Sonia Cardona, docente española en Irlanda: “Los alumnos irlandeses tienen más respeto hacia la figura del profesor, porque socialmente está mejor valorada. Aun así, la cercanía es muy parecida a la de España”

Española en Irlanda

“Donde se nota la diferencia es en los salarios de los profesores, cada seis meses suben y con la antigüedad crecen, desde varios cientos hasta miles de euros más al año. Ese marca una diferencia muy clara respecto a España”, cuenta Cardona

Sonia Cardona, docente española en Irlanda

Sonia Cardona, docente española en Irlanda

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“Yo no tuve ese miedo de empezar en otro país, siempre he sido muy independiente y aventurera, pero sí me impactó llegar allí y ver que, de repente, pasas de que todo te resulte fácil a tener que reaprenderlo todo”, así lo cuenta Sonia Cardona, una joven que dejó España para rehacer su vida como docente en Irlanda. Una española más que decidió emprender una nueva aventura en busca de oportunidades en el extranjero.

“Lo más duro fue dejar a mi gente, sobre todo a mi madre, que lo pasó fatal porque me mudé en apenas 15 días”, recuerda. Sonia, maestra de Educación Primaria, decidió dar el paso tras comprobar que “el panorama docente en España no era el ideal”, explica a La Vanguardia.

“Tras trabajar allí en varias guarderías, por fin acabé ejerciendo como docente de primaria en Irlanda, una experiencia que me marcó muchísimo tanto a nivel personal como profesional”, añade. Además, hoy lidera su propio proyecto, Profes Nómadas, con el que acompaña a maestros españoles que quieren dar el salto al extranjero y trabajar en educación fuera de España.

La adaptación a Irlanda: el proceso paso a paso

¿Cómo recuerda los primeros meses en Irlanda y su adaptación al estilo de vida irlandés?

Los recuerdo como un cóctel de emociones: ilusión, adrenalina y mucha ansiedad. No podía estar quieta en casa; terminaba de trabajar y necesitaba salir a descubrirlo todo, desde pubs hasta parques o calles nuevas. Fue una etapa muy frenética, con momentos preciosos pero también caóticos. Me rodeé de mucha gente que estaba en la misma situación que yo, aunque algunos estaban solo de paso, lo que hizo que al principio me costara un poco más sentir estabilidad.

¿Cómo describiría la acogida de los irlandeses, tanto en su vida personal como dentro de las escuelas?

Muy positiva. He tenido situaciones de ir por la calle o estar en la parada del bus y que alguien se acercara a ayudarme sin yo pedirlo. Son gente dispuesta a echar una mano siempre. Y en los colegios me sentí muy arropada desde el principio: mis compañeras me apoyaron muchísimo. Obviamente no todo el mundo es maravilloso, como en cualquier sitio, pero en general viví una acogida de diez.

¿Qué diferencias más llamativas ha notado entre la vida en España y en Irlanda, tanto en lo cotidiano como en lo social?

En lo cotidiano, los horarios: cenar a las seis de la tarde me parecía surrealista. En lo social, me llamó la atención lo rápido que los irlandeses entablan conversación. También son infinitamente más polite: en una sola frase pueden decirte cinco veces que sí o que gracias. Y aunque son muy acogedores y divertidos como nosotros, cuesta más construir relaciones profundas y duraderas. Lo más fácil es conectar cuando se convive con ellos, porque de otro modo suelen estar muy ocupados con sus propias rutinas.

¿Qué cosas empezó a valorar más de España una vez que vivió fuera?

El clima, la gastronomía y la vida en la calle. En Irlanda todo es más indoor, así que eché mucho de menos las terrazas y el tapeo. También, tener a mi familia cerca: en Irlanda eran tres horas de vuelo y solo podía verles cada cierto tiempo, y eso me hizo darme cuenta de lo importante que es para mí tener a mi familia y a mis amigas cerca.

El sistema educativo irlandés y sus diferencias con España

En el ámbito educativo, ¿qué diferencias destacaría entre ser maestra en España y en Irlanda?

La flexibilidad. En Irlanda sentí más libertad para adaptar la enseñanza y menos presión por seguir un libro de texto al pie de la letra. La enseñanza está más enfocada a lo práctico y menos a lo teórico. Y la segunda, los ratios: en Irlanda hay menos niños por docente, lo que permite una atención más personalizada. No quiero decir que sea un sistema perfecto, porque también tiene sus retos, pero sí encontré un enfoque mucho más vinculado a la vida real y a la funcionalidad de lo que se aprende.

Sonia Cardona, docente española en Irlanda

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¿Cómo son los alumnos irlandeses comparados con los españoles en cuanto a comportamiento, motivación o relación con el profesorado?

Es una relación bastante similar a la que tienen los docentes con los alumnos en España, aunque sí noté que los alumnos irlandeses muestran un poco más de respeto hacia la figura del docente, porque socialmente está mejor valorada. Aun así, la cercanía y el vínculo emocional con los profesores es muy parecido al de España. Existe una mala fama de que los menores irlandeses son irrespetuosos o que tienen todo permitido, pero desde mi experiencia puedo asegurar que esto ocurre al mismo nivel que en España o incluso menos.

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¿Qué diferencias ha observado en la forma de enseñar: uso de fichas, metodologías o recursos digitales?

