“Como mujer, siento mucha empatía por mi madre, pero como hijas, siento muchísima ira hacia ella”. Con esta contundente frase, la psicóloga Raquel López explica en redes sociales una dinámica emocional muy común entre madres e hijas que genera problemas de salud mental en muchas personas.
La psicóloga asegura que esto es lo que le sucede a muchas de las pacientes a las que atiende en su consulta, y explica lo que hay detrás de esta contradicción de sentir mucha empatía e ira a la misma vez.
La experta en salud mental apunta que muchas hijas no han recibido un buen trato emocional por parte de sus madres: algunas no se han sentido queridas ni escuchadas, han recibido gritos y críticas sobre su comportamiento o su físico o han tenido una madre emocionalmente ausente que les ha dejado consecuencias a nivel de salud mental.
En estos casos, las hijas crecen con miedo al rechazo, pensando que no son suficiente, con una alerta constante hacia los imprevisibles cambios de humor de su madre y un agotamiento por ese estado de alerta mantenido en el tiempo, explica Raquel López.
Sin embargo, a la vez que se siente rabia y tristeza por estas dinámicas, hay personas que, a medida que crecen, también empatizan con sus madres: ven que su comportamiento es por supervivencia. Tal vez su marido la trata mal, la madre lleva toda la carga de las tareas del hogar y que sus padres la criaron de un modo en el que las emociones no debían mostrarse.
Esta empatía, explica la terapeuta, choca con la ira que se siente por todo el dolor que producen las dinámicas que se han sufrido. En palabras de Raquel López, “cuando sentimos empatía, tendemos a justificar las acciones de los demás. Si lo entiendo, lo justifico, lo valido y le quito importancia. Comprende lo estresada y agotada que está su madre y, como la entiende, la justifica y cree que no puede enfadarse con ella, así que se traga sus emociones”
Reacciones en redes
“Has verbalizado cómo me he sentido siempre. Mi gran madre siempre luchó sola por nosotros y muchas veces me culpo porque creo que no se merece ese enfado que hay en mí”
La clave para salir de este bucle de emociones contradictorias que hacen que la hija se sienta mal por sentir enfado hacia su madre, se halla en entender que puede querer a su madre y, a la vez, estar enfadada con ella; que su enfado también merece espacio y validación. Sin embargo, la psicóloga especializada en trauma apunta que se trata de un proceso por el que muchas personas tienen que acudir a terapia.

