Tiene más estudios detrás que muchos medicamentos y aún arrastra fama de cosa de gimnasio. La creatina se ha ganado sitio en botiquines médicos por méritos propios. No es un producto milagroso ni exclusivo de quien levanta pesas, aunque durante años haya sido asociada casi en exclusiva a culturistas. Actualmente, médicos y especialistas en distintas áreas coinciden en algo que antes se pasaba por alto: tiene beneficios reales y medibles más allá del músculo. Incluso en cardiología.
Aunque se sigue viendo en envases con dibujos de bíceps, su papel en el cuerpo va bastante más allá de aumentar la fuerza. Varios trabajos científicos, como el publicado en 1998 en Circulation por el doctor Richard Andrews, demuestran que su uso mejora el rendimiento funcional en pacientes con insuficiencia cardíaca.

Una persona que se va al gimnasio con su batido con creatina.
Esa investigación concreta midió la capacidad de esfuerzo en personas con enfermedad cardíaca y concluyó que el suplemento contribuye a mejorarla. Desde entonces han ido apareciendo más y más.
Amplitud de miras
La creatina ya no es solo para gente deportista
La doctora Magdalena Perelló, cardióloga especializada en prevención, lleva tiempo defendiendo su utilidad también en pacientes sin historial deportivo. En su experiencia con casos clínicos, ha visto cómo el suplemento ayuda en más frentes de los que se suele pensar. “La creatina no es solo para deportistas, es salud”, asegura.
Y es que los efectos de la creatina no se limitan al corazón. La investigación médica ha identificado también beneficios en el metabolismo energético y en la función cognitiva, especialmente en personas mayores o con riesgo de deterioro neurológico. Su uso controlado ha demostrado reducir la pérdida de masa muscular asociada a la edad y facilitar ciertas funciones mentales en adultos mayores.
El repunte del interés médico ha ido de la mano de una revisión del perfil de seguridad del suplemento. Diversos estudios coinciden en que, bajo supervisión y en dosis adecuadas, su uso es seguro. Aunque sigue siendo importante consultar antes con profesionales, su consumo ya no se restringe solo a quienes entrenan.
De esta manera, con más aplicaciones clínicas sobre la mesa, la creatina va dejando atrás la etiqueta de complemento deportivo. Cada vez más médicos la consideran un recurso útil para apoyar el tratamiento de pacientes con perfiles muy distintos.