Salir corriendo de uno mismo es más fácil de lo que parece. A veces basta con llenar la agenda hasta arriba, enlazar una cita con otra o dejar la tele encendida, aunque nadie la mire. Se trata de no parar, de esquivar cualquier rato en blanco que obligue a sentarse a solas sin distracciones. No es algo evidente al principio, pero cuando llega el silencio, el cuerpo lo nota. Y ahí aparece una incomodidad difícil de explicar, como si la propia compañía no bastara.
Una paciente de la psicóloga Paula Orell le confesó en una sesión que había llegado a una conclusión que no esperaba: “Me he dado cuenta de que no sé estar sola”. Según relató la especialista en su cuenta de TikTok, aquella mujer explicó que lo había notado por tres señales claras: mantenía vínculos sentimentales de forma constante, buscaba planes sin parar y se sentía mal si no tenía la agenda ocupada.
Incluso en momentos de aparente calma, no desconectaba del todo. En palabras de Orell, su paciente contaba que “a lo mejor estoy en mi casa tranquila, me tiré todo el rato con el móvil y a veces incluso con la tele de fondo”.
Crear un hogar interior
l proceso de aprender a estar solo
Detrás de ese patrón, la psicóloga propuso una reflexión que abordó desde una metáfora muy concreta, planteando que “todos somos casa para nosotros mismos, pero no todos sabemos ser hogar para nosotros mismos”.
Desde su experiencia, apuntó que aprender a estar sola requiere un cambio de planteamiento. Según explicó, el primer paso consiste en dedicar tiempo a uno mismo de forma consciente, sin buscar llenar huecos por obligación ni por costumbre.
En esa línea, Orell argumentó que si una persona no se siente cómoda consigo misma, es probable que evite pasar tiempo sola, de la misma forma que alguien puede retrasar llegar a su casa porque no se siente bien allí. A partir de esa idea, planteó que “para saber estar sola necesitas ser un hogar para ti y este es el primer paso para conseguirlo”.
La psicóloga terminó su reflexión animando a replantear las citas que se hacen con otras personas y a comenzar por una diferente: la que una tiene consigo misma. Convertirse en alguien con quien apetece pasar el tiempo puede ser un punto de partida. Uno sencillo, pero que cambia mucho más de lo que parece.

