Cuando pensamos en el futuro, es habitual imaginar cómo sería nuestra vida ideal. Muchas personas sueñan con alcanzar la estabilidad económica, desarrollar una carrera profesional satisfactoria, viajar por el mundo, encontrar el amor o mantener vínculos sólidos con sus seres queridos. Sin embargo, cuanto mayores son nuestras aspiraciones, más fácilmente caemos en la idea de que son inalcanzables. En ocasiones, somos nosotros mismos quienes nos frenamos; en otras, es el entorno el que nos insta a “poner los pies en la tierra” y a dejar de lado esos sueños que, a ojos de muchos, no son más que fantasías.
Si bien adoptar una visión realista puede ayudarnos a evitar decepciones y fracasos, la ciencia sugiere que renunciar a soñar también tiene un coste: cuanto menos imaginamos lo que deseamos, menos probabilidades tenemos de que suceda. Soñar no es un acto ingenuo. Es, en muchos casos, el primer paso para transformar la realidad.
Soñar es el primer paso para transformar la realidad
“El cerebro no te dejará ver aquello en lo que no crees”, afirma Emily McDonald, neurocientífica y coach cerebral. Según la experta, no vemos el mundo con nuestros ojos, sino a través de nuestras creencias. “Nuestros ojos captan señales de luz, y esas señales viajan al cerebro, donde se incorporan nuestros pensamientos, creencias, recuerdos y emociones antes de que la imagen que vemos se forme en el cerebro”, relata.
El cerebro no te dejará ver aquello en lo que no crees
Esta manera de percibir lo que sucede a nuestro alrededor influye en la forma en que interpretamos el mundo y cómo interactuamos con el entorno, ya que la mente descarta aquello en lo que no creemos. “Más del 99 % de la realidad es filtrada en cada momento. El cuerpo humano recibe alrededor de 11 millones de bits de información por segundo, y la mente consciente solo experimenta unos 50”, explica McDonald, quien sostiene que el cerebro decide lo que quiere ver en función de lo que creemos. En otras palabras, nuestro cerebro trabaja para mostrarnos aspectos de la realidad que confirmen las creencias que ya tenemos.
Neuronas piramidales en el córtex del cerebro
Por esta razón, la neurocientífica afirma que aceptamos la vida que creemos merecer. “No solo el amor, toda la vida. Si no crees que mereces alcanzar tus sueños, tu cerebro te frenará”. Emily explica que esto puede manifestarse como procrastinación, conformismo o incluso autoboicot. Por eso, considera que el sistema de creencias es lo más importante que poseen las personas en esta vida.
Más del 99 % de la realidad es filtrada en cada momento
Si bien es cierto que no basta con creer en algo para lograrlo, autoconvencerse de que uno es capaz y merecedor de ello es el primer paso para conseguirlo.
Son múltiples los estudios que han intentado explicar la conexión entre la percepción de la realidad y los sistemas de creencias. Una de las teorías más sólidas al respecto es la del cerebro predictivo, desarrollada por el neurocientífico Karl Friston. Según esta teoría, el cerebro no procesa la información del entorno de forma pasiva, sino que constantemente formula predicciones sobre lo que va a percibir, basándose en experiencias previas, emociones y creencias. Cuando la información recibida no coincide con esas expectativas, el cerebro tiende a reinterpretarla o incluso a ignorarla para mantener la coherencia interna. En otras palabras, no vemos la realidad tal como es, sino como creemos que es.


