Cuenta Javier Savín —psicólogo, coautor de los libros El maestro y El aprendiz de farero— que no fue hasta que su padre estaba muy enfermo que por primera vez le escuchó decir “Te quiero”. Como muchos otros hombres, la relación de Savín con su padre estuvo marcada por silencios, miradas severas y ausencia de toda clase de conversaciones sentimental. “Mi padre —dice medio en broma, medio en serio— era muy duro: en mi familia no había un hombre del saco; estaba él. Pero todo cambió cuando enfermó y empezamos a hablar de cosas que sí que importan”. La anécdota bien sirve de ejemplo para ilustrar las transformaciones que están sacudiendo nuestra manera de entender la psicología.
¿Existe la noción de “psicología masculina”? Savín aclara que no hay diferencia estructural alguna entre el cerebro masculino y femenino. “La estructura cerebral es exactamente igual, lo que significa que potencialmente podemos desarrollar las mismas habilidades emocionales”, explica. Con todo, sí hay diferencias prácticas, vinculadas esencialmente a la educación y a los contextos culturales en los que crecemos. “Los hombres solemos tener más dificultad para identificar y expresar emociones concretas. Una mujer suele decir claramente 'estoy frustrada', mientras que un hombre dirá simplemente'no me siento bien', sin especificar”.
Una hipótesis: ¿es posible que a los hombres les cueste mucho más acabar con una relación romántica que a una mujer? Según el psicólogo, los hombres generalmente muestran más resistencia a tomar decisiones difíciles, entre las cuales figuraría la separación, y lo hacen, en parte, porque no logran identificar bien sus emociones. “Si no puedes ponerle nombre a lo que sientes —dice—, no sabes qué decisión tomar”, señala. “Una mujer suele reconocer claramente qué falta en una relación y actuar en consecuencia, mientras que un hombre suele aguantar más tiempo en un estado difuso de malestar, incapaz de dar el paso decisivo”.
Venden que la felicidad está siempre a tu alcance y que simplemente basta con proponérselo para conseguirlo, pero no siempre se puede estar bien. No es realista ni saludable pretenderlo.
Si hablamos de psicología masculina, Savín conviene que otro gran pilar es el trabajo: “La identidad masculina sigue muy ligada al rol de proveedor. Por eso, perder un empleo o fracasar en los negocios puede ser especialmente devastador para la autoestima de un hombre”. Y aunque socialmente avanzamos hacia una cierta igualdad, la presión histórica sigue estando muy presente: “Yo mismo lo he sentido. Mi mujer gana más que yo y aunque me alegro, no puedo negar que, en cierta medida, eso me afecta por cómo he sido educado”. Un apunte: a pesar de la presión, para Savín el trabajo es un factor indispensable para la salud mental. “Tendemos a creer que el trabajo genera estrés, pero en realidad es un factor de protección. Cuando trabajas tienes rutinas, interacciones, sentido de propósito. Lo verdaderamente peligroso para la salud mental es no tener trabajo”.
Considerando además que la salud mental ha pasado de ser un tabú a un tema que ya es parte de la conversación pública, Savín lanza una advertencia sobre el creciente fenómeno de los gurús: “Venden que la felicidad está siempre a tu alcance y que simplemente basta con proponérselo para conseguirlo, pero no siempre se puede estar bien. No es realista ni saludable pretenderlo”.
A veces, simplemente hay que comer, dormir y pasear. Y no pasa nada por estar mal un tiempo. Lo importante es no estar solo y no creerse defectuoso por sentir lo que sientes.
A propósito, menciona nombres como Laín García Calvo, a quien describe como “mesías de la autoayuda”, o divulgadores ya mainstream como Marian Rojas Estapé. “Mezcla psiquiatría con religión y plantea el perdón desde una óptica cristiana que culpabiliza a la víctima. Eso no es ciencia, es doctrina”. A juicio del psicólogo, hay un peligro grave en disfrazar de conocimiento técnico lo que no son más prejuicios, que es algo que finalmente perjudica a quien requiere ayuda real.
En este contexto de búsqueda de bienestar emocional, Savín lanza una advertencia sobre el fenómeno creciente de los gurús de la autoayuda. Menciona con especial preocupación el caso de figuras mediáticas que mezclan ciencia con creencias religiosas o mensajes motivacionales simplistas. “Lo que venden muchos de estos gurús es que la felicidad está siempre a tu alcance y que basta con proponérselo para conseguirlo. Pero no siempre se puede estar bien, ni es realista ni saludable pretenderlo”, sostiene.
Dice Savín: “Si tú estás triste porque se ha muerto tu padre, lo normal es que estés triste. No tienes que ‘subir la serotonina’ a toda costa. Hay que aprender a aceptar lo que sentimos, aunque no nos guste”. Frente a la positividad tóxica que predican algunos influencers del bienestar, Savín defiende una psicología realista, centrada en el acompañamiento profesional y el respeto al proceso emocional del otro. “Yo no vendo felicidad, ni digo que todo se puede arreglar con abrazos. A veces, simplemente hay que comer, dormir y pasear. Y no pasa nada por estar mal un tiempo. Lo importante es no estar solo y no creerse defectuoso por sentir lo que sientes”, concluye.
Antonio J. es escritor y cofundador y director editorial de www.rrefugio.com, agencia especializada en contenido, ecommerce, estrategia digital y branding.