La isla de las tentaciones es uno de los programas más estresantes de la televisión actual en España. La separación de las parejas para convivir con pretendientes solteros, que intentan romper sus vínculos amorosos, es una fórmula difícil de soportar. Dichos extremos acaban creando múltiples conflictos llenos de lágrimas, gritos, golpes y desesperación. Una serie de ocurrencias que la presentadora del programa, Sandra Barneda, debe evitar a toda costa.
A pesar de las opiniones dispares que suele generar en redes sociales, recientemente el formato ha protagonizado un repunte en audiencias y repercusión digital. El éxito de José Carlos Montoya en su octava temporada, convirtiéndose en un fenómeno viral, ha contribuido a su expansión. Sin embargo, ¿por qué un programa de estas características atrae tanto? Una pregunta que resolvía la psicóloga Claudia Nicolasa en el podcast Animales Humanos.
“Es bastante similar a por qué nos gustan las series, por qué nos gustan las películas, por qué nos gustan las novelas. A nuestro cerebro le gusta mucho tener el control de la vida, de las situaciones. Y el poder experimentar realidades distintas a las nuestras de alguna manera nos permite ese ‘¿qué haría yo en esa situación?’. Es lo que generalmente pensamos más o menos cuando vemos una película, una serie”, indagaba.
“Siempre es como, ‘ostras, si eso me pasara a mí, ¿qué pensaría o cómo reaccionaría’? El reality tiene un componente añadido que es más cercano a la realidad. Nos engancha el ver situaciones… el ponernos en su piel, el pensar, podríamos ser nosotros”, exponía, con la compleción de Ibai Vegan. En la misma entrevista, Nicolasa hablaba en profundidad sobre cómo la manipulación de terceras personas puede afectarnos.

Montoya en el último debate de 'La isla de las tentaciones'
Saltan las alarmas
“Primero, las personas que creen que no les pueden engañar y que no les pueden manipular corren más riesgo de serlo. Pero estás confiado, entonces no detectas las señales. Es como ‘no, no, yo soy inmune, a mí es imposible que esto me pase’. Sí, se habla mucho de que los narcisistas son manipuladores y lo son, pero también son muy manipulables porque precisamente tienen mucho de esta necesidad de ser admirados, de ser reconocidos, de ser halagados”, detallaba.
“Caen mucho en esa competitividad impulsiva, irracional. Entonces, pues son perfiles muy manipulables. También tener evidentemente una baja autoestima, un autoconcepto mal construido, eso también te hace más vulnerable a la manipulación. La impulsividad, porque al final es un rasgo que te hace actuar sin antes pararte a pensar y analizar qué está sucediendo, qué es lo que yo quiero, a qué consecuencias me puede llevar este acto”, insistía.