Tu historia
Españoles en el extranjero
En La Vanguardia queremos contar tu experiencia en otros países. ¿Te has mudado fuera de España porque tu trabajo está mejor valorado en el extranjero? ¿Has cruzado las fronteras por amor? Si has cambiado de vida lejos de casa, escríbenos a [email protected]
Tras acabar la carrera de Marketing y pasar por varias tiendas de ropa en busca de algunos ahorros, hastiado de no encontrar trabajo de lo suyo, Erik Nieva dejó su rutina en España para dar el salto al otro lado del Atlántico y probar suerte con el “sueño americano”. Con solo 23 años y un contrato de verano como socorrista en Kentucky, quería comprobar por sí mismo si ese ideal que tantas veces había visto en las películas existía de verdad. Tres meses después, regresó con una mochila llena de experiencias, muchos más ahorros de los que habría conseguido en España en el mismo periodo de tiempo y una certeza: la vida en Estados Unidos no es tan perfecta como la pintan. Entre la abundancia de comida basura, la obsesión por el trabajo y el miedo silencioso a las armas, descubrió un país fascinante, pero lleno de contrastes.
Hoy, de vuelta en España y a punto de marcharse a Dublín, Erik reflexiona sobre lo que aprendió en ese tiempo: que el “sueño americano” existe, sí, pero que a veces olvidamos lo mucho que vale lo que ya tenemos aquí.
¿Qué te llevó a irte a Estados Unidos? ¿Fue una decisión más económica que personal?
Lo que me empujó a irme fue el famoso “sueño americano”, ese que tantas veces ves en Disney o en las películas de Hollywood. Siempre había sentido curiosidad por vivirlo en primera persona. Tuve que ir a través de una agencia externa que se quedaba con una parte importante de lo que ganaba. En total fueron unos 2.000 euros de gestión, más los vuelos, así que no era precisamente barato. Aun así, me apetecía vivir la experiencia y pude ahorrar.
¿Sentías que en España era imposible ahorrar o tener una independencia real con tu sueldo?
Sí, totalmente. En España es casi imposible emanciparse con un trabajo básico o justo después de graduarte. Por eso decidí irme fuera un tiempo, tanto para conocer mundo como para aprovechar la oportunidad de ahorrar. En lugares como Irlanda o Estados Unidos, los salarios son más altos y puedes construirte una base económica más sólida.
Además de ahorrar, Erik ha podido viajar y visitar algunos de los lugares más emblemáticos de Estados Unidos
¿Qué tipo de trabajos suelen hacer los jóvenes allí y cuánto se puede ganar con uno básico?
La mayoría trabaja en puestos como camareros, en cadenas de comida rápida, de socorristas o en heladerías. Suelen pagar entre 13 y 16 dólares la hora. En mi caso ganaba 16, más 24 horas extra, así que no estaba mal. También tuve un segundo trabajo, en el que cobraba 11 dólares. Si trabajas de camarero, el sueldo base es más bajo, pero las propinas pueden marcar una gran diferencia.
¿De qué trabajabas exactamente?
Era socorrista en un parque acuático dentro de un parque de atracciones, en Louisville, Kentucky. Lo curioso es que la mayoría de mis compañeros tenían entre 15 y 17 años, aunque era un trabajo de responsabilidad. Tenías que sacarte un curso específico para poder hacerlo, pero muchos de ellos ni siquiera estaban en buena forma física. Kentucky es un estado de la América más profunda, muy tradicional y tranquilo, con un ritmo de vida mucho más pausado que el de las grandes ciudades.
Con 16 dólares la hora pude ahorrar y viajar, algo impensable en España
¿El sueldo da realmente para vivir bien o el coste de vida es tan alto que apenas se nota la diferencia con España?
Depende mucho del salario y de la zona, pero yo diría que sí se puede vivir bien. Con mi sueldo pude pagarme la residencia, ahorrar y viajar bastante. Lo que sí noté fue que los productos más saludables —como la fruta, la verdura o la carne de calidad— eran más caros. Aun así, es perfectamente viable mantenerte, siempre que no tengas un problema médico grande, porque los seguros allí pueden dejarte vendido si no cubren algo concreto.
¿Pudiste ahorrar algo a pesar de los viajes?
Sí, y bastante. Pese a que viajé a grandes ciudades como Miami, Nueva York o Los Ángeles, regresé con buenos ahorros. En España eso habría sido prácticamente imposible pagando un alquiler y los gastos de vivir por tu cuenta.
Erik explica que la mayoría de trabajadores del parque era gente que estaba allí trabajando temporalmente, como él
¿Crees que en Estados Unidos se valora más el trabajo y el esfuerzo que en España?
