Paco Mas, el joven agricultor valenciano que honra a su abuelo: “Cuando murió quise vender las naranjas que él cultivó. No podía abandonarlo”

La realidad del campo

Su abuelo falleció cuando todo el trabajo duro ya estaba hecho y Paco decidió seguir con su proyecto y acabar de cultivar y vender las naranjas para honrar su memoria

Logró vender 8.000 kilos de naranjas, aunque admite que todo fue muy rápido y no tuvo tiempo para calcular bien los costes, por lo que el beneficio fue irrisorio

Paco junto a su abuelo en lo que era algo habitual para ellos: trabajar en el campo y pasar tiempo juntos

Paco junto a su abuelo en lo que era algo habitual para ellos: trabajar en el campo y pasar tiempo juntos

Cedida

Tras toda la vida trabajando en el campo, su verdadera pasión, un día, mientras estaba en la finca, Faustino empezó a sentir un dolor en el pecho que no le resultaba habitual. Acudió al médico, pasó unos días ingresado y ese mismo sábado falleció a causa de una fibrosis quística, a sus 87 años. El golpe para toda la familia fue duro, pero especialmente para Paco, su nieto, que llevaba años ayudándolo con las tareas del campo, hasta convertirlo casi en una rutina. En más de una ocasión le había contado que quería vender las naranjas de una forma distinta, incluso intentar llevarlas a Suiza, donde había vivido una década. Su abuelo siempre le respondía “ojalá pueda verlo”, aunque no llegaba a comprender la magnitud de lo que podía conseguir con Internet.

Antes de fallecer, Faustino llevaba meses preparando la temporada de naranjas en el campo, y la parte más dura ya estaba hecha. Era la primera temporada sin él, y Paco sintió que dejar aquello a medias no era una opción. Por ello, con más impulso emocional que planificación real, grabó un vídeo en TikTok, montó una web sencilla y pidió apoyo para vender directamente las naranjas que su abuelo había cuidado durante toda su vida.

La respuesta lo desbordó: tras casi 400.000 visitas, en 48 horas acumuló más de 800 pedidos y tuvo que organizar la recogida, el transporte y los envíos casi a contrarreloj, con la ayuda de toda la familia y la vieja C15 del abuelo. Ahora, Paco explica en Guayana Guardian cómo vivió aquellos días, qué descubrió sobre el campo valenciano y por qué sigue convencido de que aún hay futuro para quien se atreva a continuar el camino.

La realidad del campo

El legado de su abuelo

Viene de una familia muy ligada al campo. ¿Cómo empezó su relación con la agricultura y qué papel tuvo su abuelo en ella?

Soy de Burriana, donde casi todo el mundo tiene sus anegadas y pasa parte de su tiempo libre en el campo. Mi abuelo, que venía de Albacete, había vivido siempre de la tierra y, aunque aquí encontró un trabajo de funcionario, mantuvo seis anegadas porque era lo que le hacía sentirse agricultor. Cuando empezó a hacerse mayor, mi hermano y yo lo ayudábamos con las tareas del campo. Los sábados se habían convertido casi en un ritual: almuerzo a las nueve y luego tres horas con el abuelo en el campo. En aquel momento no le dábamos tanta importancia; era simplemente “toca ayudar al abuelito”, pero sin darnos cuenta nos estaba marcando.

Paco encontró un propósito con las naranjas de su abuelo, y su sueño es poder acabar siendo empresario agrícola

Paco encontró un propósito con las naranjas de su abuelo, y su sueño es poder acabar siendo empresario agrícola

Cedida

Después vivió fuera de España. ¿Cambió su perspectiva sobre ese tiempo con él?

Sí, muchísimo. Estuve diez años viviendo en Suiza y al volver notaba una necesidad enorme de recuperar ese tiempo con él. Buscaba ratitos para estar juntos porque me daba cuenta del valor que tenían. Aun así, yo seguía pensando que dedicarse a la naranja no tenía sentido si luego no te la pagaban a buen precio. Veía el esfuerzo y el cariño que mi abuelo ponía, y me preguntaba por qué seguir luchando contra un sistema que no valora el trabajo del agricultor como debería.

¿Él sabía de su idea de vender las naranjas de otra forma?

Sí, se lo comenté varias veces. Yo ya le decía: “Abuelito, voy a intentar que llevemos esta naranja a Suiza o que la vendamos de una forma diferente”. Él me respondía siempre “ojalá, ojalá pueda verlo”, pero no conocía Internet ni las redes sociales. Le hacía ilusión, pero no podía imaginarse realmente lo que significaba.

Mi abuelo tenía más amor por la tierra que por muchas otras cosas en la vida. Dejarlo abandonado nos dolía

Paco Mas

Su fallecimiento llegó en un momento clave de la cosecha. ¿Cómo lo vivieron?

Fue un golpe muy duro porque nadie lo esperaba. Estábamos trabajando un miércoles en el campo, se encontró mal del pecho y se fue al hospital. El sábado murió de una fibrosis quística, con 87 años. Lo fuerte es que los árboles estaban listos para comenzar la cosecha: el trabajo duro del año ya estaba hecho y la naranja estaba perfecta para crecer durante los tres meses siguientes. Era como si él nos hubiese dejado todo preparado.

¿Y qué pasaba entonces con los campos?

Ese fue el gran problema. En mi familia nadie quería responsabilizarse del campo. Sus tres hijas siempre habían rechazado esa vida, porque saben las complicaciones que implica: que un mal tiempo te arruine la temporada, lo duro que es el trabajo, la incertidumbre constante... Mis primos nunca habían pisado el campo. Entonces pensé: “Esto no se puede perder”. Mi abuelo tenía más amor por la tierra que por muchas otras cosas en la vida. Dejarlo abandonado nos dolía. Por eso, decidí poner en marcha una iniciativa para vender las naranjas que tanto le había costado cultivar. No podía abandonarlo aunque ya no estuviera.

