El bienestar físico y emocional es uno de nuestros principales objetivos vitales. Tal y como ocurre con el cuerpo, el cerebro sufre las consecuencias del día, cada uno distinto del anterior. Tan pronto como nos despistamos, podemos sentir dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones. El cuerpo debe estar limpio por dentro y por fuera, pero la mente también merece una atención especial. Por ello, miles de personas la investigan desde hace siglos.
Esta situación ha servido a Inés Moreno, más conocida como Traumatóloga Geek en redes sociales, para habilitar una nueva sección de sus contenidos. La divulgadora suele indagar en distintos ámbitos para rescatar personajes y ocurrencias vinculadas con la medicina y su profesión, desde Florence Nightingale hasta el rey Sancho I de León. En esta ocasión, ha querido centrarse en la figura de Santiago Ramón y Cajal, un portento físico y mental a partes iguales.
“¿Ves a un tío mazado y asumes que es tonto? Este se sacó un Nobel y descifró el cerebro, mientras tú olvidas tu contraseña de Netflix. Bienvenidos a ‘Científicos que podrían humillar a un personaje de Suits sin despeinarse’. Hoy hablamos de Santiago Ramón y Cajal, alias ‘El único que te repara el sistema nervioso y haces press banca sin sudar’. De joven sólo quería dibujar, hacer dominadas y vivir aventuras pero su padre le dijo ‘Vas a estudiar medicina’ y boom, cambió la historia”, expresaba.
“Mientras todos veían el cerebro como espaguetis, él lo dibujó desde cero. Descubrió que estaba hecho de neuronas individuales, cada una con su propia identidad. Esta idea se llamó ‘doctrina de la neurona’, y es la base de toda la neurociencia moderna. Y no sólo lo entendió, lo dibujó. Era como si Leonardo da Vinci se metiera LSD y dijera ‘Vamos a hacerlo bonito’. Sus ilustraciones siguen en museos, en papers y en oficinas”, insistía.
El set completo
“Además, explicó cómo se comunican las neuronas, descubrió las células gliales y, básicamente, dejó escrito cómo recuerda y cómo sueña. En 1906 se lleva el Nobel de medicina, y en su tiempo libre levantaba pesas, escribía ciencia ficción y hacía fotografía como si fuera el Dwayne Johnson del siglo XIX”, sentenciaba. Moreno también destacaba recientemente la figura de Salvador Dalí, quien tuvo que adaptar y transformar su estilo de pintura tras sufrir una caída en su casa.
“Fractura del húmero derecho, su brazo dominante, su herramienta más poderosa. Y lo perdió. No volvió a pintar igual. No porque no quisiera sino porque su cuerpo ya no se lo permitía. Tras una fractura, sí, hay secuelas que no siempre se curan. El brazo ya no sube igual. La fuerza disminuye. El pulso se vuelve inestable. Y lo más duro es que muchas veces no recuperas lo que perdiste. Eso le ocurrió a él. Pero Dalí no se rindió, se transformó”, desvelaba.


