Todas las obras ejecutadas, que han sido y son muchas, siguen sin acortar los tiempos. A lo que hay que sumar la poca frecuencia y los precios, que muchos días triplican el de un tren entre Madrid y València, donde las compañías privadas han logrado que la competencia beneficie a los pasajeros. Sigo confiando en lo que el comisionado del Gobierno para el corredor mediterráneo, Josep Vicent Boira, sigue defendiendo: que si las cosas se hacen bien llegará el día en que en menos de dos horas y media será posible desplazarse entre las dos capitales. Pero a mí aún me parece una idea lejana.

Ha habido históricamente una clara voluntad de mantener a València y Barcelona separadas en el tiempo para recorrer su distancia”

Ha habido históricamente una clara voluntad de mantener a València y Barcelona separadas en el tiempo para recorrer su distancia. Hay hechos históricos que alimentan esta hipótesis, como cuando José María Aznar se cargó el corredor mediterráneo del informe Van Miert en 2005. Se perdió una década, el tiempo que se tardó en recuperar el trazado para ser financiado por la Unión Europea. Aznar deseaba distanciar dos ciudades, y dos autonomías, cuyas economías, especialmente por la exportación, son una gran referencia al sur de Europa. Era una visión radial, centralista, con Madrid como epicentro de todas las cosas. José Luís Rodríguez Zapatero corrigió aquella barbaridad, pero desde entonces todo ha sido efectivo pero lento, muy lento para los intereses de valencianos y catalanes. Porque a día de hoy, viajar entre Barcelona y València es, en ocasiones, un problema, con lo que parece más fácil, para muchos, desplazar sus intereses, desde económicos o académicos, a Madrid. Eso era lo que se pretendía en tiempos de Aznar, y casi han ganado el objetivo. La España radial es una realidad; la otra, la periférica, sigue siendo un proyecto; por eso el anuncio ayer de Óscar Puente es significativo. Que Valencia y Barcelona ya no estén tan lejos gracias a la alta velocidad.