Su silueta resulta inconfundible. Una cabeza en forma de calavera, dos huesos cruzados (los famosos ‘crossbones’) y un par de equis en lugar de ojos. Companion, la creación más icónica de KAWS, se codea de tú a tú con las obras más famosas de la cultura pop. Está a la altura del Balloon Dog de Jeff Koons, la lata de sopa de tomate de Andy Warhol o el mismísimo Mickey Mouse de Walt Disney. Este último, por cierto, con sus proporciones infantiloides – piernas cortas, brazos largos, pantalón corto con dos grandes botones y manos de dimensiones generosas- inspiró al artista neoyorquino para crear su obra más reconocible, según informan al visitante en el Museo Moco de Ámsterdam. Companion hunde sus raíces en los personajes de los comics, pero acaba conectando con una audiencia mucho mayor al transmitir sensaciones tan humanas como la vulnerabilidad, la inocencia o la osadía.
En su afán por explorar nuevos terrenos creativos y propiciar cruces culturales inesperados, la casa de Alta Relojería suiza, Audemars Piguet, acaba de presentar Royal Oak Concept Tourbillon Companion, una edición limitada de 43 mm de su mítico reloj, convertido ahora en una auténtica obra de arte diseñada en colaboración con KAWS. En la Manufactura lo llaman cariñosamente AP x KAWS y nace con diseño y exclusividad a partes iguales: futurista, elegante, insólito y en una tirada de solo 250 ejemplares. Un lujo al alcance de muy pocos que convertirá a sus afortunados dueños en auténticos museos urbanos en movimiento con un Companion en sus muñecas.

Un diseño de una tirada de solo 250 ejemplares futurista, elegante, insólito
Un desafío urbano para un reloj exquisito
No es la primera vez que la casa suiza interactúa con las vanguardias artísticas. Desde hace años viene auspiciando a artistas contemporáneos, como las sesiones de electrónica de Keinemusik en sus AP x Música. También comisionan exposiciones con artistas de la talla de Alexandra Pirici dentro del programa AP x Arte. La fuerza arrolladora de KAWS reclamaba algo más. Un lugar donde su criatura más exquisita, la calavera más cool sobre la faz de la Tierra, tuviera un lugar destacado. Y nada como un Tourbillon de titanio desde donde Companion observa en silencio a su dueño, como guardián inquietante de las horas y minutos.
Acostumbrado a doblegar convencionalismos y códigos, KAWS propone un reloj sin agujas. En su lugar, el paso del tiempo se muestra con una innovadora indicación periférica de la hora. Todo a su alrededor se vuelve industrial, sobrio, de intensa solidez. Ilaria Resta, CEO de Audemars Piguet, reconoce que “KAWS ha llevado la colaboración a una nueva dimensión. Al colocar un Companion en miniatura en el corazón del Royal Oak Concept, no solo nos ha desafiado a traspasar nuevos límites, sino que también nos ha animado a contemplar nuestro oficio desde una perspectiva más humana”.

Acostumbrado a doblegar convencionalismos y códigos, KAWS propone un reloj sin agujas
De los muros de Manhattan a Christie’s
A mediados de los 90, Brian Donnely, hoy conocido como KAWS, recién salido de la School of Visual Arts in New York, compaginaba sus primeros trabajos como background painter en películas de animación, como 101 Dálmatas, con intervenciones urbanas sobre los muros de Manhattan y New Jersey. Dejaba ‘tags’ (firmas) con un alias peculiar: KAWS. El término no significa nada, pero al joven grafitero le parecía que las cuatro letras juntas destilaban fuerza. Un día decidió cambiar de estilo e incorporar figuras inspiradas en los comics. En vez de firmar a secas, estampaba sus personajes en las marquesinas de los autobuses. De ahí pasó a diseñar sus primeros toys de vinilo en Japón.
Acababa de nacer Companion. Un cuarto de siglo después, este peculiar personaje que evoca tanto la vida como la muerte, lo real como lo falso, ha recorrido el mundo entero vestido con diversos materiales. Es un clásico entre los pequeños ‘toys’ de vinilo, pero también ha adoptado el formato de esculturas a gran escala, versiones hinchables flotantes y hasta ha hecho sus pinitos como realidad aumentada. Su silueta con diseños extravagantes saluda a coleccionistas y curiosos en las principales galerías de arte. Un objeto de culto por el que se han llegado a pagar sumas que superan las seis cifras en las subastas de la prestigiosa Christie’s.

A mediados de los 90, Brian Donnely, hoy conocido como KAWS, compaginaba sus primeros trabajos como background painter en películas de animación con intervenciones urbanas
Un guiño a aquellas viejas marquesinas
Su última osadía llega a de la mano de Audemars Piguet. Es el fruto de dos intensos años de trabajo y promete también ser un imán para coleccionistas. “El mundo de la relojería me parece fascinante y los artesanos de Audemars Piguet son excepcionales en su oficio. Es todo un honor que mi reloj forme parte del catálogo de una compañía con más de cien años de excelencia relojera”, señala el artista.
En un guiño nostálgico de aquellos primeros personajes que se asomaban a las marquesinas, un Companion en miniatura observa desde el otro lado del cristal de zafiro del nuevo Royal Oak Concept Tourbillon del mismo nombre. Está tallado en titanio en dos tonos de gris, y arropado por el nuevo movimiento de cuerda manual con horas y minutos periféricos, el Calibre 2979. “Hemos trascendido los límites de la tecnología relojera para crear un entorno espectacular con el personaje en el centro, rodeado de un novedoso sistema de indicación de la hora y los minutos ubicado en la parte externa del movimiento”, explica Lucas Raggi, director de Investigación y Desarrollo de Audemars Piguet. En el centro, el pecho hueco del Companion deja ver el tourbillon del reloj, auténtico corazón de pequeña gran obra de arte. Un corazón que palpita gracias a una complicación de máxima precisión diseñada para contrarrestar la acción de la gravedad.
Arte y exactitud que se rubrica en el reverso del reloj con tres inscripciones talladas a láser: ‘Swiss’, ‘39 jewels’ (por sus 39 rubíes) y la firma ‘Audemars Piguet’. Una obra de arte que satisface el placer de los amantes de la alta relojería por tener a su lado objetos exclusivos. Porque, como siempre cuentan los coleccionistas, un coche de lujo se queda aparcado en el garaje. Un Matisse o un Picasso, lucirá en la pared del salón. Un reloj, en cambio, acompaña siempre a su dueño discretamente en la muñeca.