Según Jorge Ángel, enfermero y divulgador en redes sociales, la exposición a pantallas puede reducir hasta un 70% la producción de melatonina, la hormona del sueño, lo que dificulta conciliar el descanso y disminuye su calidad. Profesionales como él ya están advirtiendo sobre los efectos del “vamping” (hábito de usar dispositivos electrónicos durante la noche) y la sobreexposición digital nocturna.
El impacto de la luz azul en el cerebro

Mirar el móvil antes de dormir perjudica a la calidad del sueño.
El problema principal radica en la luz azul emitida por los dispositivos, que altera los ritmos circadianos y engaña al cerebro, haciéndole creer que aún es de día. El experto en neurociencia Mark Williams, que ha colaborado en el estudio realizado por Kindle, recomienda evitar notificaciones y pantallas al menos una hora antes de acostarse, ya que la estimulación constante mantiene al organismo en un estado de alerta innecesario.
Este fenómeno es especialmente preocupante en los jóvenes, quienes suelen dedicar horas a navegar por redes sociales o jugar en línea justo antes de dormir. El odontólogo especialista en trastornos del sueño por FESMES (Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño), David Carralero, señala que esta conducta puede derivar en insomnio tecnológico, asociado a cansancio diurno, irritabilidad y, en algunos casos, problemas cardiovasculares.
El problema va más allá del insomnio. Carralero advierte que la falta de sueño de calidad puede tener consecuencias en la memoria, la capacidad de concentración y el estado de ánimo. Incluso puede influir en la alimentación, favoreciendo un mayor consumo de azúcar y ultraprocesados como mecanismo para combatir el cansancio.
El hábito más difícil de romper

La luz de los dispositivos tiene un efecto negativo en el cerebro.
Los datos no dejan lugar a dudas: según un estudio realizado para Kindle, el 35% de los españoles sigue revisando sus notificaciones hasta el último minuto antes de acostarse. Además, tres de cada cuatro frecuentemente se distraen por sus dispositivos, lo que repercute directamente en su descanso.
Evitar el uso del móvil antes de dormir es clave, pero no siempre es fácil. Expertos como Williams recomiendan activar el modo avión al menos una hora antes de acostarse, dejar el teléfono fuera del dormitorio y sustituir su uso por actividades más relajantes, como la lectura en dispositivos sin notificaciones o con luz cálida.
Otra opción efectiva es establecer rutinas nocturnas que faciliten la transición al sueño. El propio enfermero Jorge Ángel sugiere no sólo reducir la exposición a pantallas, sino también asegurarse de dormir entre 7 y 8 horas diarias para mantener una buena salud general. El insomnio tecnológico es un problema real, pero con pequeños cambios en los hábitos diarios, es posible recuperar el descanso y mejorar la calidad de vida.