Paco quiso seguir el legado de su abuelo y vender las naranjas que con tanto cariño había cultivado

Paco quiso seguir el legado de su abuelo y vender las naranjas que con tanto cariño había cultivado

JHON J GRACIA

Y ahí decide lanzarse. ¿Cómo surge la idea de la web y el vídeo viral?

Primero fui a hablar con comerciales, pero me ofrecían precios muy justos y no veía ninguna oportunidad. Yo había hecho páginas web antes y un día pensé: “Voy a hacer una web y grabarme un vídeo en TikTok”. El vídeo era simplemente yo en el campo explicando que no quería vender a los comerciales y que, si alguien quería ayudar a un agricultor valenciano, podía comprarme directamente. Y explotó. El primer día llegaron 400 pedidos, y al día siguiente, otros 400. Yo no sabía ni dónde meterme.

¿Cómo gestiona 8.000 kilos de naranjas sin estructura?

Como pude. La gente ya había confiado y pagado, así que tenía que cumplir. Me había metido en algo muy grande sin planificar casi nada. Usé la C15 de mi abuelo para hacer mil viajes y llevar la fruta a un punto donde pudiéramos trabajarla. Montamos una selectora casera para calibrar las naranjas, y toda la familia se unió cuando vio lo que estaba pasando. Fue un esfuerzo enorme, pero también algo precioso, porque de repente todos estábamos trabajando juntos por algo que nos representaba como familia.

Era como si él nos hubiese dejado todo preparado antes de morir

Paco Mas

Vendió a un euro el kilo. ¿Qué beneficio quedó realmente?

Vendí el kilo a un euro, cuando en el supermercado estaba a 2,50. Mucha gente compró para apoyar, por el gesto. Pero luego llegaron los gastos: logística, selección, empaquetado… Y al final me quedaron unos 40 céntimos por kilo, que es prácticamente lo mismo que nos daban los comerciales. De 8.000 kilos, al final quedaron unos 1.800 o 1.900 euros. No estaba mal, pero fue un golpe de realidad: pensé que los sobrecostes eran exagerados y me equivoqué. La logística y los almacenes son necesarios, hacen un trabajo brutal que yo subestimé.

Aun así, la repercusión fue enorme. ¿Cómo lo vivió la familia?

Fue increíble. Mi abuela estaba emocionadísima. No pensaba que los campos pudieran recogerse ni que tanta gente agradeciera la calidad de la naranja. Muchos decían que hacía diez años que no probaban una naranja así. Y es lógico: lo nuestro era fruta recién cogida del árbol y enviada a casa, sin pasar por cámaras. No tiene nada que ver con la industrial.

Una iniciativa encomiable 

La realidad del campo

¿Se dedica hoy al campo?

No del todo. Lo he intentado, pero empezar de cero es dificilísimo. Falta mucho conocimiento que antes se transmitía entre generaciones. Hoy esa sabiduría se está perdiendo y los agricultores mayores están muy desanimados. Europa les ha cambiado las normas, los productos que podían usar, todo. Hablo con ellos y dos de cada tres me dicen: “Hijo, déjate el campo”.

Aun así, sigue con la idea de ser empresario agrícola.

Sí, ese es mi objetivo. No quiero ser agricultor de “ir al campo y mi tiempo no vale dinero”. Quiero ser empresario agrícola: invertir, aprender y crear un modelo que funcione. Probé con las calabazas: planté para sacar 40.000 kilos, porque es un cultivo sencillo para empezar, y este año volvió a caer piedra, el tercer año seguido. El tiempo es otro enemigo con el que no puedes luchar.

También intentó montar una plataforma junto a otros agricultores.

Sí, una idea que se llamaba Cuida el Campo. La idea era unirnos, fijar un precio digno y vender online directamente. Era bonito sobre el papel, pero mis socios no trabajaban y al agricultor le cuesta mucho cambiar el chip: cuando quiere que lo ayudes te quiere vender a precios muy altos, imposibles de competir con las grandes superficies. Así es muy difícil crear algo sostenible.

Junto a su hermano, estuvieron durante años ayudando a su abuelo a cultivar el campo cuando él ya no podía hacerlo todo por su cuenta

Junto a su hermano, estuvieron durante años ayudando a su abuelo a cultivar el campo cuando él ya no podía hacerlo todo por su cuenta

Getty Images/iStockphoto

El futuro

La realidad del campo

¿Cómo ve el futuro del sector?

Creo que los minifundios van a desaparecer y que los grandes terratenientes van a comprarlo todo. Ya lo están haciendo. Pero también creo que quien aguante tendrá una buena vida en el campo. La agricultura seguirá siendo necesaria y la calidad española siempre tendrá hueco. Los consumidores no quieren basura. Habrá una transición dura, pero oportunidades también.

¿Cuál es entonces su plan ahora?

Sobrevivir y comprar tierras. Estamos en un momento en el que la tierra es barata, y tener un buen terreno con agua constante es un regalo. Mi objetivo es aprender, seguir luchando y motivar a otros jóvenes a hacer lo mismo. Creo de verdad que hay futuro.

¿Qué mensaje daría a un joven que esté pensando en empezar?

Que en la agricultura hay dinero si hay ganas de trabajar. Que aguante. Puedes empezar poco a poco y crecer conforme aprendes. Y que hay un orgullo enorme en entregar un producto bueno, que tu familia lo pruebe y diga “¡guau!”. Eso no te lo da ningún otro trabajo.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...