Inés Moreno, traumatóloga: “Si golpeas con el borde externo de la mano, te destrozas porque ese hueso no está diseñado para golpearse”
Peleas callejeras
La experta en lesiones profundizó sobre una de las fracturas más comunes en combates no profesionales
Inés Moreno, traumatóloga: “Dalí pintaba como como si tuviera un bisturí en la mano, hasta que en 1980 sufrió una caída”

Imagen de 'Creed II: La leyenda de Rocky' (2018)
Espectáculos como la lucha libre o ficciones centradas en la acción y los combates cuerpo a cuerpo, cuentan con un grueso muro por atravesar: el realismo. Sean improvisados o mediante una coreografía meticulosamente ensayada, los golpes deben encajar para no romper la inmersión del espectador. A pesar de ello, durante el proceso pueden ocurrir accidentes. Uno de los ejemplos más recientes es el de Tom Cruise, rompiéndose un tobillo al saltar de techo en techo en Misión Imposible.
Esta situación ha servido a Inés Moreno, más conocida como Traumatóloga Geek en redes sociales, para hablar de lesiones reales relacionadas con las peleas. La divulgadora suele indagar en distintos ámbitos para rescatar personajes y ocurrencias vinculadas con la medicina y su profesión, desde Florence Nightingale hasta el rey Sancho I de León. En esta ocasión, ha querido centrarse en una lesión común para aquellos adeptos al combate pero no profesionales.
“¿Qué tienen en común El club de la lucha, Creed, Peaky Blinders y Euforia? Todas comparten la fractura más común de las peleas callejeras. Spoiler, no es tu nariz, es tu orgullo. O sea, tu nudillo. Se llama fractura del boxeador. Pero lo más irónico es que los boxeadores casi nunca la padecen. ¿Sabes por qué? Porque se pasan los años entrenando cómo golpear. Porque usan vendas, guantes y biomecánica pura. Porque saben que si golpeas con el borde externo de la mano, te destrozas”, contaba.
“El hueso que se rompe es el quinto metacarpiano, justo debajo del meñique. Es un hueso fino, fuera del eje de carga y no está diseñado para golpearse. Cuando pegas sin técnica, como en Peaky Blinders o el baño de Euforia, el golpe viaja directo a ese hueso. Resultado: nudillo hundido, mano inflamada y posible cirugía. Lo heavy es esto: aunque te lo rompa, puedes seguir usando la mano y ni te enteras. Por eso tanta gente camina por ahí con un nudillo chafado sin saberlo”, insistía.
Adaptarse y sobrevivir
En el capítulo de lesiones, Moreno también destapó el cambio vital de un gran pintor: “No sé quién necesita escuchar esto, pero no todo lo que se rompe está perdido. A veces lo que te parte, te libera, y si no me crees, quédate. Salvador Dalí: el genio del surrealismo. Obsesivo, perfeccionista. Cada trazo, una operación. Cada línea, un control absoluto. (…) Dalí pintaba como como si tuviera un bisturí en la mano, hasta que en 1980 sufrió una caída en su casa”.
“Fractura del húmero derecho, su brazo dominante, su herramienta más poderosa. Y lo perdió. No volvió a pintar igual. No porque no quisiera sino porque su cuerpo ya no se lo permitía. Tras una fractura, sí, hay secuelas que no siempre se curan. El brazo ya no sube igual. La fuerza disminuye. El pulso se vuelve inestable. Y lo más duro es que muchas veces no recuperas lo que perdiste. Eso le ocurrió a él. Pero Dalí no se rindió, se transformó”, desvelaba.

