Dejar que la mente vague sin rumbo puede parecer una pérdida de tiempo, pero resulta ser justo lo contrario. En un mundo donde todo va a mil por hora, esos momentos de pausa y desconexión son auténticos tesoros. Cuando te das el lujo de frenar, sucede algo curioso: las ideas empiezan a florecer, los problemas encuentran soluciones y hasta la creatividad recibe un impulso muy agradable.
Marian Rojas Estapé, una de las psiquiatras más reconocidas de España, explica que este estado de divagación mental es fundamental para desbloquear el potencial creativo y resolver cuestiones que nos inquietan.
El poder de la calma
Descubrimientos que nacen en la pausa
Según comenta, “nadie ha descubierto nada importante en momentos frenéticos”. Y pone ejemplos claros: Isaac Newton, sentado bajo un árbol, se preguntó por qué las manzanas caen hacia abajo y no hacia los lados, lo que le llevó a plantearse la existencia de una fuerza gravitatoria. O Arquímedes, que, relajado en su bañera, observó cómo el agua subía al sumergir su cuerpo, dando origen al principio de flotabilidad.
La psiquiatra menciona otro caso llamativo, el de Percy Spencer, que notó cómo la chocolatina que llevaba en el bolsillo se derretía mientras trabajaba con radares, un descubrimiento que más tarde daría lugar al microondas. La lección es clara: esas pequeñas pausas son el caldo de cultivo para grandes ideas.
Estos instantes de divagación no surgen mientras revisamos el móvil o estamos rodeados de distracciones. Todo lo contrario: requieren calma y tiempo para observar. Aunque, claro, estos personajes históricos lo tuvieron más sencillo al no tener tantos estímulos a su alrededor.
Mente libre
Momentos de calma, semillas de grandes ideas
Además, Rojas Estapé subraya la importancia de cómo nos contamos a nosotros mismos nuestras experiencias y emociones durante estos momentos de reflexión. “Para mí, el pilar de una salud mental buena es cómo yo me cuento mi historia”, señala. Esa narrativa interna, que surge cuando estamos en calma, influye profundamente en nuestra percepción de los problemas y en nuestra capacidad para afrontarlos.

Isaac Newton estaba en calma cuando se fijó en la manzana que caía
En un mundo hiperconectado, tal vez el mayor lujo sea desconectar. Salir a caminar sin un destino, dejar el móvil a un lado o simplemente sentarse a observar el mundo con tranquilidad puede marcar la diferencia entre una mente saturada y una mente capaz de imaginar, crear y resolver “problemas que nos atormentan”. Quizás sea hora de reivindicar el arte de divagar.