“Cuanto más azúcar consumimos, más queremos. Es como un bucle del que no podemos salir”, así es como lo explica Isabel Sánchez, médico de familia experta en nutrición y microbiota. La experta ha revelado para La Vanguardia la importancia de incorporar alimentos saludables en la dieta de tus hijos y cómo algunos factores, como el azúcar, afectan de forma negativa en el desarrollo de su metabolismo. Para ello, la experta ha decidido desmentir varios mitos que los padres suelen tener interiorizados sobre la alimentación de sus hijos.
El primer punto del que habla la experta es que a lo largo de los años nos han hecho creer que el calcio solo se obtiene de los lácteos, pero no es cierto. "Caemos fácilmente en la trampa de la publicidad engañosa, que nos abrumada constantemente. Es completamente comprensible que nos dejemos influenciar, ya que estamos siendo bombardeados con este tipo de mensajes por todas partes”, confiesa Sánchez.

Niña feliz comiendo cereales directamente de un tazón para el desayuno
Es cierto que los lácteos pueden ser una fuente de calcio, pero hay muchos otros alimentos que también lo proporcionan, como el brócoli (especialmente el tronco), el sésamo tostado, las sardinas (especialmente si se consumen con espinas) y algunos frutos secos. Es importante no depender únicamente de estos, ya que un consumo excesivo podría interferir con la absorción de otros nutrientes. La experta sugiere que, si se consumen lácteos, lo ideal es optar por los de cabra o de oveja, que son más fáciles de digerir, en lugar de los de vaca. Además, se recomienda no incluirlos en las comidas principales.
El segundo mito que desmiente la experta es el de que el desayuno es la comida más importante del día. Lo que dice Sánchez, es que a pesar de que es una comida importante, “no es necesario que los pequeños coman inmediatamente después de levantarse si no tienen hambre”. Explica que si un niño no tiene apetito por la mañana, no hay que forzarlo a comer. A veces, el hambre puede llegar más tarde, como a media mañana, y es entonces cuando el crío puede tener un desayuno completo, como una tostada con aguacate y huevo revuelto. “Cada comida del día es importante, pero no es esencial que se tome justo al levantarse”, confiesa.
Cuando se exprime una naranja, se pierde esa fibra que ralentiza la absorción de glucosa y ayuda a evitar picos de insulina
El tercer mito hace referencia la creencia errónea de que se necesita azúcar para obtener energía. De hecho, el azúcar añadido puede “robar” energía y, a largo plazo, afectar negativamente la salud. “Los niños necesitan hidratos de carbono para obtener energía, pero estos deben provenir de fuentes naturales, como frutas, vegetales, legumbres y cereales integrales, no de alimentos procesados o azucarados”, explica la experta. Además, considera que alimentos como la patata, el boniato, la zanahoria, el trigo sarraceno y la espelta integral son opciones mucho más saludables y nutritivas. “Incluso una manzana puede ser una excelente fuente de energía rápida y natural”, declara.

Un adolescente prepara jugo de naranja
El cuarto mito que desmiente es el de que un zumo de naranja equivale a una o dos frutas. Los zumos, aunque hechos con frutas naturales, pierden la fibra que es fundamental para regular el metabolismo del azúcar en la sangre. Cuando se exprime una naranja, se pierde esa fibra que ralentiza la absorción de glucosa y ayuda a evitar picos de insulina. Además, al beber un zumo, se aumenta el riesgo de caries y se pierde la masticación de la fruta, que también es importante para el desarrollo de la musculatura bucal y una digestión adecuada. La experta recomienda consumir la fruta entera, como la naranja cortada en gajos, para aprovechar la fibra, los nutrientes y el proceso de masticado, que es beneficioso para la salud intestinal y la regulación de la glucosa.
Por último, la experta desmiente el falso mito acerca de que los niños deben comerse todo lo que hay en el plato. Sánchez alerta sobre la importancia de que ellos mismos reconozcan su saciedad y aprendan a autorregularse. “Forzar a un niño a comer todo lo del plato puede generar una relación negativa con la comida y afectar su capacidad para escuchar las señales de hambre y saciedad de su cuerpo”, confiesa. Por tanto, es fundamental dejar que decidan cuándo están llenos y evitar presionarlos para que terminen su comida. Además, si el crío no come mucho en una comida, puede que compense comiendo un poco más en la siguiente o más tarde. Se trata de conseguir encontrar un enfoque más consciente y respetuoso con las necesidades del infante, sin imponerle un comportamiento rígido relacionado con la comida.