“Pago 304 euros por vivir en una habitación en un antiguo monasterio y cobro 2.100 en una residencia cuando en España no llegaba a 1.000 ni en el mejor mes”: dejó Granada para empezar de cero en Alemania

Españoles por el mundo

Francisco, de 40 años, abandonó su hogar en busca de estabilidad económica y un futuro mejor, y aunque en Alemania gana el doble, la falta de vínculos y la soledad le pesan más que el salario

Francisco no ha acabado de adaptarse a la cultura alemana, a la gente ni al idioma, y ahora valora todavía más el calor y el cobijo que ofrece España

Francisco no ha acabado de adaptarse a la cultura alemana, a la gente ni al idioma, y ahora valora todavía más el calor y el cobijo que ofrece España

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Francisco José Canales, granadino de 40 años, decidió un día dejar atrás su vida en Andalucía para buscar en Alemania lo que no encontraba en España: estabilidad y un trabajo digno. Desde hace unos meses vive en Himmelkron, un pequeño pueblo al norte de Baviera donde trabaja en una residencia de ancianos. Llegó con ilusión y un contrato fijo, convencido de que al fin podría construir el futuro que tanto había perseguido.

Pero el cambio no ha sido tan fácil como imaginaba. Aunque hoy gana más del doble que en Granada, la distancia, el idioma y la falta de vida social le pesan más que el dinero. En una agradable conversación con La Vanguardia, Francisco reflexiona sobre lo que significa realmente “vivir mejor” y reconoce que, a veces, lo más difícil de emigrar no es marcharse, sino aprender a vivir lejos de todo lo que uno es.

¿Qué le llevó a tomar la decisión de dejar su vida en Granada y empezar de cero en Alemania?

Antes de venir trabajaba en centros comerciales como reponedor y representante de marcas, sobre todo en El Corte Inglés e Hipercor. Mi empleo era muy inestable: cada mes dependía de las horas que hacía y no podía planear nada. Con 40 años, sin pareja ni hijos, me frustraba ver que no avanzaba ni podía formar una familia. Busqué trabajo por toda España, pero no tuve suerte. Hasta que un compañero me habló de una asociación granadina que ayudaba a encontrar empleo en Alemania. A través de ellos contacté con Diakoneo, una organización asistencial protestante, y vi una oportunidad real de empezar de cero. Empecé a estudiar alemán y en febrero me vine, buscando estabilidad y una vida mejor.

El edificio con paredes rosáceas es el monasterio en el que Francisco reside

El edificio con paredes rosáceas es el monasterio en el que Francisco reside

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¿Cómo recuerda sus primeros días en Himmelkron? ¿Fue un choque cultural o logró adaptarse con facilidad?

Los recuerdo con una mezcla de ilusión y miedo. Al principio todo me llamaba la atención: las montañas, el silencio, el orden, pero también sentía una gran incertidumbre pensando en si me adaptaría, si haría amigos, si sabría comunicarme… El problema aquí es que el pueblo es muy pequeño y está mal conectado; no tengo coche y para coger el tren tengo que caminar hasta un pueblo vecino subiendo una montaña. El idioma fue otra dificultad enorme: aunque estudié antes de venir, los conocimientos que traía no eran suficientes. Pensar en español y tratar de expresarme en alemán todo el día es agotador mentalmente. A día de hoy sigo sin sentirme totalmente adaptado, y sinceramente, no sé si llegaré a estarlo alguna vez.

Con 40 años, sin pareja ni hijos, me frustraba ver que no avanzaba ni podía formar una familia

Francisco Canales

¿Qué es lo que más echa de menos de España… y qué es lo que menos?

Lo que más, sin duda, es mi familia, ellos son lo más importante. También echo mucho de menos la comida, los horarios, la forma que tenemos los españoles de disfrutar de la vida y esa alegría que aquí no existe. Lo que menos echo de menos es el ruido, el caos del centro de Granada, donde vivía. Pero, paradójicamente, ahora extraño eso que antes me molestaba. Aquí la vida es muy tranquila, casi demasiado. Salgo del trabajo a las nueve de la noche y no hay nadie por la calle. Es un pueblo casi fantasma, sin bares ni ambiente. Esa soledad, con el tiempo, pesa más de lo que uno imagina.

¿Cómo consiguió su trabajo en la residencia de ancianos? ¿Le resultó sencillo encontrar empleo allí?

Tuve la suerte de venir ya con el empleo asegurado gracias a la Asociación Granadina de Emigrantes y Retornados. Ellos se encargaron de ponerme en contacto con Diakoneo y de ayudarme con los trámites. Trabajo en una de sus residencias, cuidando a personas mayores y con discapacidad. Mi puesto es similar al de un auxiliar de enfermería. Es un trabajo duro, pero estable, y eso para mí ya era un cambio enorme respecto a lo que tenía antes.

Himmelkron es un pueblo muy tranquilo, tanto que Francisco echa de menos todo ese ruido y gentío que tanto detestaba en Granada

Himmelkron es un pueblo muy tranquilo, tanto que Francisco echa de menos todo ese ruido y gentío que tanto detestaba en Granada

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¿Y cómo se maneja con el idioma en el día a día?

Poco a poco voy soltándome, pero sigue siendo complicado. En esta zona, además, se habla un dialecto propio, el franconio, que es distinto del alemán estándar. Con los residentes no hay tanto problema, porque muchos no pueden comunicarse, pero con los compañeros o con la gente del pueblo sí. A veces entiendo la mitad de lo que me dicen y tengo que ir improvisando. El idioma es una barrera no solo laboral, sino social. Me cuesta conocer gente o integrarme porque la comunicación no fluye. Esa sensación de aislamiento es lo más difícil.

