Cada año, cuando se acerca el Sorteo de Navidad que se celebra el 22 de diciembre, millones de españoles fantasean con la misma idea: escuchar su número, brindar y, poco después, pensar en renunciar al trabajo. Pero esa idea tentadora, y muy española, conlleva implicaciones económicas y laborales que son más complejas de lo que parecen.
¿Realmente puedo dejar de trabajar si me toca el Gordo de la Lotería de Navidad?
La respuesta corta es sí, pero tiene muchos matices. El Gordo concede 400.000 euros, pero, tras aplicar el impuesto correspondiente, que ronda el 20%, el ganador recibe 328.000 euros netos, aproximadamente. Con esa cifra surge la gran pregunta: ¿es suficiente para dejar de trabajar? Según datos del INE, el gasto medio por hogar en España en 2024 fue de 34.044 euros anuales, lo que permite concluir que el premio permitiría vivir algo más de 9 años y 7 meses sin ingresos laborales, siempre que el nivel de gasto se mantenga estable.
Una agraciada con una participación del Gordo de la Lotería de Navidad rodeada de medios
Sin embargo, dejar el trabajo de manera impulsiva, fruto de la alegría y de ver una gran cantidad de dinero en tu cuenta, puede acarrear consecuencias. Por ejemplo, renunciar de manera voluntaria implica perder derechos clave, como el acceso a prestaciones por desempleo. Además, si no se respeta el preaviso establecido en el convenio, la empresa puede descontar los días no comunicados del finiquito, perdiendo dinero.
Por este motivo, muchos expertos recomiendan optar por una excedencia voluntaria, una fórmula recogida en el artículo 46 del Estatuto de los Trabajadores. Esta alternativa permite suspender el contrato durante varios meses o años, mantener la antigüedad y conservar el derecho a regresar cuando haya pasado el impacto inicial del premio.
De ganar la lotería a la bancarrota solo hay un pequeño paso
Pero más allá de las cuestiones laborales, existe un riesgo mayor: la mala gestión del dinero. Según expertos en asesoramiento financiero, más del 70% de ganadores de grandes premios arruina todo su patrimonio en menos de cinco años. El derroche, las inversiones fallidas y las decisiones impulsivas suelen ser los principales causantes de esta bancarrota.
Por ello, tanto analistas financieros como expertos laborales coinciden en el mismo mensaje: no conviene jubilarse de repente. Mantener el empleo, planificar con calma y recibir asesoramiento profesional son pasos esenciales para evitar que un golpe de suerte termine convirtiéndose en un problema económico a medio plazo.

