Las chucherías que “te mereces”. Un poco de helado porque “estás de bajón”. La lata de refresco para combatir el calor. El trozo de tarta “para celebralo”. Si después de darte esos pequeños antojos tienes la necesidad de comer una y hasta dos más, puede que tengas un posible problema de adicción al azúcar.
Marcada por la sensación de placer que produce en el organismo del individuo que lo consume, el azúcar es el enemigo número uno de la salud. Vale que podríamos echar la culpa a la dopamina -uno de los mensajeros químicos del sistema nervioso central y el neurotransmisor que fabricamos sobre todo cuando nos sentimos recompensados, que en cuanto es baja hace que nos pongamos tristes e irritables-, pero pudiendo hacer elecciones conscientes, qué mejor que cuidar nuestra salud.
Lustig: “Muchos de los sustitutos de azúcar que se utilizan hoy en día contribuyen a enfermedades como la demencia”.
El consumo excesivo de azúcar altera los niveles de glucosa en la sangre, lo que puede llevar a resistencia a la insulina y aumentar el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, obesidad, enfermedades cardiovasculares e incluso problemas en el hígado. Además, el azúcar refinado es altamente calórico pero carece de nutrientes esenciales, lo que contribuye a la malnutrición y al debilitamiento del sistema inmunológico.
El doctor Robert Lustig es uno de los mayores expertos en adicción al azúcar. Pediatra, endocrinólogo y experto en obesidad, lleva lidiando durante décadas contra este mal, ya calificado como la “pandemia del siglo XXI”.
Robert Lustig: “Cualquier cosa que lleve 'azúcar' entre sus tres primeros ingredientes puede considerarse postre”
El especialista es el último invitado del podcast The Diary of a CEO, desde donde ataca directamente al azúcar en todas sus formas. “Nuestro cerebro está secuestrado en un ciclo eterno de consumo y miseria”, sentencia, nada más comenzar su discurso en contra de la adicción.
Lustig habla entonces de la dopamina, un neurotransmisor que transmite señales entre las células nerviosas del cerebro y participa en funciones esenciales como el control del movimiento, la memoria, el aprendizaje y el sistema de recompensa. Centrado en esto último, es mal llamada la “hormona de la felicidad”, pues se libera como estímulo para obtener recompensas y durante experiencias placenteras.
Lustig explica cómo el exceso de azúcar activa la dopamina, activando los centros de placer del cerebro de forma similar a algunas drogas, causando antojos intensos y dificultad para controlar su consumo. “A mayor dopamina, mayor tolerancia. Pero cuando las neuronas comienzan a morir, empieza la adicción”, advierte.
“La primera vez que lo pruebas, te gusta. Te sientes genial, quieres más, eres feliz. Le has dado a tu cuerpo un punch de dopamina. La segunda vez, lo quieres. La tercera vez, lo necesitas”, advierte. “A todos nos gusta, nadie quiere quitar eso. Quererlo, bueno: no tiene por qué traer problemas, puede evitarse. Necesitarlo, por otra parte... Ahí es donde comienzan los problemas”.
“El azúcar está provocando una disfunción neuronal y cada vez más pacientes deprimidos”.
El médico, no obstante, asegura que hay maneras de solucionar este problema. Ahora bien, ninguna sucederá de la noche a la mañana. “Hay una tendencia ahora mismo que se llama 'Ayuno de dopamina', que consiste en quedarse 21 días sin estímulos”, cuenta, haciendo referencia a un tratamiento, utilizado sobre todo con adictos a sustancias como la cocaína.
Robert Lustig: “Si un alimento lleva una etiqueta, está procesado”
”Puedes hacer abstinencia. Si lo consigues, sobre todo cuando el azúcar está por todas partes, es una auténtica prueba de fuego”, insiste.
Entre otros métodos, el médico también sugiere aumentar el consumo de agua, optar por alimentos naturales y hacer más ejercicio para controlar el estrés. “Lleva tiempo. Hay gente que necesita a alguien encima 24 horas y que les transformen toda su vida, el azúcar tiene 262 nombres actualmente; está en todas partes”.
