¿Por qué es tan difícil resistirse a un donut glaseado con almendras crocantes y cubitas de chocolate? ¿O dejar de abrir compulsivamente las notificaciones del móvil? Alejandro León, divulgador especializado en neurofilosofía, lo explica sin rodeos: porque nuestro cerebro sigue siendo el mismo que hace 200.000 años, pero ahora vive inmerso en un entorno diseñado para atraparlo.
El mundo moderno hackea nuestros instintos
Nuestro cerebro sigue siendo paleolítico, pero el mundo moderno sabe cómo explotar sus puntos débiles
“Somos cerebros paleolíticos en un parque de atracciones superestimulante”, afirma León en uno de sus últimos vídeos publicados en Instagram. Y es que lo que antes eran señales vitales —el dulzor de una fruta madura, el sonido de un peligro cercano— hoy han mutado en superestímulos, versiones XXL que secuestran nuestros sentidos y disparan sin descanso el sistema de recompensa.
“La naturaleza hacía lo raro irresistible. Hoy lo irresistible se ha vuelto lo normal”, sostiene el filósofo, que combina divulgación científica, reflexión crítica y herramientas digitales para explicar por qué el mundo actual nos deja más ansiosos e insatisfechos que nunca.
En su reflexión audiovisual, León recuerda que nuestro hardware evolutivo no ha tenido tiempo de actualizarse, pero el entorno moderno sí ha aprendido a manipularlo: “Escuela infinito, notificaciones alarmantes, queso fundido, experiencias extremas... Todos compiten por secuestrar tu sistema de recompensa”.
Este desajuste entre una biología diseñada para la escasez y una sociedad volcada en la abundancia hipertecnológica genera, según León, una espiral de dependencia emocional, ruido constante y búsqueda incesante de estímulos. “Nos empuja a buscar un chute tras otro”, advierte, “dejándonos ansiosos e insatisfechos”.
Del placer al piloto automático
Alejandro León propone detenerse y preguntarse: ¿esto que deseo realmente me nutre, o solo dispara mi dopamina?
Lejos de demonizar el placer, el divulgador defiende una vía más consciente. “La clave no es demonizar el placer, sino cultivar nuestra capacidad de escoger conscientemente a qué estímulos deseamos responder”, dice. Y propone un ejercicio sencillo pero revelador:
“Pregúntate antes del próximo click o bocado: ¿esto alimenta mi vida o solo mi dopamina?”
Desde su perfil @aleleonleal, Alejandro León comparte reflexiones que nos invitan a entender cómo pensamos, consumimos y nos relacionamos en este mundo hiperconectado. Con un enfoque que une filosofía, ciencia y tecnología, intenta que cada vez más personas se reconozcan en su propio caos mental y aprendan a navegarlo con más conciencia. Su lema lo resume todo: conectar puntos para una vida más consciente en el siglo XXI.