Rafa Antonín, conocido en Instagram como @rafuel55, se ha convertido en uno de los cocineros más populares de España gracias a sus publicaciones diarias a primera hora donde ofrece una receta sencilla. Con cerca de un millón de seguidores en sus redes, comparte técnicas y trucos para conseguir ser el mejor chef en casa con productos de proximidad.
En solo unos años, Rafa ha pasado de ser un vendedor de fuel a punto de jubilarse a un gran hostelero. Su restaurante, Casa Rafuel, abrió sus puertas el verano del 2024 en la calle Còrsega de Barcelona, pero hace solo unas semanas se mudaron a Casanovas, 211. El cocinero es capaz de definir su restaurante en tan solo una palabra: “producto”. En una entrevista en el pódcast Gastro Lam, el cocinero explica que lo más importante de un restaurante es que el producto sea muy bueno.
Rafuel Antonín, cocinero en el podcast Gastro Lam
“En la cocina no hay magos, hay buen producto y no hay que estropearlo. Es muy importante cuidar el producto, ya que tenemos la mejor cocina del mundo, la mediterránea”, afirma. En su lista, lo segundo más importante es que la mesa esté bien puesta y el cliente sienta que está en un sitio agradable. “No puedes estar con gente antipática ni con gente que sean máquinas. Y la mesa tiene que estar todos los días del año, como el día de Navidad”.
El cocinero ha explicado en Gastro Lam como empezó su relación con la cocina. Siendo el mayor de 9 hermanos, siempre era el encargado de acompañar a su madre a la compra. “Íbamos muy pronto al mercado, y como premio los desayunos no eran donuts, sino unas gambas o un conejo con alioli, por eso, siempre he tenido relación directa con la cocina”, cuenta. Rafa explica que aprender a cocinar le fue fácil porque siempre lo había visto hacer “vas aprendiendo poco a poco”.
La mesa tiene que estar todos los días del año, como el día de Navidad
Pese a qué hora es conocido por sus dotes culinarias, toda la vida se ha dedicado al mundo del petróleo. “En el año 90 era quien vendía más fuel de España, y por eso, me llamaron Rafuel”. Según reconoce, publicar en redes sociales recetas sencillas para que todo el mundo pueda hacerlas y acercarse al público joven ha sido la clave de su éxito.
“Cocinaba todos los días en mi casa, para mis hijas o para mis sobrinas y siempre había 6 o 7 personas en casa. Siempre he tenido muy claro que la comida es producto”. Tanta importancia tiene la materia prima, que desvela que uno de sus productos que más éxito han tenido siempre han sido los macarrones, “que están hechos con carne de butifarra, un poco de chorizo y queso, y tomate. Esto es imbatible”.
Rafuel Antonín, cocinero
Los socios de Casa Rafuel son petroleros y amigos de Rafa “me lo propusieron y dije que sí. Es una experiencia más”. El cocinero confiesa que lo que más le ha costado desde que empezó esta aventura es conseguir un buen equipo. “Lo más difícil de la gastronomía es hacer un equipo que sean buenos para los clientes y para la empresa. No se pueden hacer las cosas bien sin un buen equipo, cuando no hay motivación es complicado”.
En este sentido, defiende el papel del hostelero y la dificultad de ser empresario “cuando pagó 1.500 euros puede ser poco, pero a mí me cuesta 3.000. Esta persona que está desmotivada me puede decir mañana no vengo”. En este contexto, lamenta que el sector de la hostelería está muy mal, “el 50% del coste está en el personal y no hay ninguna defensa para el personal, hay mucho malo y muy poco profesional”.
Lo más difícil de la gastronomía es hacer un equipo que sean buenos para los clientes y para la empresa
Rafa Antonín tiene claro que es lo más importante a tener en cuenta a la hora de abrir un nuevo restaurante. En primer lugar, considera que es básico analizar la situación donde está el restaurante y pensar que puede ganar la gente que pasa por la calle. “En mi restaurante, la gente que pasa por la calle está en una media de 1.500 euros y tengo que dar comida para todo esta gente. Olvídate si vienen de Antequera o de cualquier sitio, yo tengo que dar comida para la gente que pasa en la calle y si vienen de fuera, mejor”, afirma. Y añade: “No quiero extranjeros tampoco. No hago paellas ni cosas para guiris. Yo quiero un cliente que si hoy come bien, mañana pueda volver y que tenga un mix de productos que le encanten y además le recuerden a su casa. Si pasas hoy, y no tienes mucha hambre y te digo, ¿quieres unos huevos fritos con patatas?, y con una cervecita te tomas esto y ya está”.
Con el cliente siempre puesto en el foco, explica que ahora tienen una oferta que incluye una tapa de bravas y una caña a 3 euros, y que le permite tener la terraza llena. “Una terraza llena hace que la gente entre al restaurante y además quiero que venga la gente joven. Olvídate de si gastan o no, si solo tiene para una cerveza, el día que tenga dinero ya entrará dentro a comer. Hay que sembrar constantemente y al final todo crece”.
Cuando un restaurante está sucio ya te puedes ir porque no hay nada que hacer
En la otra cara de la moneda están la lista de aspectos que considera que pueden hacer que la experiencia en un restaurante sea una ruina. Para Rafuel el mal servicio es lo peor y defiende que el éxito es amabilidad, limpieza y orden. “Si entras a un restaurante y vas al lavabo y está sucio, ya te puedes ir. Cuando un restaurante está sucio ya te puedes ir porque no hay nada que hacer”. Además, también detalla que siempre se fija si en un restaurante hay aceite de oliva y pan “con un poco de jamón seguro que has comido” y por último, “tienes que ver orden, porque a un sitio desordenado mejor no vayas”.
Exponerse en redes sociales le ha permitido tener un gran altavoz y darse a conocer popularmente, pero también tiene sus aspectos negativos como las críticas de los bien conocidos como haters. Rafuel explica que aunque normalmente son “muy mal educados” siempre les intenta contestar bien y “les pongo la chincheta para que se queden arriba, y así tengo a 70 señoras que les llamaran hijos de puta, y yo sin decir nada ya les he contestado”. E incluso afirma que los comentarios negativos le favorecen: “Si tuviera 1 al día me iría muy bien”.
El último plato que comería antes de morir son unos huevos fritos con patatas
Por último, da más detalles sobre Casa Rafuel y cuenta que los más platos más vendidos son las bravas, el rabo de buey y la torrija. Y si tuviera que elegir tres ingredientes imprescindibles en una cocina, lo tiene claro: aceite, patatas y huevos. “El último plato que me tomaría antes de morir son unos huevos fritos con patatas”, bromea.
