Las redes sociales son las principales fuentes de información de jóvenes -y no tan jóvenes-. Mientras que dermatólogas y expertas en dermocosmética utilizan las plataformas para hablar sobre los principales activos que ayudan a tratar la piel y recomiendan seguir una rutina de cuidado que se adapte a las necesidades reales, las prescriptoras dan a conocer nuevos productos que no tardan en volverse virales.
Precisamente esos vídeos de las influencers hacen que muchas chicas caigan en la tentación de comprar todo lo que promocionan. El resultado es un baño repleto de cosméticos, especialmente de maquillaje, que se usan pocas veces hasta que se incorpora un nuevo labial o una crema hidratante.
La rutina de cuidado de la piel debe contar con pocos productos que sean de calidad
Pero el nuevo lujo no es caer en estas tendencias, sino precisamente en saber qué productos son los más beneficiosos para la piel, es decir, los que realmente funcionan. “En belleza, esa idea se traduce en la tendencia objects of affection: elegir pocos cosméticos, pero buenos, de esos que disfrutas de verdad cada vez que los usas”, apunta la cosmetóloga y creadora de Byoode, Raquel González.
En esta línea, la directora dermocosmética de Perricone MD, Mireia Fernández, afirma que, “los cosméticos que merecen la pena son los que notas en la piel y los que te aportan seguridad y confianza. No se trata de tener veinte sérums, sino uno que realmente funcione”.
Debes elegir pocos cosméticos, pero buenos, de esos que disfrutas de verdad cada vez que los usas”
Esta tendencia invita a apostar por aquellos productos que son mucho más que un bote bonito en el baño. Unas cremas, esencias o tónicos que forman parte de la rutina de cuidado y que trabajan. “Son pequeños tesoros que eliges con cabeza, no por impulso, porque sabes que están bien hechos y porque te hacen sentir bien”, indica González.
Las expertas destacan que en belleza no se mide la efectividad con muchos cosméticos, sino con pocos de calidad que dejen resultados reales. “Hay cosméticos asequibles que cumplen su función, igual que hay productos de precio elevado que no lo justifican. Pero lo que sí está claro es que el precio es un indicador más de todo lo que hay detrás: la investigación, la calidad, la seguridad, la sensorialidad y la sostenibilidad”, dice la creadora de Byoode.
Nopal & Kombucha Metaphor de Byoode (69 euros)
Elegir un producto de calidad no es un capricho, sino que es invertir en una piel cuidada. “En la beauty object of affection no se trata de que lo que parezca más bonito sea lo mejor, pero es cierto que la calidad del envase es fundamental para garantizar la eficacia del producto”, señala la directora dermocosmética de Medik8, Estefanía Nieto.
CLINICAL Treatment 1 % Retinol (71 euros, 30ml)
De hecho, un mal envase puede desestabilizar una fórmula, oxidar los activos o incluso convertirla en un producto irritante. “Cuando una fórmula se desestabiliza, puede llegar a convertirse en un placebo… o peor aún, en un producto irritante”, advierte la directora dermocosmética de Boutijour, Patricia Garín. Por eso, ver sérums de vitamina C en vidrio ambarizado o retinoides en sistemas airless no es casualidad. “La materia prima es clave, pero también lo es que llegue intacta a tu piel”, expresa Mireia Fernández.
Photo-Brightening Moisturizer de Perricone MD (82 euros)
Los productos que se eligen con cabeza y corazón no se definen por la estética, la clave está en el pH, la técnica de encapsulación o cómo se combinan los activos decisivos. “Hay información que no siempre conoce el usuario y que es clave para que un producto sea eficaz y nos apetezca usarlo siempre”, afirma Estefanía Nieto.
No obstante, se tiene que ir con cuidado con el orden del INCI, que puede indicarnos la calidad del producto. “La ley obliga a ordenar de mayor a menor concentración, pero cuando hay ingredientes que comparten porcentaje, la marca puede decidir cuál mencionar primero. Lo que nunca falla es tu propia percepción y si algo te funciona y estás feliz con sus resultados, es ahí donde está la verdadera tendencia beauty object of affection”, concluye Raquel González.