No creo que aquí no se valore, pero allí la mentalidad es distinta. Si montas un negocio y no funciona, no te señalan como un fracasado, sino que lo ven como parte del aprendizaje hacia el éxito. Además, hay mucho apoyo al emprendimiento local, y la gente tiende a consumir productos y servicios de su entorno. Esa cultura de probar, fallar y volver a intentarlo está mucho más normalizada que en España.
¿Qué te sorprendió más al comparar los precios y el nivel de vida entre ambos países?
Comer o tomar algo fuera es bastante más caro, sobre todo porque tienes que añadir la propina obligatoria, que suele ser del 15 o el 20%. En general, noté que las familias hacen más turismo local y que los jóvenes tienen más independencia: con 16 años ya pueden conducir y ves a chavales con coches enormes de 4x4, algo impensable aquí.
Si fracasas allí, no te juzgan; lo ven como parte del camino al éxito
¿Cómo describirías el estilo de vida en el lugar donde vivías? ¿Qué diferencias notaste con España?
Era un estilo de vida tranquilo, muy familiar y hogareño. La gente suele hacer planes en casa, porque casi todas son viviendas unifamiliares separadas por grandes distancias. También es muy típico salir a pescar o hacer excursiones por la montaña. Y los días de partido universitario son casi sagrados: todo el mundo se viste con los colores del equipo y se pasa el día entero celebrándolo. Aunque no sea un nivel profesional, la pasión es increíble.
¿Te llamó la atención la mentalidad estadounidense respecto al patriotismo?
Muchísimo. Allí el patriotismo no está ligado a ninguna ideología política. La bandera está por todas partes: en las casas, los supermercados, los parques, los coches… incluso la usan en ropa o tatuajes. También hay un fuerte orgullo por el propio estado, y es común ver a gente con la silueta tatuada o en camisetas, algo que en España sería rarísimo.
Una de las imágenes que más le impactó es ver como los militares irrumpían en el parque minutos después de que alguien hubiera sacado un arma
¿Qué impresión te dio la educación y el deporte entre los jóvenes?
La educación universitaria es más práctica, más orientada a proyectos. Y el deporte es una parte fundamental de su vida: todos los niños y niñas hacen alguno, y hay mucha más variedad que en España, donde casi todo gira en torno al fútbol. Eso se nota luego en la liga universitaria, que es la segunda más importante del país.
¿Viviste alguna situación que te hiciera pensar “esto en España sería impensable”?
Sí, el tema de las armas. Un día hubo una alarma porque alguien sacó una pistola dentro del parque y se tuvo que evacuar todo. Llegaron militares y helicópteros. Fue muy impactante. Lo más fuerte es que allí lo tienen completamente normalizado: en la ciudad cada cierto tiempo había noticias de tiroteos, y la gente reaccionaba como si fuera algo rutinario. Esa normalización es durísima de ver desde fuera.
La comida rápida está por todas partes, comer sano es un lujo
¿Es tan exagerado como parece el consumo de comida rápida?
Sí, lo es, especialmente en los estados del centro, como Kentucky. La mayoría de los restaurantes son de fast food y la gente come bastante mal. Los propios americanos lo dicen: en esas zonas, al no haber tanta competencia o cultura del bienestar, la dieta es más azucarada y menos equilibrada. En cambio, en ciudades como Los Ángeles o Miami la mentalidad es distinta, se nota más el culto al cuerpo y a la vida sana.
¿Y esa forma de comer afecta a la salud y a los hábitos?
Sin duda. Veías a mucha gente con problemas de movilidad: personas que no podían subir a una atracción o que se quedaban atascadas en la piscina. Además, al depender tanto del coche y caminar poco, el sedentarismo se acentúa mucho más.
Aunque ha vivido una experiencia enriquecedora, también le ha servido para valorar más lo que tenemos en España
¿Cómo se percibe el tema de la seguridad o las armas en la vida cotidiana?
Acabas normalizándolo, pero siempre estás más alerta. Te hace ir con cuidado, porque nunca sabes quién puede ir armado. Recuerdo que un amigo se dedicaba a comprar y vender coches, y cuando fuimos a limpiar uno de ellos encontramos tres machetes dentro. Luego nos enteramos de que probablemente pertenecía a alguien relacionado con una banda. Ese tipo de cosas te recuerdan que la violencia allí está mucho más presente.
Después de tres meses allí, si tuvieras que resumir la experiencia, ¿dirías que el sueño americano existe o es un mito?
Diría que sí existe, en el sentido de que hay muchas oportunidades para crecer si trabajas duro. Puedes empezar ganando 21 dólares la hora en un oficio y, en pocos años, llegar a dirigir tu propio negocio. Pero también creo que España tiene mucho que ofrecer: tenemos un país precioso, una cultura de calle y de terrazas, un clima increíble y una calidad de vida que allí muchos envidiarían. A veces nos falta darnos cuenta de eso.
