Nuestro bienestar es esencial para seguir adelante en el día a día. En una sociedad cada vez más extensa y completa, tanto el cuerpo como la mente deben estar preparados para afrontar cualquier consecuencia. Sin embargo, la cabeza es a menudo un elemento olvidado. Tan pronto como nos despistamos, podemos encontrarnos sintiendo dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones.
En este sentido, una de las enfermedades que pueden afectar es la depresión, cuyos casos han aumentado de forma considerable en la última década. Animales Humanos, el podcast que presenta Ibai Vegan, indagó en la cuestión con el filósofo David Pastor Vico, quien ha destacó la problemática centrándose en uno de los colectivos más afectados: el profesorado. El oriundo de Jambes, Bélgica consideró inaceptable que el número de casos fue tan superior en comparación con otros.
“Los profesores están achicharrados, y para colmo estamos quitándoles constantemente incentivos económicos y posibilidades de desarrollo a los colegios públicos. No puede ser que un proceso tenga de sus 8 horas de trabajo, tenga 4 horas de trabajo con los niños, 4 o 5 horas de trabajo administrativo, y que esa vocación docente no esté constantemente puesta en riesgo por una presión administrativa, porque entonces te lo cargas”, remarcaba.
“No puede ser que el colectivo de los profesores sea el que más casos de depresión tenga de cualquier otro colectivo laboral del mundo. Cuando tú firmas los papeles para que tu niño entre en la escuela, tú estás cediendo la tutoría legal al profesor y son ellos los que tienen que vigilar y tener las condiciones para que tu hijo esté seguro, que no haya ningún problema y además enseñarle”, insistía, aportando otro problema a la ecuación.
Problemas cercanos
“Si yo estoy cargando al profesor con todas esas responsabilidades, además voy a jugar a que el profesor no tiene idea, porque quién, ¿es que todos los padres son pedagogos?”, remataba. En cuanto a la educación, Vico también se pronunció de forma contundente sobre el uso de las pantallas entre menores de edad. Según sus explicaciones, los padres deberían evitar situar un teléfono, tableta u ordenador en niños y niñas pequeñas.
“Somos tan crueles que nos da miedo la calle, pero no nos da miedo ponerle un teléfono en las manos a un niño. La calle, uh, qué miedo. Pero el teléfono se lo pongo porque no pasa nada. Cuando el peligro hoy ya no está en la calle, el peligro está en ese teléfono. No por lo que se vaya a encontrar, sino por el teléfono en sí y por el daño que hace ese tipo de tecnología (…) Ves los pataleos, los lloros, los gritos. Porque está chutado, se está chutando con eso”, profundizaba.