Helen Fisher, neurobióloga y antropóloga: “Uno de los principales rasgos del amor romántico es ser posesivo”
Consejos útiles
Ha explicado cómo el amor afecta al cerebro y por qué no todo el mundo lo experimenta de la misma manera
Helen Fisher, neurobióloga y antropóloga: “Uno de los principales rasgos del amor romántico es ser posesivo”
La neurobióloga y antropóloga Helen Fisher, una de las mayores voces autorizadas a nivel mundial sobre la ciencia del amor, ha explicado cómo este sentimiento afecta al cerebro y por qué no todas las personas lo experimentan de la misma manera.
Para la investigadora, “el amor es una cosa diferente para cada persona”, pero desde el punto de vista científico se puede comprender a través de tres grandes circuitos cerebrales: “el deseo sexual, el amor romántico y el apego”.
Algo básico en ese tipo de amor son los celos
El “amor romántico” conlleva exclusividad
Helen Fisher, conocida por sus estudios sobre el cerebro enamorado, sostiene que muchas personas confunden el amor con otros estados afectivos. “Cuando alguien me dice que está enamorado de dos o tres personas creo que no entiende lo que significa estar enamorado”, afirma. Según ella, el amor romántico intenso conlleva una implicación emocional profunda que no suele ser compartida simultáneamente con varias personas.
Uno de los aspectos clave que, según Fisher, define el amor romántico es la exclusividad. “Algo básico en el sentimiento del amor romántico intenso son los celos”, señala. Esa necesidad de pertenencia emocional, de tener un vínculo exclusivo, está, para ella, grabada en nuestra biología: “Uno de los principales rasgos del amor romántico es ser posesivo o posesiva. No te gusta compartir”.
Hay que distinguir entre el poliamor y alguien adúltero
El fenómeno del poliamor
También ha hablado sobre el fenómeno del poliamor, cada vez más visible en la sociedad. Aunque reconoce que “la gran distinción entre el poliamor y alguien adúltero que se acuesta con otra gente es que son transparentes”, Fisher cree que se trata de una forma de vida difícil de sostener en el tiempo. “Suena a gloria, pero llevan una vida complicada. La inmensa mayoría no son poliamorosas toda su vida”, advierte.
Para terminar, su conclusión es clara: “El animal humano es un animal celoso. El cerebro no está construido para ello”. Fisher defiende que, aunque la libertad afectiva es una elección personal, la naturaleza biológica del ser humano tiende al vínculo exclusivo cuando se trata del amor romántico.