“Nuestros patrones a la hora de vincularnos no son casualidad. A partir de nuestras experiencias relacionales y de cómo las integramos en nuestra historia personal, se va construyendo una memoria emocional y corporal profundamente arraigada”, cuenta la piscóloga especialista en apego Marta Castelos en sus redes sociales. Y es que cómo nos comportamos y a quién escogemos como pareja siempre tiene una explicación. Remontarnos al pasado y a nuestros recuerdos puede ser la vía hacia el autoconocimiento y comprensión.
Así lo explica la profesional quien, en su perfil de Instagram, nos desvela los mejores consejos sobre apego para que logremos construir relaciones sanas.
Cómo nos relacionamos
Nuestros patrones de apego
Con la pregunta de: “¿Por qué repito los mismos patrones en pareja?”, es con la que Marta empieza su post dedicado a las relaciones. “Si alguna vez te has hecho esta pregunta, la formas en las que amas, temes, te vinculas y te proteges no son casualidad”, asegura. De hecho, para ella, son respuestas que aprendemos durante nuestra infancia, por lo que, para poder hablar de ellas, la especialista destaca la necesidad de hablar de heridas de apego.
Son como filtros que 'traducen' lo que ocurre a nuestro alrededor para predecir situaciones y anticiparnos a posibles riesgos
“Esta memoria emocional da forma a mapas internos que nos ayudan a interpretar la realidad. Son como filtros que 'traducen' lo que ocurre a nuestro alrededor para predecir situaciones y anticiparnos a posibles riesgos. Es aquí donde se activan nuestros patrones relacionales de forma automática”, explica en su perfil.
De esta forma, tal y como ella misma relata, las heridas de apego son marcas invisibles que se formaron cuando nuestras necesidades emocionales no fueron atendidas en un momento vulnerable para nosotros. “Nuestro cuerpo y mente aprenden estrategias intentando protegernos de no volver a sentir ese dolor”, revela.
Según una experta
Por qué creamos los patrones
La experta cuenta varias situaciones que pueden habernos creado estas heridas:
- “Si en mi infancia uno de mis padres no estaba disponible emocionalmente, puedo sentirme atraíd@ por personas inaccesibles e intentar ganarme su amor, aunque no sean lo que realmente quiero”, desvela la especialista.
- “Si aprendí que mis emociones eran 'demasiado' o “molestas”, puedo tender a reprimirlas y evitar el conflicto, sintiendo que abrirme es un riesgo.”, cuenta.
- “Si crecí creyendo que el amor se ganaba complaciendo a los demás, puedo poner las necesidades ajenas por encima de las mías y sentir culpa al poner límites”, asegura.
Estas heridas se activan en la pareja porque es el vínculo donde nos sentimos más vulnerables
“Estos patrones se repiten porque en su momento fueron estrategias adaptativas que nos ayudaron a lidiar con nuestro entorno”, sigue. Pero, el problema viene cuando las heridas son las que guían nuestra vida y forma de relacionarnos.
“Lo bueno es que estos mapas internos no están escritos en piedra. Se pueden cuestionar, reescribir y transformar. Y en ese proceso está la clave para construir relaciones más seguras, auténticas y alineadas con lo que realmente queremos”, explica. “Podemos aprender a protegernos desde nuestro yo adulto”, acaba la psicóloga.