Es un trabajo duro, pero estable, y eso para mí ya era un cambio enorme respecto a lo que tenía antes

Francisco Canales

¿Podría contarnos cuánto se gana aproximadamente en su puesto en Alemania y cómo se compara con lo que ganaba en España?

Ahora mismo gano unos 2.100 euros al mes, y cuando cumpla un año me subirán el sueldo. En Granada, incluso en mis mejores meses, no llegaba a 1.000 euros. La diferencia es enorme. Aquí la vida es más cara, sobre todo la vivienda o la carne, pero sigue compensando. Por primera vez tengo un contrato estable, 40 horas semanales y un salario fijo. Es lo único que ha mejorado en mi vida desde que llegué, pero al menos tengo la tranquilidad de saber que cada mes cobro lo mismo, a diferencia de lo que me pasaba en España.

¿Está mejor valorado su trabajo en Alemania que en España?

Creo que aquí el trabajo está más reconocido y hay una cultura laboral más fuerte. Los alemanes son muy responsables y suelen llegar antes a sus puestos, algo que en España no se ve tanto. Pero, curiosamente, mi trabajo —como cuidador en una residencia— no es demasiado valorado por los propios alemanes. Al igual que en España hay empleos que muchos no quieren hacer, aquí pasa lo mismo: este tipo de trabajos los acaban ocupando extranjeros. En mi residencia hay compañeros de Italia, Madagascar o República Checa. Hay una gran oferta, pero pocos alemanes quieren hacerlo. Es la misma historia, solo que con distintos protagonistas.

El sueldo es lo único que ha mejorado en mi vida desde que llegué

Francisco Canales

En España se habla mucho de que “fuera se vive mejor”. ¿Usted cree que realmente en Alemania se vive mejor que en España o depende del tipo de persona y trabajo?

Depende. Económicamente, sí: hay mejores sueldos, más oportunidades y estabilidad, pero a nivel emocional, no lo creo. Tengo la sensación de que cuanto más al norte se vive, menos felicidad hay. Falta luz, falta calor humano y la gente es más reservada y fría. En España se vive con menos, pero se vive mejor en otros sentidos. Aquí la gente puede tener más dinero, pero yo noto una falta de alegría vital. Si tuviera familia o pareja aquí, quizá sería distinto, pero viviendo solo se hace muy cuesta arriba.

Aunque asegura que su sueldo se ha multiplicado, para Francisco no tiene sentido si no puede compartirlo con nadie

Aunque asegura que su sueldo se ha multiplicado, para Francisco no tiene sentido si no puede compartirlo con nadie

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¿Cómo es el tema de la vivienda allí? ¿Es fácil encontrar piso o habitación y cuánto suele costar?

Yo vivo en una habitación dentro de un antiguo monasterio reformado que pertenece a Diakoneo. En la planta de arriba viven residentes y en la de abajo, varios trabajadores. Pago 304 euros al mes con todos los gastos incluidos. Es una habitación amplia, de unos 20 o 25 metros, y está bien, pero compartimos cocina y comedor, así que no lo siento como un hogar. He tenido suerte porque ya venía con la vivienda asignada. Otros compañeros han tenido que buscar piso y es un proceso muy difícil y caro. A medio plazo me gustaría mudarme a una ciudad más grande, donde haya más vida y pueda sentirme más integrado.

¿Qué costumbres o hábitos alemanes le han sorprendido más (para bien o para mal)?

Me gusta mucho su conciencia ecológica. Aquí las botellas se devuelven en el supermercado y te reembolsan dinero por cada una; eso hace que nadie las tire. También me gusta el respeto que tienen por la tranquilidad: no hay ruidos, no hay prisas. Pero hay cosas que me chocan, como el sistema de basura orgánica, que se acumula sin bolsas y acaba atrayendo bichos. Y también me sorprende lo mucho que beben cerveza, a cualquier hora y en cualquier sitio, incluso en el tren.

Si tuviera familia o pareja aquí, quizá sería distinto, pero viviendo solo se hace muy cuesta arriba

Francisco Canales 

¿Qué le ha hecho reflexionar más sobre España desde que vive fuera?

La soledad. En España me quejaba mucho de mi país, pero ahora valoro muchas cosas que antes no veía: la familia, la cercanía, el humor, el ruido de la calle. Aquí he tenido tiempo para pensar en todo eso. He ganado estabilidad, pero no felicidad. Me he dado cuenta de que no basta con tener un buen trabajo o dinero si no tienes a alguien con quien compartirlo. En Alemania he aprendido a valorar lo que dejé atrás.

Francisco echa de menos ese

Francisco echa de menos ese “sol español” que incluso en invierno te recuerda la prosperidad del verano

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¿Se plantea quedarse a largo plazo o le gustaría volver a Granada algún día?

Sí, volveré. No sé cuándo, pero sé que acabaré en Granada, con mi familia. En noviembre tengo vacaciones y pasaré un mes allí, y me hace una ilusión enorme. Mis padres se hacen mayores y los echo de menos. Quizás el año que viene pruebe a vivir en otra ciudad alemana, más grande, pero si sigo sin encontrar la felicidad, no me quedaré. El mundo es muy grande como para estar en un sitio donde uno no se siente bien.

Si alguien en España estuviera pensando en irse a trabajar a Alemania, ¿qué consejo le daría?

Que estudie el idioma a fondo antes de venir, porque el alemán es una barrera enorme. Y que venga mentalizado: la soledad pesa mucho, sobre todo si se instala en un pueblo. Aquí la gente es educada, pero distante. Si eres una persona muy social o alegre, el choque cultural puede ser fuerte. Hay que venir con la cabeza fría y el corazón fuerte. Alemania ofrece estabilidad, pero también exige mucho a nivel emocional.

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