Montse Domínguez, charcutera en Barcelona, 50 años: “Soy autónoma, trabajo de lunes a sábado y el domingo todavía pienso en pedidos; este trabajo nunca se acaba”

Historias de barrio

Trabajaba en otro sector, pero la crisis de 2008 y la maternidad la empujaron a reinventarse vendiendo embutidos en el mercado de Sant Martí de Provençals

Montse Domínguez, charcutera en el mercado de Sant Martí de Provençals

Montse Domínguez, charcutera en el mercado de Sant Martí de Provençals

Montse Domínguez trabaja en una parada de charcutería en el mercado de Sant Martí de Provençals (Barcelona). Tiene 50 años y hace 13 que se dedica a cortar jamón y vender quesos. “Empecé en 2012. Yo trabajaba en otro sector. Todo vino a raíz de la crisis de 2008: me quedé sin trabajo y acababa de ser madre”, explica en una reciente entrevista para La Vanguardia.

Ella conocía a una chica que trabajaba en esta misma parada de charcutería y le comentó que su jefa se iba. “Era un buen horario, cerca de casa, y me parecía una oportunidad para no quedarme sin trabajo. Me tiré de cabeza, sin saber mucho lo que hacía, pero con muchas ganas de aprender. Y mira, me ha ido bien, aunque no ha sido nada fácil”, revela Montse.

Hace 13 años que Montse Domínguez vende embutidos.

Hace 13 años que Montse Domínguez vende embutidos.

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Madre y empresaria por primera vez

Así pues, la maternidad y la inestabilidad laboral la empujaron a dar un giro de 180 grados a su vida. “He arriesgado mucho, y si ahora tuviera que volver a empezar, no lo haría”, admite con sinceridad. Los primeros años fueron muy duros, ya que Montse era madre y empresaria por primera vez: “Me ha costado mucho sacrificio y muchas horas. Al principio no dominaba casi nada”.

Es un trabajo duro físicamente: todo pesa, pasas muchas horas de pie, te duele la espalda, los pies y las manos

Montse Domínguezcharcutera

A pesar de ser un oficio nuevo para ella, Montse está muy contenta porque “desde el primer día la tienda funcionó muy bien” y le ha dado “muchas satisfacciones”. Sin embargo, la dureza del día a día como charcutera le empieza a pasar factura: “Es un trabajo duro físicamente: todo pesa, pasas muchas horas de pie, te duele la espalda, los pies y las manos”. Es por este motivo que ha decidido poner la tienda en venta.

Montse ha puesto su tienda en venta.

Montse ha puesto su tienda en venta.

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La dureza de ser autónoma

“Me da miedo no aguantar físicamente 15 años más hasta la jubilación. Además, el personal es muy complicado, siempre hay bajas y problemas. Tengo 50 años y me gustaría irme de empleada”, asegura. Su rutina empieza muy temprano. A las seis y media de la mañana ya está en el mercado: “Soy autónoma, trabajo de lunes a sábado y el domingo todavía pienso en pedidos; este trabajo nunca se acaba”.

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A pesar del cansancio, Montse no esconde la pasión que siente por este oficio. “Lo que más me gusta es despachar. Llevo muchos años con la misma gente. Me gusta atenderles, hacerles probar productos nuevos, llevar quesos o embutidos diferentes. La gente agradece mucho que les hagas probar cosas, y a mí eso me encanta”, dice. Pero no todo son alegrías, ya que “lo más duro son las decepciones con el personal”.

Nunca he tenido deudas. Cuando necesito dinero, me autopresto y más tarde me lo devuelvo

Montse Domínguezcharcutera

Montse confiaba en gente que, después, se ha dado cuenta de que le metía mano en la caja. Con respecto al dinero, ella es clara: “Soy muy buena administradora. No he tenido nunca deudas. Cuando necesito dinero, me autopresto y más tarde me lo devuelvo. Hice una inversión al principio, pero desde entonces no he necesitado nada más”. Sin embargo, reconoce que hoy es mucho más difícil mantener el negocio.

Los precios suben y la clientela envejece

“Se puede vivir de una charcutería, pero no como antes. Ahora todo está muy caro. El queso ha hecho una subida brutal, y la carne subió el año pasado y no ha vuelto a bajar. Desde que volví de vacaciones he tenido que subir la paleta ibérica de cebo a 10 euros el kilo”, explica. Y no solo han cambiado los precios, sino que también la clientela: “Son barrios donde la gente se ha hecho mayor, come menos, y eso se nota mucho”.

El queso y el jamón, los reyes del mostrador

El queso y el jamón, los reyes del mostrador

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Montse calcula que paga unos 1.100 euros al mes por la parada y los gastos que esta conlleva. “No me parece exagerado comparado con los alquileres de la calle. El problema no es el coste, sino el agotamiento” revela. Es por eso que, ahora, lo que más desea es tener menos responsabilidades y poder “volver a casa feliz, sin llevarme el trabajo encima”. Hoy en día, su cuerpo y su mente le piden un descanso.

Antes de acabar la entrevista, Montse lanza una reflexión sobre el futuro de los mercados municipales: “Hay muchas paradas cerradas y no entiendo por qué no facilitan la entrada de nuevos vendedores. Es una lástima ver tantos espacios vacíos. Tendrían que dar oportunidades a gente joven o permitir nuevos tipos de tiendas, incluso no alimentarias, para dar vida y potencial al mercado. Es triste ver tantos espacios vacíos”.

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