El uso de la toxina botulínica, comúnmente conocida como botox, se ha popularizado como una opción estética para suavizar arrugas y líneas de expresión. Sin embargo, muchas personas aún desconocen cómo funciona realmente este tratamiento y cuándo es el momento adecuado para empezar, en el caso de que se quiera, a utilizarlo. La confusión radica en la creencia de que el botox puede eliminar las arrugas ya formadas, cuando, en realidad, su función principal es prevenir su aparición.
Ana Molina, dermatóloga especializada, explica que la toxina botulínica, a pesar de ser conocida por su marca comercial “Botox”, es un compuesto derivado de una bacteria que, al ser inyectado en la piel, tiene el efecto de suavizar las expresiones faciales. “La toxina actúa evitando que los músculos se contraigan con tanta fuerza, lo que previene que las arrugas se marquen”.
Botox
“No es una solución mágica para eliminar arrugas ya formadas, sino que previene que esas arrugas se profundicen más”, señala Molina. Asegura que el tratamiento tiene un efecto visible en la suavización de las líneas y puede mejorar la apariencia general de la piel, incluso retrasando la formación de nuevas arrugas, pero no puede borrar las arrugas que ya han dejado una huella en la piel.
La toxina suaviza la expresión, no deja que esa arruga se marque en la piel, pero no quita la arruga una vez marcada
La dermatóloga también explica en el vídeo cuál es el momento adecuado para empezar a aplicar botox. “En torno a los 30 o 35 años, no es necesario esperar hasta que las arrugas sean evidentes, sino hacerlo de manera preventiva”, explica Molina. A esa edad, la piel aún mantiene su capacidad de elasticidad, por lo que el Botox puede evitar que las primeras líneas de expresión se conviertan en marcas profundas. En lugar de esperar a que la piel esté ya dañada, iniciar el tratamiento en este rango de edad puede ayudar a mantener una apariencia más fresca y juvenil durante más tiempo.
Precaución
La dermatóloga también advierte sobre los riesgos de utilizar dosis excesivas de esta toxina botulínica. Muchas personas, en un intento de lograr un resultado inmediato, recurren a grandes cantidades de botox, lo que puede tener efectos contrarios. “El objetivo es suavizar la expresión, no paralizarla”, subraya. Cuando se utilizan dosis altas, el rostro puede adquirir un aspecto rígido, perdiendo la capacidad de mostrar emociones, lo que genera una apariencia artificial o “congelada”. “La gente pone tanta cantidad de toxina que están, lo que decíamos antes, casi 'frozen', congelados, o sea, no tienen expresión”, expone.
Por tanto, es muy importante entender que el botox es una herramienta eficaz para prevenir la aparición de arrugas, pero que no tiene la capacidad de eliminar las que ya están marcadas en la piel. La clave, según Ana Molina, está en utilizar este tratamiento siguiendo las recomendaciones de un especialista y de manera preventiva y con moderación, comenzando al rededor de los 30 o 35 años, cuando la piel aún tiene la flexibilidad suficiente para evitar que las líneas de expresión se conviertan en arrugas profundas en la piel. Siempre es importante buscar la orientación de un profesional que pueda garantizar un tratamiento seguro, equilibrado y natural, sin caer en un exceso que provoque la alteración de la expresión natural de la cara.