En Irlanda se usan más recursos prácticos y digitales, y menos fichas repetitivas. Hay un enfoque muy fuerte en el trabajo por proyectos y en la inclusión. La enseñanza es mucho más práctica: en el colegio donde trabajé, por ejemplo, había un aula que era una cocina, se daban clases de yoga o fútbol, salíamos a pasear todos los días, aprendían a usar dinero real, a ir a comprar, a coger el bus… Todo estaba orientado a que adquirieran competencias para la vida cotidiana.

También noté que estaban más avanzados en el uso de recursos digitales. Me viene a la cabeza, por ejemplo, Cubbie, una herramienta sensorial que ayuda a los alumnos con necesidades especiales a autorregularse y estar en condiciones óptimas para aprender. Ese tipo de recursos, tan pensados para la inclusión y el bienestar de los niños, me parecieron un gran diferencial respecto a lo que había visto en España.

Sonia Cardona, docente española en Irlanda

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¿Se nota una mayor inversión económica en la educación en Irlanda frente a España? ¿En qué aspectos se refleja más?

Sí, sobre todo en infraestructuras y recursos dentro del aula. Desde pizarras digitales hasta materiales para actividades creativas, había más disponibilidad que en España. No obstante, tampoco me pareció algo descomunal. Donde realmente se nota la diferencia es en los salarios de los docentes: cada seis meses suben oficialmente, y con la antigüedad crecen de forma significativa, desde varios cientos hasta miles de euros más al año. Esa estabilidad y reconocimiento económico marcan una diferencia muy clara respecto a España.

En términos económicos, ¿cómo compararía los sueldos y la capacidad de ahorro de un docente en Irlanda frente a España?

El sueldo es más alto y, aunque el coste de vida también lo es, la capacidad de ahorro es mayor que en España. Muchos compañeros podían permitirse viajar a menudo o ahorrar para proyectos personales, como por ejemplo poder vivir en un piso con su pareja, sin tener que compartir con más compañeros o vivir con sus familiares.

¿Qué retos pedagógicos encontró al enseñar en un sistema distinto y cómo los superó?

Los mayores retos llegaron cuando pasé de trabajar en una crèche (escuela infantil) a primaria. El sistema era completamente distinto y había que documentarlo todo de otra manera: qué se enseñaba, qué iba a aprender cada alumno, los planes trimestrales y anuales… Fue un choque, porque aunque como docente sé lo que es enseñar, tuve que aprender a adaptarme a los requisitos legales y a la forma de trabajar en otro país.

Por suerte, conté con el apoyo de compañeras y una directora que me dieron muchísima libertad. Mi paralela de clase fue clave: me enseñó, compartió materiales conmigo y me guió en los primeros pasos. Además, Irlanda tiene un sistema muy flexible: no existe un currículum rígido, sino objetivos que los alumnos deben alcanzar, y el docente tiene plena libertad para decidir cómo impartirlos, siempre que quede documentado. Esa confianza en la labor del profesor fue clave para que pudiera adaptarme con éxito.

Sonia Cardona, docente española en Irlanda

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Profesores Nómadas: el proyecto personal que impulsa el cambio educativo

¿Qué le llevó a crear Profes Nómadas y qué busca aportar a otros maestros que quieran dar el salto al extranjero?

Lo creé porque, tras mi propia experiencia siendo profe en Irlanda, empecé a recibir a diario mensajes de otros maestros. Algunos ya estaban allí trabajando en guarderías y querían dar el salto a primaria o secundaria, y otros seguían en España con el deseo de ser docentes fuera, pero sin saber cómo empezar. Vi que había un miedo y una necesidad enorme: mucha gente quería hacerlo, pero no encontraba el camino. Yo misma había pasado por esa situación y sabía lo duro que era afrontarlo en solitario. Me sentí muy sola al principio y me costó mucho entender los trámites y el sistema educativo. Quise crear Profes Nómadas para que ningún maestro español tenga que pasar por ese camino a ciegas, sino que lo viva con apoyo y claridad.

Como siempre he sentido vocación por ayudar, decidí dejar de compaginar mi trabajo en los colegios con este apoyo y volcarme al cien por cien en crear un programa que facilitara a los docentes españoles su inserción laboral en Irlanda. Mi objetivo con Profesores Nómadas es que ningún maestro tenga que enfrentarse solo a ese proceso y que pueda cumplir su sueño de ser docente en el extranjero con seguridad y acompañamiento.

Si una maestra española le dijera hoy que está pensando en irse a trabajar fuera, ¿qué consejo práctico le daría?

Le diría que lo hiciera. Salir al extranjero te abre la mente y te hace crecer de una forma increíble, incluso aunque la experiencia no sea perfecta. Todo lo que aprendes, lo que te gusta y lo que no, se convierte en crecimiento personal y profesional.

Mi consejo sería que no deje pasar esa idea, que la agarre y la convierta en acción. Que no tenga miedo: si otros docentes lo han logrado, ella también puede hacerlo. Habrá trabas en el camino, sí, pero todo es superable.

Y si quiere sentirse acompañada en el proceso, ahí estamos nosotros para guiarle paso a paso. Irse fuera es un salto increíble, pero con un buen plan se disfruta mucho más.

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